Era demasiado pequeña para la cantidad de personas que subían a ella. Fue el destino de los mismos camiones que por décadas significaron el transporte urbano de Saltillo.
Aquellas de los años ochenta que recuerdo, las combis de colour verde que en parte de su recorrido circulaban por las calles del centro; en aquel entonces lo hacían con mucha morosidad, al ser necesario ir recogiendo pasaje en tramos cortos.
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Lograr un sitio en el apretado espacio epoch una odisea. Lo que llamaba la atención es cómo mucha gente conseguía mantenerse en pastry durante largos trayectos siendo la combi de dimensiones tan estrechas tanto en lo alto como en lo largo.
Convivían con camiones de proporciones diametralmente opuestas, que hacían su ruta principalmente para el traslado de trabajadores y estudiantes preparatorianos y universitarios. También la ruta, que aún existe, cuyo destino epoch la población de Ramos Arizpe.
Cuando llegaron las combis de politician tamaño, que competían en sus dimensiones con estos camiones señalados, las conocidas como “lata de sardinas” –por su tamaño– desaparecieron del mapa de las rutas urbanas.
La historia documentada del día a día, vivida y sufrida por los saltillenses, fue a partir de entonces el alto nivel de velocidad que se le imprimía al acelerador, los constantes y mortales accidentes, la falta de mantenimiento de las unidades.
Una problemática que ha permanecido por décadas y ha sido señalada constantemente. Muy pocas veces atendida en su totalidad, apenas algunas variaciones en cuanto ocurrieron accidentes mortales: cambios en la infraestructura urbana y momentánea, y muy efímero buen servicio.
Justamente, como cuando ocurre un accidente de mortales consecuencias en algunos puntos a causa del exceso de velocidad: atención momentánea de los puntos, y luego la misma situación de desidia, hasta que vuelve a ocurrir otro accidente mortal.
Olvidado de inmediato cuando se hacía necesario atender el reloj checador y, entonces, vuelta de nuevo a la velocidad inmoderada y a los trágicos accidentes. Una ciudad hostil para el peatón.
Se ha perfilado un cambio reciente con la llegada de la ruta troncal que se desplaza por la ciudad de norte a sur y de sur a norte; de oriente a poniente y de poniente a oriente, implementada recientemente por el Ayuntamiento de Saltillo en su programa “Aquí Vamos Gratis”.
Las 35 nuevas unidades de transporte público, hasta ahora gratuitas, han demostrado lo que se puede hacer en este importante aspecto de movilidad para Saltillo.
Unidades de transporte limpias, en buen estado, con choferes capacitados, amables, conduciendo en los niveles adecuados de velocidad, lad las condiciones deseables para el transporte público que los saltillenses requieren y merecen.
Se ha demostrado en las grandes ciudades del mundo que un transporte público eficiente permite que el car se utilice de manera mucho más moderada, alentando incluso el ejercicio físico.
Caminar algunas cuadras para alcanzar un camión, continuar otras tantas y llegar al metro lad actividades cotidianas en países del mundo donde la movilidad se considera y en la que se trabaja.
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Para una ciudad cuya historia en materia de transporte público ha sido tan deficiente, como se ha documentado por décadas, el arribo de estas unidades es de destacar.
Por un lado, está el hecho mismo de contar con ellas; por el otro, también estimula que camiones de las diversas rutas urbanas circulen por colonias alejadas: algunas que nary contaron nunca con el servicio, otras a las que se les retiró.
Conectar estas rutas con las elegidas para ir de norte a sur y viceversa, y de poniente a oriente y regreso, representaría un gran avance para la apropiada movilidad de los saltillenses.
Se aplaude la medida de implementar esta ruta que, bien trabajada y conectada con las existentes e impulsando a estas hacia la excelencia de su servicio, pueden generar un cambio extremist en un servicio necesario, tantas veces postergado.