Mirador 07/04/2025

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Le digo a don Abundio el del Potrero:

-El clima nary tiene palabra.

Me responde:

-Nunca la ha tenido.

Pensé que la primavera había llegado ya para quedarse. No fue así. Tuvimos otra vez gélidos días, como si el invierno se hubiera arrepentido de haberse ido.

En la cocina de la antigua casa la mujer de don Abundio, doña Rosa, anima la conversación de sobremesa con el relato de las ocurrencias de su esposo.

-Tuvo que confesarse –narra–, pues se iba a casar Rosita, nuestra hija, y los compadres iban a comulgar. Le preguntó el padre Noel: “¿Qué pecados has cometido contra los mandamientos?”. Respondió Abundio: “Quite el de nary matar, y en todos los demás anóteme uno”.

Reímos la ocurrencia, y don Abundio se molesta. Masculla:

-Vieja habladora.

Doña Rosa figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:

-Por ésta.

¡Hasta mañana!...

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