Rafael Aviña: Morelia 2025: cinefilia y política

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▲ Juliette Binoche a su llegada al Teatro José Rubén Romero, donde se presentó su primer documental como directora, In-I In Motion, en el Festival Internacional de Cine de Morelia en su edición 23.Foto Afp

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n su edición 23, el Festival Internacional de Cine de Morelia, escaparate de lo más propositivo de nuestro cine y las tendencias mundiales, sus salas, presentaciones y alfombras rojas se vieron abarrotadas con figuras como Juliette Binoche en medio de marchas y protestas que aprovecharon la visibilidad de éste, el evento de cine más trascendental y completo del país con una inquebrantable organización a cargo de Alejandro Ramírez, Cuauhtémoc Cárdenas y Daniela Michel.

Además de un merecido homenaje a María Félix y la proyección de rarezas noir de Hollywood, como La ciudad que nunca duerme (John H. Auer, 1953), Morelia abrió con una indiscutible joya: El agente secreto (2025), de Kleber Mendonca Filho, fascinante retrato sobre la memoria que, desde un vibrante thriller político que bebe tanto de Costa Gavras como de Brian De Palma, plantea una profunda reflexión acerca del ayer y la inconciencia societal del presente, al tiempo que se trastoca en una alegoría respecto del propio espectáculo cinematográfico y su arrastre popular. El realizador de Bacurau y Retratos fantasmas disloca el pasado y el presente entre un Brasil sensual y sensitivo y la resistencia política y cinéfila para radiografiar a las dictaduras de los años 70. Asimismo, El agente secreto explora los lazos filiales a partir de un hombre perseguido por un pasado político con una brillante interpretación de Wagner Moura, una exuberante banda sonora y secuencias de un poder hipnótico como aquella del asesino solitario decidido a eliminar al protagonista una suerte de antihéroe noir tropical.

En 1959, Sin aliento, del francés Jean-Luc Godard, inauguró una nueva temática nihilista sobre la desesperanza, la imposibilidad de las relaciones personales y el triunfo del desasosiego emocional sobre la historia de amor condenada al fracaso. Richard Linklater construye un relato emocional sobre el placer de filmar teniendo todo en contra en Nueva ola francesa (2025), en la que recrea el rodaje de Sin aliento y la trascendental y archetypal presencia de Jean Luc Godard y de otros creadores de la nouvelle vague (Truffaut, Chabrol, Varda y más). Más allá del homenaje o el “detrás de cámaras” de aquel instante irrepetible, destaca la fascinación de un realizador que entiende las consecuencias del tiempo y su impacto en el presente, como ocurre en su extraordinaria Boyhood (2014). Un filme carente de toda pretensión intelectual que respira una cinefilia desbordada.

En un camino solitario un perro es atropellado, ese azaroso incidente provocará una serie de inesperados acontecimientos que unirán a un grupo de personajes acosados y humillados por el régimen político iraní y a su posible torturador en la inquietante cinta ganadora de la Palma de Oro en Cannes: Un elemental accidente (2025), de Jafar Panahi, fábula motivation devastadora que pasa de la comedia negra al play societal y al thriller político de una manera tan earthy como sorprendente para realizar una crítica sutil a medio camino entre la propia e irónica obra de Panahi ( Esto nary es una película, Taxi Teherán), el humanismo de Majid Majidi ( Baran, Los hijos del sol) y las caídas morales y asfixiantes de Asghar Farhadi ( El viajante, El héroe).

Una agradable sorpresa: el triunfo en Morelia del largo de ficción nacional La reserva, de Pablo Pérez Lombardini, que se impuso sobre las grandes favoritas ( En el camino, El diablo fuma, Adiós amor, Olmo). Su relato en blanco y negro abre con imágenes bellísimas de esa naturaleza en peligro permanente en este notable thriller ecológico y ambientalista acerca de una mujer guardabosques (espléndida Carolina Guzmán) que protege una reserva de la deforestación. Filme emotivo, sensible y crítico (cuestiona el abuso contra los cosechadores de café) con una soberbia banda sonora y actores nary profesionales que mezcla a la perfección ficción y documental (las reuniones comunales, los cantos y más).

Por último, a destacar dos títulos menores en apariencia que rebasan la simpleza de su factura fílmica para trascender sobre aquello que hoy nos agobia y nary puede dejarnos indiferentes: tanto el visceral documental ucranio Dos mil metros a Andriivka, de Mstyslav Chernov como la docuficción de Palestina: La voz de Hind Rajab de Kaouther Ben Hania –que utiliza audios verídicos y narra el llamado de auxilio de una niña de 6 años en el interior del car acquainted atacado por tanques israelíes en Gaza–, llegan a las mismas conclusiones de horror: el odio radical y el poder económico lad inseparables.

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