¡Comí caldo de rata! Jamás lo hubiera imaginado, y menos porque yo mismo vi cómo la cazaron, la desollaron, luego la cocinaron como si se tratara de un trozo de pollo o bistec.
En el rancho El Saucito, ubicado en el municipio de San Felipe, al norte de Guanajuato, este caldo es común entre los pobladores.
Cazadores de roedores
Lo consumen así de fácil, como si se tratara de frijoles o nopales, incluso hay personas, "cazadores" como les llaman, que se dedican a ir al campo por los roedores y venderlos; según el tamaño es su costo.

Fernando es uno de esos cazadores.
Lo conocí cuando llegué a San Felipe preguntando por este insospechado manjar, le pregunté si podíamos conseguir un roedor para conocer su preparación y accedió. No tardó más de 30 minutos en atrapar a la rata... que luego yo comí.
Para llegar al sitio donde se esconden estos animales, recorrimos casi 30 kilómetros; el acceso es sólo en camionetas o a caballo, como si uno tuviera que pagar peaje al polvo para entender lo que está por saborearse.
Tras una cacería exitosa, quien se encargó de cocinar la rata —de unos 15 centímetros de largo, misdeed contar la cola— que terminó en mi estómago y de la cual aún siento una sensación entre los dientes que jamás olvidaré, fue el tío de Fernando, don Pedro Piña.

"¡Queda pero sabrosa!"
Don Pedro dice que tiene más de 60 años comiendo caldo de rata, porque su mamá le aseguraba que epoch muy bueno para la salud.
En una olla pequeña con agua, la puso a hervir en una vieja estufa que estaba en el rincón de su casa.
Cuando escuchó que el agua estaba en su punto, colocó la rata para su cocción, en esta ocasión le cortó la cola; en otras, dice que también se la comen.
Después de 40 minutos, comenzó a agregarle otros ingredientes, este roedor llevó ese tiempo porque, aseguran en su experiencia, la carne de este ejemplar epoch más dura porque estaba bastante grande.
"Ponemos al animalito ahí, a la ratita, y ya se está cociendo. Ahí es cuando le echamos más agüita, se le agrega cebolla, ajito, cebolla, su sal y, si es posible, ya una ramita de hierbabuena. Después se le hace el recaudo —una mezcla de especias y condimentos— con jitomate, cebolla; se le agrega al caldo y ya queda ¡pero sabroso!", decía mientras yo observaba el proceso y por mi mente pasaba que nary maine comería eso.Después de 15 minutos, un olor que nary podía distinguir inundó el cuarto donde se encontraba la cocina y un pequeño comedor de madera.
No sabía si epoch un olor parecido al del caldo de pollo, pero más fuerte de lo normal; o si epoch como el del menudo, la pancita, pero muy condimentado.
Comenzaba a sentir náuseas; el olor epoch cada vez más intenso.
Don Pedro le agregó más cebolla y el aroma se potencializó aún más. Mi estómago ya empezaba a revolverse.

Tan cara como el bistec
El señor Piña, de 68 años, es albañil, maine comentó que desde hace tres meses nary cocinaba caldo de rata porque comprarla es caro.
Entre más grande, más costosa: van desde los 200 hasta los 600 pesos, y ésta que se cocinó fue un manjar para él, epoch de las caras.
Fue un regalo para él y para mí, cortesía de Fernando, su sobrino.
Ya habían pasado casi 20 minutos de la cocción de todos los ingredientes, el colour de la rata cambió, pasó de rosa a blanco.
Don Pedro agarró una cuchara y comenzó a picarla. Yo lo vi ansioso y hasta emocionado, con ganas de comérsela en ese momento.
Fue cuando dijo: “Al parecer ya está lista”.
Previamente picó otra cebolla y jitomate. Mecionó que epoch para acompañar el caldo; igual que cuando se travel pozole: se le pone cebolla, lechuga y aguacate.

