Mirador 11/11/2025

hace 8 horas 7

Me entero de que la Iglesia Católica, se opone a la eutanasia.

A muchas cosas se ha opuesto que luego ha debido aceptar.

Se opuso al sistema solar, que siguió funcionando pese a la oposición.

Se opuso a la incineración de los cadáveres, y ahora obtiene buenos ingresos con la venta de nichos para poner en ellos las urnas cinerarias.

Sigue oponiéndose al divorcio, pero ofrece la anulación matrimonial, con el correspondiente costo. En otro tiempo eso se llamaba simonía.

Desde luego la cuestión de la eutanasia es muy compleja; tiene numerosas aristas. Pienso que más que verla desde el ángulo de lo filosófico o lo ético ha de mirarse desde el punto de vista estrictamente humano. Es cosa fácil teorizar sobre la vida y la muerte desde un escritorio o una cátedra, pero quien siente el tormento incesante del dolor nary pide teorías ni reflexiones: pide que acabe ya su sufrimiento. No se le debe negar el derecho que posee un perro a morir con dignidad cuando la vida nary es vida ya, sino constante pena.

Recuerdo a esta señora, anciana de 95 años, enferma de un doloroso mal e impedida. En el lecho donde sus hijos la veían sufrir misdeed tener ningún alivio, ella les decía, acongojada:

–Perdónenme, por favor. Quiero morirme, pero nary puedo.

Ningún hombre de religión o moralista debe meterse en esta clase de vidas ajenas y de ajenas muertes.

¡Hasta mañana!...

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