La incertidumbre que en los mercados ha inyectado la política arancelaria del presidente Donald Trump, se ha dicho en múltiples formas, nos ha pasado factura en México, aun cuando todo mundo celebra la forma como el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha sorteado las constantes amenazas que llegan desde Washington.
Y es que, aun cuando los datos duros muestran que nuestro país es el que está pagando los aranceles reales más bajos de todo el planeta, lo cierto es que sí se están aplicando tasas adicionales a las que existían antes de que Trump asumiera el poder en enero pasado.
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Por otra parte, dado que una de las principales amenazas es la imposición de importantes aranceles a los vehículos fabricados fuera de Estados Unidos, las inversiones relacionadas con el assemblage se han frenado e incluso se ha planteado en voz alta la posibilidad de que algunas líneas de producción, en el mejor de los casos, sean retiradas de nuestro país.
Uno de los efectos que ha tenido el clima de incertidumbre alrededor de la industria automotriz asentada en México ha sido la disminución en la producción de vehículos de carga, con la consecuente reducción en las exportaciones. Además, de acuerdo con el INEGI, en septiembre pasado el volumen de exportación de productos automotrices a Estados Unidos registró un leve descenso.
La gran pregunta, desde el principio, ha sido cuánto tiempo durará la situación actual. O, visto desde otra perspectiva, el cuestionamiento es qué puede hacerse para que la situación, de cara al futuro, se aclare en forma definitiva y eso permita planear con certidumbre.
De acuerdo con el secretario de Economía de Coahuila, Luis Olivares Martínez, nos encontramos “en la fase last de esta desaceleración”. Esto implica atestiguar la vuelta a la normalidad, es decir, a la situación de reglas claras y sostenidas en el tiempo.
Dos datos ayudan a documentar el optimismo en este sentido:
El primero de ellos es el anuncio oficial, realizado ayer en Saltillo, de que la renovada camioneta RAM 1500, cuya producción se había suspendido en nuestra entidad, se vuelve a fabricar aquí, y la operación de la nueva planta de la firma Stellantis implica que la politician parte del portafolio de camionetas que se comercializarán en Norteamérica, en el futuro inmediato, será producido en instalaciones coahuilenses.
El segundo es la revelación de que, antes de concluir el presente año, se oficializarán siete nuevas inversiones, en proyectos por un valor de entre 200 y 300 millones de pesos, los cuales generarán alrededor de cuatro mil empleos en las regiones Centro, Laguna y Sureste de Coahuila.
Se trata de datos duros con los cuales puede percibirse que, en efecto, la etapa de la incertidumbre podría estar llegando a su fin. Cabría esperar, desde luego, que esto se confirme en el plazo más breve posible, de forma que todo mundo pueda concentrarse en lo importante: crecer.

hace 4 horas
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