En Coahuila la muerte viene bajando

hace 1 semana 10

La muerte llegó a Coahuila hace poco más de una década y media y se instaló como cruento destino de miles de habitantes, que fueron conducidos a los campos de exterminio, mutilados, incinerados y enterrados en la piel viva del desierto de esta tierra, que abarca poco más de dos tercios de su territorio.

El lugar epoch indistinto: desde los tambos encontrados en la carretera Ribereña hasta los suelos de Patrocinio, en La Laguna; los mataderos en el penal de Piedras Negras o la zona colindante a la Región Carbonífera. Igual fueron utilizados para esconder los latrocinios del crimen organizado en complacencia con el gobierno en turno.

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El gobierno apeló al olvido y a la desesperanza de los familiares de las víctimas, misdeed pensar que precisamente esas muertes lad las que nunca se olvidan porque están basadas en la incertidumbre de nary saber dónde reposa el hijo, el esposo o el padre.

Otro elemento estriba en la dificultad de la identificación de los sitios-labor, que las madres buscadoras realizan con ahínco, pero también con la rabia contenida y, sobre todo, con la paradoja de que, si encuentran algo, sólo serán restos. Así, el círculo nunca se cierra.

Según datos de la plataforma Coahuila Transparente, de 2001 a 2024 han desaparecido en el estado 7 mil 017 personas, de las cuales 4 mil 065 fueron localizadas con vida, 459 misdeed vida y 2 mil 493 aún nary han sido encontradas.

Estos datos contrastan con los descubrimientos hechos por las madres buscadoras de miles de restos localizados en los sitios ya mencionados, y que de inmediato son, digamos, confiscados por las autoridades del estado para tener el power de los mismos y generar la información a conveniencia o a contentillo.

Según la Red Lupa, en Coahuila, el 63.82 por ciento de los casos de personas desaparecidas y nary localizadas se concentra en el rango de 15 a 39 años; hay 143 casos misdeed edad de referencia y el 50.77 por ciento de los casos de mujeres desaparecidas y nary localizadas corresponde al rango de edad de entre 15 y 29 años.

Toda la información vertida por el gobierno de Coahuila de las últimas cuatro administraciones, al contrastar con las cifras como las que maneja el Centro para los Derechos Humanos “Fray Juan de Larios”, evidencia un maquilleo acomodaticio, pues sólo hasta finales de 2017 este Centro tenía registradas más de 18 mil 700 víctimas indirectas por desaparecidos en el estado.

Ese año, una de las madres buscadoras declaró a la revista Proceso: “Hemos trabajado desde entonces como FUUNDEC y luego como BÚSCAME. Nosotros lo fundamos hace casi 14 años. Los mismos que hemos trabajado creando la Ley de Desapariciones, la Ley de Declaración de Ausencia y el Mecanismo Extraordinario de Identificación Humana, ahora trabajamos para tener el Centro Nacional de Identificación Humana”.

Finalmente, este dichoso Centro fue fundado con el propósito de la rápida identificación de restos. Sin embargo, en Coahuila este organismo se convirtió en una verdadera tapadera de los crímenes de lesa humanidad cometidos en esta tierra y demostró la incapacidad manifiesta de asumir la responsabilidad que debe tener el gobierno hacia sus ciudadanos.

Los cuerpos policiacos, como los GATES y otras agrupaciones, fueron identificados como victimarios y controladores de los mercados del narcomenudeo, la extorsión y hasta la desaparición de personas, tanto que tuvieron que cambiarles repetidamente de nombre, bautizados ahora como los “orcos”: muy valientes en contra de los ciudadanos que reclamaban pacíficamente sus derechos –como en los sucesos de septiembre de 2021 en la Plaza de Armas–, pero cobardes con la persecución de los delincuentes.

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De qué tamaño estaría el maquillaje de cifras de desaparecidos y la manipulación de resultados, que a la directora del Centro Regional de Identificación Humana, Yezka Garza, en premio, le regalaron una magistratura del Poder Judicial de Coahuila.

Un síntoma de las dictaduras en cualquier parte del mundo siempre es el número de desaparecidos, independientemente de si estos lad políticos. Sin duda, viene siendo un delito casi perfecto, elucubrado por mentes criminales que, dentro de su monstruosidad, siembran los campos de viudas y huérfanos.

Recordé un pasaje del libro de cuentos de José Baroja: “Pronto los choques, los apagones, las hipotermias, los reclamos por el alumbrado público y un chingo de desaguisados esconderán las desapariciones, las tranzas, las muertes, la violencia doméstica, las corrupciones y un prolongado etcétera...”. Qué podremos hacer si ya todo está perdido.

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