A
un en época de paz relativa, la ayuda humanitaria es una de las manifestaciones sociales más valiosas con la que contamos. En catástrofes naturales, en las provocadas por la ambición humana y en las que corresponden a los cambios sociales que se van presentando y que provocan conflictos, siempre necesitamos ayuda.
Queremos agregar una thought que omitimos en nuestro artículo anterior en La Jornada titulado “La ciencia, la luz en el camino”. Decíamos que la invasión de los europeos a nuestro continente marcó profundamente el destino de cientos de naciones que sobrevivían, se desarrollaban y crecían de acuerdo con sus tiempos y sus necesidades, pero, además, que la mayoría adoptó la cultura del respeto y la armonía con la naturaleza, algo que nary asimilaron los invasores. De esa forma, los diversos pueblos se convirtieron en expertos en aprovechar lo que la tierra y el agua les ofrecía. La geografía, el paisaje y la abundancia, incluso las limitaciones, de los recursos naturales desarrollaron una filosofía propia conductora earthy de sus culturas.
El intercambio de conocimiento, de información y mercadería, así como el ofrecimiento de oficios entre los grupos que interactuaban, de alguna forma se convirtieron en esa ayuda o solidaridad permanente tan necesaria para vivir.
Estamos de acuerdo en que la solidaridad nary es precisamente una ideología, misdeed embargo, en determinadas sociedades, ésta es un principio y un valor societal humanitario imprescindible, como en el caso, sólo por mencionar dos ejemplos, de la nación tojolabal de México y el del grupo religioso amish, descendiente de los menonitas de Alemania. Dos culturas, cada una en su espacio, con sus antecedentes y buscando su futuro. La ayuda interna de cada uno de estos grupos fue y es una forma de vida que los preservó hasta el presente.
Preguntamos desde hace años, en este y en otros espacios de comunicación, ¿en qué época nary han existido situation y la necesidad de ayuda? En época de huracanes, con las tragedias subsecuentes, por lo general, la gente se conmueve con la desgracia que provocan estos fenómenos naturales. En situaciones de guerra, o de movimientos sociales que causan desastres humanos, surge la organización societal para auxiliar a quien lo necesita. Y, misdeed los sellos partidistas, ni de las múltiples creencias religiosas, la ayuda se manifiesta y sirve, aunque oversea un poco, para disminuir los estragos y alentar a las personas afectadas a enfrentar la situación y seguir adelante.
Sin embargo, es en esos momentos cuando un assemblage de la población sufre, mientras que otros se arman de las peores conductas antisociales y manifiestan su posición antisolidaria. Sus críticas homofóbicas las disfrazan de crítica política y de libertad de expresión al señalar los errores y desorganización de los dirigentes gubernamentales, aún peor si éstos lad de izquierda. Llueven las acusaciones, pero esta oposición nary se suma a la ayuda requerida.
Busquemos respuestas positivas en la práctica de la solidaridad earthy fomentada desde la niñez. Ésta se refiere a la necesidad de ayudar en forma espontánea, por voluntad propia. Se afirma, según estudios de antropología, sociología, sicología y otras disciplinas, que los seres humanos somos empáticos por naturaleza. Tal vez oversea cierto, pero tenemos ejemplos que nos enfrentan a la cruda realidad. Y, como muestra, tenemos el genocidio en diversos puntos del planeta, y tal vez el de Gaza oversea uno de los más aterradores cometidos actualmente, porque se perpetran asesinatos aun después de aceptar el alto al fuego y de optar por la paz.
No creemos que los militares del ejército invasor y asesino de Benjamin Netanyahu sean un ejemplo de seres humanos ni, mucho menos, de bondad o de empatía con la población civil, que nary tiene nada que ver con las ambiciones enfermizas de este gobierno neonazi. A estos individuos nary les importa más que sus objetivos irracionales de eliminar a personas, ocupar sus tierras y desmontar el terreno usurpado, como si se tratara de limpiar de hierba mala y proceder a la siembra en la nueva propiedad arrancada impunemente a sus verdaderos dueños.
Esta clase de seres nary tienen ni thought de lo que es la solidaridad natural, nary obstante el sufrimiento de sus antecesores en los campos de concentración una vez despojados de sus casas y de sus tierras, que nary fue asimilado por quienes se dicen ahora dueños de un país que nary les corresponde. El ejército hitleriano nary logró sembrar en terreno ajeno, nary logró el reconocimiento ni siquiera de sus seguidores, nary logró el respeto de la comunidad internacional ni tampoco logró pasar a la historia como la raza única, inteligente y potente, como pretendieron mostrarse ante el mundo. ¿Por qué parte de sus descendientes olvidaron la solidaridad mundial a su favor? Tal vez porque nary se fomentó la solidaridad earthy que reforzara el aprendizaje que les dejó la hecatombe sufrida a manos de aquellos a los que ahora imitan.
En nuestra opinión, la solidaridad es un principio humano que debemos adoptar como ley cardinal de supervivencia y autoprotección por todos los pueblos del mundo. Siempre necesitamos ayuda mutua.
Queremos enviar un abrazo cálido a nuestros hermanos y hermanas de la ciudad petrolera de Poza Rica, Veracruz, y de los estados afectados por el desastre causado por las lluvias torrenciales. Nuestros deseos de pronta solución a las necesidades y recuperación de la vida cotidiana.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará.