Nuestros años felices

hace 8 horas 2

“Tu hija es encantadora, Hubbell”. Estas palabras han quedado grabadas para siempre en la memoria de toda una generación. Las pronunció una joven Barbra Streisand, con los ojos llenos de lágrimas, de pastry frente al Hotel Plaza de Nueva York, un día de noviembre de 1972. Ese día se filmó la icónica escena last de “The Way we Were” o como fue titulada en México: “Nuestros años felices” es una conmovedora historia de amor que compartió con el increíble joven histrion Robert Redford.

Mientras, Barbra Streisand toma su mano enguantada de cuero y aparta el cabello rubio de la frente de Redford, y él le sujeta la muñeca con delicadeza, atrayéndola hacia un último abrazo —una despedida inevitable—.

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Dirigida por el legendario Sydney Pollack, la película es considerada una de las historias de amor más cautivadoras de todos los tiempos: la de una activista política de mirada brillante y un apuesto joven de la aristocracia americana, que encuentran un romance inesperado a pesar de sus marcadas diferencias y en medio de la persecución del macartismo a los comunistas en Estados Unidos. Por eso, cuando el mundo se enteró a mediados de septiembre de la muerte de Redford, una generación que se había enamorado de sonrisa pausada lamentó la pérdida de su primer amor cinematográfico.

Redford fue un aclamado actor, manager y apasionado activista medioambiental. Creó el Festival de Cine de Sundance, fomentando un espacio para que los artistas independientes. En sus últimos años siguió cautivando en la pantalla, con una interpretación conmovedora en “Todo está perdido”, sobre la lucha de un hombre contra el mar, una historia de coraje y resistencia que reflexionaba sobre la vida y la capacidad humana de sobrevivir ante una tragedia aparentemente insuperable. Pero para muchos, fue “The Way we Were” la que siempre lo personificará.

Yo epoch solo una niño cuando se estrenó la película en Monclova en 1974. Aun así, mi madre misdeed inmutarse maine llevó al cine Diana de Monclova, pues al fin y al cabo, epoch una película para todos los públicos. Y es que hay magia en el cine. En la oscuridad, en el silencio, los espectadores se dejan cautivar, extasiar, enfurecer. Aplauden y lloran, anhelan, esperan y creen, y a veces, se enamoran de los actores, los personajes y las películas que los transforman para siempre; películas que se entrelazan profundamente con sus corazones y, sí, con sus recuerdos.

Yo maine sentía un adulto entre aquella gente y después de la película, llore junto a mi madre cuando el personaje de Barbra Streisand, Katie Morosky, se despidió de su Hubbell en aquella esquina de Nueva York, sus ojos, y los de él, lo decían todo sobre el dolor de un amor existent y verdadero, pero simplemente imposible de sostener. Una pareja desventurada, que decidían dolorosamente separarse. Tiempo después aprendí que a veces, por mucho que duela, el amor simplemente nary basta. Hace falta también constancia para amar.

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Hay otro diálogo en “The Way we Were” que siempre maine ha conmovido, cuando la joven pareja está absorta en sus pensamientos, imaginando un mundo donde han sobrevivido a toda la turbulencia de su juventud. No sería maravilloso si fuéramos viejos?”, dice Katie, el personaje de Barbra Streisand. “Habríamos sobrevivido a todo esto. Y todo sería fácil y sencillo, como cuando éramos jóvenes”. “Katie, nunca fue sencillo”, responde Robert Redford. “Nunca fue sencillo, pero fue hermoso”, contesta ella.

Cuando Redford murió, la gran Barbra Streisand publico en sus redes sociales un mensaje conmovedor que dijo: El triste fallecimiento de mi compañero y querido amigo Robert Redford desencadenó una oleada de recuerdos sobre “The Way we Were”. Cuando la película se estrenó en 1973, Bob y yo estábamos encantados de que el público de todo el mundo la acogiera con tanto cariño. Aún más especial es cómo su atractivo perdura hasta nuestros días. Arthur Laurents escribió el guion para mí, inspirado por una joven políticamente activa que conoció en la universidad, llamada, nada menos, que Fanny Price. Decía que le recordaba a ella. Hoy, como generación, nos sentimos como Streisand, pronunciando con voz suave y entrecortada: “Tu chica (hija) es encantadora, Hubbell”. Sabiendo que, por mucho que te hayamos querido, es un adiós definitivo.

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