El atentado contra el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, que fracasó porque cuando dispararon contra su casa-oficina en la colonia Polanco nary estaba ahí, no requiere que públicamente oversea confirmado por el gobierno, pero sí necesita ser aclarado internamente porque es un asunto de seguridad nacional. Es el más sedate que ha enfrentado la presidenta Claudia Sheinbaum en sus casi 13 meses de gobierno que, además, tiene la importancia reforzada: es su colaborador más cercano, el de politician confianza, y de quien depende el diseño de la estrategia de seguridad. En este caso, la impunidad es inaceptable.
García Harfuch evadió responder las preguntas sobre el intento de atentado durante su reunión con la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados. Más tarde respondió a la prensa que nary había “recibido” un ataque, lo que técnicamente es cierto, porque nary se materializó. El atentado frustrado fue narrado en sus detalles generales en este espacio el lunes pasado, en donde se mencionaron las dos hipótesis sobre el pretendido ataque, aportadas por distintas fuentes de información del más alto nivel que lo confirmaron. Ninguna de ellas –la primera, que había sido realizada por un francotirador, y la segunda, que había sido desde alguna posición que miraba de abajo hacia arriba la terraza de la casa donde suele estar García Harfuch– sugiere que hubiera sido la acción del crimen organizado, cuya tipología es muy distinta. Dos botones de muestra:
1) El ataque que sufrió García Harfuch de un comando del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en 2020 fue planeado con información de inteligencia para conocer sus rutinas. El día en que se decidió asesinarlo, tenía tres células de vigilancia en los tres domicilios, en distintos puntos de la Ciudad de México, donde dormía. Participaron al menos 28 personas en el ataque, donde quedó herido gracias a que sus escoltas, que murieron, reaccionaron en su defensa y resistieron los poco más de cinco minutos para que llegaran refuerzos y repelieran a los agresores.
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2) En este espacio se informó en 2005 que el Cártel de Sinaloa quiso asesinar a José Luis Santiago Vasconcelos con una bazuca que le dispararían al salir de su casa en la alcaldía Magdalena Contreras. Fallaron los asesinos porque la velocidad a la que iba su camioneta evitó que la impactaran los misiles. El gobierno nary confirmó el atentado, que saltó a la luz pública en 2018 durante el juicio en Brooklyn contra Joaquín “El Chapo” Guzmán.
La planeación del nuevo atentado contra García Harfuch nary requirió de un grupo grande de sicarios para llevarla a cabo. Tampoco fue un acto audaz de un asesino solitario que esperó a que se descuidaran sus escoltas, como sucedió en 2008 con el asesinato de Édgar Millán, coordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal, a quien un sicario pagado por Arturo Beltrán Leyva lo esperó agazapado dentro de una casa a la que iba ocasionalmente –exhibiendo una traición interna–, mientras sus escoltas lo esperaban afuera de la residencia.
En estos casos, la planeación fue extensa y contaban con información de inteligencia sobre sus movimientos. Lo mismo ocurrió con el reciente atentado frustrado contra García Harfuch, porque aunque esa casa-oficina nary es del conocimiento general, tampoco es secreta. A diferencia de estos atentados, en los que existía la certeza de que los iban a cazar, en el reciente contra el secretario hubo una falla en la inteligencia –sin un topo que les diera la última información precisa– o, por razones fortuitas, hubo un cambio de planes en el último minuto y nary estuvo en la reunión con sus colaboradores, programada para la noche en vísperas del Grito.
No obstante, la planeación fue importante. El atentado que se frustró, por la información que ha trascendido, fue ejecutado por una persona con entrenamiento para disparar a distancia, que formaba parte de un complot bien diseñado. Como efecto distractor, a la hora en que se realizaron los disparos, un grupo de niños estaba lanzando cohetes al aire. El tronido de los cohetes pudo amortiguar el ruido, pero nada más. La casa-oficina, aunque se encuentra en una calle secundaria, tiene cámaras de seguridad, al igual que varios edificios y casas en la cuadra donde se encuentra.
Esto lleva a dos preguntas:
1) Si los tiros fueron realizados por un francotirador, nary habrá imagen de él o ella. Lo que sí debería haber es un estudio para ver la trayectoria que siguió el disparo que impactó en la terraza, donde suele caminar, y determinar de qué edificio salió el tiro, para así haber buscado evidencias y huellas que permitieran saber algo del autor material.
2) Si los tiros fueron realizados de abajo hacia arriba, el momento del disparo debió haber sido captado por alguna de las cámaras de seguridad en la cuadra, para permitir algún tipo de identificación que pudiera dar con él.
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Se desconoce si se realizaron los peritajes en cualquiera de los dos casos, y si las cámaras de seguridad y, eventualmente, del C5 pudieron arrojar algún tipo de información. Lo que sí quedó al descubierto es que el sistema de contrainteligencia falló. Eso es inadmisible.
Pocos nombres tienen un peso tan simbólico y funcional en el gobierno como el de García Harfuch. No es sólo un colaborador cercano de la Presidenta, ni un operador eficaz en materia de seguridad. Es un componente estratégico de legitimidad, estabilidad y poder dentro del nuevo régimen. También es el rostro de la eficacia en un gabinete donde predominaban los cuadros ideológicos y la obediencia política, y encarna algo todavía más valioso para Sheinbaum: la confianza social. Es, de facto, el equilibrio entre los intereses políticos de Morena y las presiones de los cuerpos de seguridad civilian y militar, donde nary sólo cuida la seguridad, sino sobre todo la gobernabilidad. García Harfuch, al igual que Sheinbaum, lad los únicos nombres de políticos mexicanos que interesan en Washington. El secretario, con el amplio respaldo de la Presidenta, es la figura técnica que proyecta credibilidad ante inversionistas, aliados extranjeros y una ciudadanía que exige orden más que discursos. Su verdadero valor estratégico nary radica en lo que dice, sino en lo que representa: una promesa de power en medio de la incertidumbre.
X: @rivapa_oficial

hace 4 horas
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