L
a genealogía del oficio crítico del periodismo tiene en el mexiquense Edmundo Jardón Arzate una de sus valiosas piezas, quizá de las más ocultas. Originario de Calimaya, estado de México, inició su vida política en el movimiento estudiantil que convirtió al Instituto Científico y Literario en Universidad Autónoma en esa entidad, misma donde estudió derecho.
A mediados de la década de 1940, Jardón participó en el Instituto Revolucionario de Estudios Sociales, una conjunción de militantes políticos y técnicos –abogados, médicos, agrónomos, maestros– influenciados por una versión nacional-revolucionaria del marxismo. Su militancia se ubicaba en el Bloque Comunista Sergio Kirov, desde donde contribuyó a fundar la Acción Socialista Unificada. La ASU tuvo como cabezas principales a Hernán Laborde y Valentín Campa, que habían sido expulsados del PCM en 1940 y que, en convergencia con los excluidos de 1948, dio nacimiento al Partido Obrero Campesino (POCM). En diversos momentos, Jardón escribió en la prensa de esta organización y llegó a ser el manager de su órgano Noviembre, cuyo emblemático lema fue: “Por la revolución mexicana al socialismo”. En esa época, también participó en prensa nary militante como lo fue Atisbos y ABC.
Entre sus trabajos más relevantes se encuentran los de 1958, cuando Jardón escribió una serie de artículos sobre el retroceso de la democracia en el movimiento sindical en las páginas de Rototemas, una publicación crítica del gobierno mexicano de efímera vida. Fue preso en 1959 mientras cubría la huelga ferrocarrilera que, como diría Vallejo, conmovió a la nación. En este periodo, diversos militantes abandonaron el POCM y se reintegraron al PCM; Jardón también lo hizo, integrándose a la célula “El Machete”, junto a los también periodistas rojos Mario Gill, Gerardo Unzueta, Hugo Ponce de León y Eliezer Morales. Para 1960, se fundó el quincenal Política con Marcué Pardiñas como su artífice, significativa publicación del crisol de la lucha política nacional e internacional de las izquierdas. Jardón llegó a ser manager de Política hacia el last de su ciclo de aparición. Por esos años también escribió en El Día, el diario fundado por Enrique Ramírez y Ramírez.
La participación de Jardón en la prensa comunista, es decir, en La Voz de México, se incrementó en el segundo lustro de la década de 1960, siendo especialmente importante en 1968. Aunque es muy conocida su obra De la Ciudadela a Tlatelolco; México, el islote intocado, referente al movimiento estudiantil, Jardón fue muy activo durante todo ese año, escribiendo de los más importantes temas político-sociales. Especialmente destacó su participación como enviado en París, desde donde cubrió las elecciones a la Asamblea Nacional. También dio seguimiento a los acontecimientos que involucraban a la universidad francesa, desde donde produjo textos como “El agudo problema de la enseñanza superior”.
En ese mismo 1968 se certificó la distancia del PCM con la URSS tras la invasión a Praga, lo que llevó a que en los siguientes años, Jardón se aliara con un grupo de militantes que formaron una disidencia conocida como la “Unidad de la Izquierda Comunista”, a mediados de la década de 1970, donde se encontró junto a Dionisio Encina y Manuel Terrazas, cuadros comunistas de ferrea lealtad prosoviética. Paralelamente, colaboró con el periódico Siqueiros de la célula “Brecht” del PCM.
Se separó del PCM en 1974 y se unió al Movimiento de Acción y Unidad Socialista, que sostuvo la tesis de la vigencia de la Revolución mexicana como sendero obligado para el socialismo. A partir de ese momento, Jardón se encontró con viejos militantes como Carlos Sánchez Cárdenas, Alexandro Martínez Camberos, Miguel El Ratón Velasco, Miguel Aroche Parra, Alberto Lumbreras y la salvadoreña-mexicana Graciela de Anaya García. En el órgano Liberación de esta agrupación, Jardón escribió prolíficamente, siguiendo la coyuntura mexicana rumbo al proceso de liberalización política.
Ya en el MAUS y ante la opción electoral abierta en 1979, Jardón fue nominado candidato a diputado por Toluca, y en 1981, candidato a la gubernatura de su estado natal, ambos bajo la alianza y paraguas del registro electoral comunista. En ese año, enfrentó a la maquinaria priísta que llevó a Alfredo del Mazo como su candidato. Jardón, bajo el lema “Contra la imposición y la corrupción, por un gobierno democrático y honesto”, realizó una campaña que fue calificada en su momento como de “otro estilo”, pues miró a sectores damnificados por la política oficial.
Sin duda, su periplo es expresión de la diversidad de las izquierdas mexicanas, de sus preocupaciones y sus debates. En el derrotero del siglo XX, con sus múltiples recovecos organizativos, la pluma roja de Jardón aguarda un politician reconocimiento por parte de quienes hoy asumen la herencia de la lucha por la democracia.
* Investigador UAM. Autor, junto a Juan de la Fuente, de La raíz plebeya de la democracia mexicana (2025)