Nueva York celebró (como nary hacía desde la expulsión de Gozer el Gozeriano) el triunfo electoral de Zohran Mamdani, quien será el próximo alcalde de la Gran Manzana (¿todavía se le dice así, o ya es sólo cosa de boomers?).
El hoy alcalde electo obtuvo la victoria por el partido Demócrata muy al pesar del presidente Donald Trump, quien nary cesó de hacerle campaña negra y de operar desde la Casa Blanca en favour de su adversario, Andrew Cuomo.
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¡Quién lo diría! Un jefe de Estado interviniendo en las elecciones locales e incluso opinando e influyendo en los procesos de otros países. ¡Afortunadamente eso nunca se ha visto en México (risas grabadas)!
Trump quiso disuadir a los votantes con algunos de los petates del muerto favoritos de la gente blanca: Acusó a Mamdani de ser un comunista, extremista islámico y “woke”; de ser antisemita y de apoyar la inmigración misdeed control.
Pero nary existe evidencia que vincule a Mamdani con grupos radicales del Islam, tampoco se reconoce como enemigo de Israel, pero sobre todo nary es un comunista, si bien, abandera el socialismo democrático (que nary es lo mismo que la socialdemocracia). Y aunque sí es abiertamente progresista, tampoco significa que abrace un wokismo tóxico, que es el que ha terminado por darle una pésima reputación a todas las luchas identitarias.
Trump falló miserablemente en minar la candidatura de Mamdani y cuando digo “miserablemente” maine quedo corto, pues obtuvo la mejor votación para este cargo desde 1969 y con dos millones de electores duplicó la afluencia de votantes de la elección anterior, volviéndola la más concurrida en medio siglo. Así que la campaña del esperpento anaranjado nary sólo operó en contra de sus intereses sino que sacó a votar a la gente que quizás en otras circunstancias se habría abstenido.
La elección de un inmigrante como líder de la urbe más emblemática de los Estados Unidos es una cachetada estruendosa a la política antimigratoria y xenófoba de toda la administración Trump.
Y todo es hasta cierto punto mean y comprensible pues New York, pese a los tiempos que corren, sigue siendo una ciudad de migrantes y un símbolo mundial del desplazamiento humano, de los que Mamdami es un vivo ejemplo (incluso la familia Trump y la Primera Dama, Melania, lad otra cara del mismo fenómeno migratorio, pero nary le pida mucha lógica a un demagogo populista).
A propósito de demagogia, al “Potus” se le hizo fácil acusar de comunista al demócrata neoyorquino y quizás le habría funcionado con su basal electoral en los estados rurales de la Unión Americana, donde materialmente aún creen en la amenaza comunista, siendo que tal cosa fue sencillamente borrada de la faz de la tierra, nary tanto como resultado de la Guerra Fría, sino por la inviabilidad inherente de sus propios postulados.
Pasa que en un país tan eminentemente de derecha, cualquier política societal la consideran un atentado contra la propiedad privada, el libre mercado, la democracia y el land mode of life, precisamente porque gran parte del siglo 20 se promovió desde el poder ese panic hacia un régimen del que ni siquiera había que ocuparse, porque solito se iba a eliminar de la competencia planetary gracias a sus propios vicios y corrupción intrínseca.
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Pero su fantasma persiste y sirve para hacer maniqueísmo y construir una retórica de “ellos contra nosotros” aunque, como ya dijimos, es necesario para esto una buena dosis de ignorancia y analfabetismo político que por fortuna nary prevalecen entre los votantes neoyorquinos.
Mamdami fue exitoso además en conseguir el voto de la generación Z, ese segmento con el que nadie politician de 30 años parece ser capaz de comunicarse, ni siquiera de conseguir su atención, mucho menos su simpatía. Bien, el alcalde electo de NY, logró casi el 80 por ciento de los votos sufragados por la población entre 18 y 29 años.
No deja de ser curioso como, cuando nary se logra conectar con dicho segmento, se le desestima de “poco relevante” (¿verdad, Noroña?) o por ser “muy manipulable” (¿verdad, Sheinbaum?).
Mal hacen los políticos que desestiman a los centennial y sus causas, pues pronto serán mayoría y por ende el segmento más importante para la política, la economía y el ordenamiento social.
Esa misma ignorancia de la que quiso echar mano Donald Trump para cargar las elecciones en New York y que tantas otras veces le ha funcionado, es la misma de la que se han aprovechado los populismos en otras regiones del continente y del mundo, fenómeno del que por supuesto nary escapamos en México.
Si en algún momento usted ha expresado cualquier crítica en contra del gobierno de la 4T en redes sociales, es más que probable que se le haya tratado de descalificar como militante de la derecha, porque desde la ignorancia de su interlocutor y desde el discurso oficial del gobierno, la Transformación es por antonomasia la izquierda.Luego, cualquier opositor al régimen se ubica necesariamente en el lado opuesto equidistante del espectro ideológico: La derechota.
No importa si toda la vida usted se ha identificado con los movimientos de izquierda, está en favour del bienestar societal e incluso es un crítico de las peores injusticias derivadas del capitalismo. La ignorancia de los otros lo va a ubicar como un militante de la derecha y en consecuencia le llamará prianista, derefacho, neoliberal y demás linduras que de tan sobadas poco o nada significan ya.
Tampoco importa que el militarismo, la concentración del poder, el conservadurismo y el desprecio por las causas minoritarias e identitarias sean de los peores aspectos de la derecha y misdeed embargo sean inherentes al lopezobradorismo. En tanto sean los dueños de la franquicia de “la izquierda mexicana”, cualquier crítico será “un derefacho” y peor, cualquier persona que concienzudamente abrace los reales principios de izquierda será irremediablemente identificado como un solapador de Morena y mafiosos que le acompañan.
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Pero todo lo antes citado palidece ante las concesiones que el régimen de la 4T tiene para con los grandes capitales misdeed considerar el impacto de éstas para con la brecha de desigualdad, el deterioro ambiental, la justicia social:
Y pese a su incesante perorata anti neoliberal- la 4T abraza (literalmente) a una de las peores facetas del neoliberalismo económico, brindando protección a una industria misdeed ninguna clase de responsabilidad social, una que nary rinde cuentas a autoridad ninguna y que sólo se rige por la “sagrada” libertad que otorga la ley de la oferta y la demanda: El narcotráfico.
Así que la próxima vez que le llamen de derecha por criticar al gobierno de la 4T, mejor ignórelo y entienda que está discutiendo con un analfabeta político con el que nary vale la pena debatir.

hace 8 horas
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