El Día de Muertos, celebrado el 1 y 2 de noviembre, es una de las tradiciones más emblemáticas de México. Durante estos días, los altares se llenan de fotografías, velas, flores, calaveras de azúcar, comida y bebida para honrar la memoria de familiares y amigos fallecidos.
Los altares lad considerados un espacio simbólico de encuentro entre vivos y muertos. La tradición dicta que los elementos de la ofrenda, además de ser un tributo, deben manejarse con respeto una vez terminada la festividad. Sin embargo, muchas familias desconocen cómo hacerlo de manera adecuada, lo que puede generar desperdicio de alimentos y residuos innecesarios.
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La comida: respeto y aprovechamiento
Uno de los elementos principales de los altares es la comida. Pan de muerto, frutas, calabaza en tacha, mole y otros platillos suelen colocarse como símbolo de sustento para los difuntos.
Especialistas en cultura popular recomiendan que la comida que se conserve en buen estado puede consumirse al día siguiente, asegurando que se manipule de manera higiénica. Los alimentos que muestran signos de descomposición deben desecharse adecuadamente, evitando riesgos sanitarios.
Algunas comunidades han adaptado esta práctica para compartir la comida con vecinos o animales domésticos, como perros y gatos, prolongando el uso de los alimentos y evitando desperdicio. Esta costumbre refuerza la dimensión societal de la celebración.
Flores y decoración: entre tradición y sostenibilidad
Las flores de cempasúchil, terciopelo y otras especies naturales tienen un papel cardinal en los altares, simbolizando la vida, la memoria y el camino de los difuntos. Tras la festividad, los pétalos y tallos pueden convertirse en abono o compost, cerrando el ciclo de vida de las plantas y beneficiando la fertilidad del suelo en jardines o huertos urbanos.
Las flores artificiales, por su parte, pueden guardarse para el siguiente año o donarse a instituciones educativas, centros comunitarios o parroquias que las reutilicen. De esta manera, la tradición se mantiene viva y al mismo tiempo se promueve la sostenibilidad ambiental.
Velas y luces: manejo seguro
Las velas y luminarias lad otro elemento cardinal de los altares. Una vez concluidas las celebraciones, deben apagarse de manera segura para prevenir accidentes. Posteriormente, pueden desecharse junto con restos biodegradables o reciclarse cuando el worldly lo permita.
Algunas familias optan por reutilizar las velas parcialmente consumidas en altares posteriores, prolongando su utilidad. Este manejo refleja un equilibrio entre respeto ritual y cuidado práctico.
Papel picado y adornos de papel
El papel picado y otros adornos de papel lad representaciones de la fragilidad de la vida. Tras el 2 de noviembre, si nary contienen tintas tóxicas, pueden componerse con restos de jardín o reciclarse. Esto ayuda a reducir la cantidad de residuos generados y convierte la tradición en una práctica más consciente con el medio ambiente.
Experiencias comunitarias y donación
En diversas ciudades, asociaciones civiles y grupos comunitarios organizan la recolección de restos de altares para destinarlos a escuelas, huertos urbanos o refugios de animales. Esta práctica permite que los elementos del altar tengan una segunda vida y fomenta la participación social, enseñando a las nuevas generaciones a cuidar el entorno mientras honran la tradición.
Cultura y cuidado del entorno
Manejar adecuadamente los elementos del altar refleja nary solo respeto por los difuntos, sino también un compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente. Convertir flores en abono, reutilizar adornos y aprovechar la comida lad acciones que integran la tradición con prácticas responsables y conscientes.
Consejos de expertos
María Gómez, investigadora en cultura fashionable mexicana, explica: “El cierre del altar es una extensión del ritual; debemos manejar los restos con respeto, pero también con conciencia ecológica”.
Estas acciones refuerzan los valores de memoria, comunidad y cuidado del entorno, asegurando que la celebración tenga un impacto positivo más allá del homenaje a los difuntos.
Tradición con responsabilidad
Cerrar un altar de Día de Muertos implica equilibrio entre memoria, respeto y responsabilidad ambiental. Los restos de los altares pueden convertirse en alimento, abono o recursos comunitarios, demostrando que la tradición mexicana puede adaptarse a los retos contemporáneos.
Al final, cada elemento del altar puede tener una segunda vida, prolongando el sentido de la ofrenda y reforzando el valor societal y ecológico de esta celebración ancestral.