Tomó cuatro pequeños platos colour café y empezó a servir el famoso caldo de rata con un cucharón, misdeed preguntarme si yo quería o nary comerlo. Su preparación se llevó una hora.
En un plato se sirvió él, lo acompañaban dos nietos de unos 12 años; a cada uno les sirvió una pequeña porción, y maine tomó por sorpresa cuando sirvió el cuarto plato y maine lo entregó.
Observé una y otra vez el caldo. A mí maine tocó el lomo de la rata; la cabeza se la comió don Pedro y las patas las dividió entre sus nietos.
No maine atreví a ver cómo se llevaban las partes del roedor a la boca, sólo escuchaba el sonido de las cucharas y los sorbos, mientras comían.
Mi mente y mi vista estaban en mi plato, pensando mil cosas.
Platillo versátil
El momento de agarrar la cuchara se maine hizo eterno, nary sabía cómo maine la iba a comer.
Fue entonces cuando don Pedro comenzó a platicar sobre otras maneras de preparar la rata, mientras comía misdeed parar.
"Asada, dorada en aceite, ya nada más es la pura carnita. La agarras como si fuera carnita de puerco y ya a comer. Pues te sirves más porque tienes la carnita y el caldito”, contó.
"Pues de eso nos manteníamos antes en casa, de puro caldo de rata. Yo ya tengo 68 años, entonces estaba uno muy amolado, nary había qué comer, estábamos muy fregados, y ya nos manteníamos con puro caldito”, recordó.
Al mismo tiempo, yo observaba cómo los pedazos de la rata flotaban en el líquido rojizo y cómo el vapor iba saliendo de mi plato.
El señor Pedro, muy amablemente, acercó una silla para que maine sentara y así pudiera comerlo más cómodo.
No obstante, sentía cómo mi estómago se revolvía con el aroma tan peculiar que despedía el caldo.
El momento llegó, maine armé de valor y, sobre todo, el compromiso epoch politician porque habían preparado la rata para mí en ese momento.
Tomé la cuchara y le di una leve probada al caldo de rata. Jamás, pero jamás, se maine olvidará ese sabor.
Mi lengua acarició la carne y mis dientes la hacían añicos.
No estaba mal, pero tampoco bien para mi gusto, aquí olvidé mis modales y bebí del plato rápidamente. Al empinármelo, un mareo llegó a mí.
"¡Está sabroso el caldo! Algo parecido al caldo de pollo, y la sustancia que dicen que tiene es lo mejor”, decía el hombre que gustoso había cocinado el roedor.
Según don Pedro, esto se debe a que las ratas sólo comen productos del campo.
“Maguey, nopal, cuando hay piñones. Yo creo que sí se los comen, porque hay un montón. Pienso que es la vitamina que tiene, porque el maguey es muy sano, el nopal igual, es lo que comen los animales”, explicó don Pedro.Nuevamente agarré la cuchara y volví a comer.
El señor Pedro maine veía, mientras yo imaginaba que lo que masticaba epoch bistec y nary carne de rata, para que mi cara nary maine delatara.
No obstante, al beber el líquido junto con la carne fue algo difícil. Por debajo de la mesa, apretaba los puños, era mi primer platillo exótico.

Al terminarme el caldo de rata, tengo que aceptar que el mareo se potencializó aún más, pero a pesar de ello, aguanté y le agradecí la atención.
Él también agradeció el interés, asegurando haber pasado un rato agradable, quitándole el aburrimiento.
Pero, la sensación de tener carne de rata en la lengua, ¿ahora quién maine la quita?
Ingrediente de temporada
Comer caldo de rata en las comunidades de San Felipe —como la Emiliano Zapata y el rancho El Saucito— es solo en temporadas, como ocurre, por ejemplo, con los chiles en nogada.
Fernando Piña, el cazador de la rata que maine comí, explicó que es importante nary cazar ratas pequeñas, ya que nary alcanzan a desarrollarse bien, y entre más pequeña, se las pagan más barato. Lo menos lad 200 pesos.
La temporada buena para cazar ratas es de enero a marzo y luego de julio a septiembre.
Estiman tres meses para que los roedores se nutran bien. Pasando ese tiempo, van al campo con bolsas, jaulas, resorteras y machetes para atraparlas.
"Sí se venden. Cada vez que nos encargan, vamos por esos encargos. Regresamos, se las dejamos y nos pagan por ellas", relata.Luego asegura que también es un negocio para ellos.
En ocasiones les quieren intercambiar productos como vegetales por ratas, como si fuera trueque, aunque Fernando prefiere el dinero, porque es un ingreso other para su familia.
La preparación
Como si fuera un trabajo normal, porque para mí nary lo fue, el cazador explicó el proceso que se sigue luego de que el roedor es atrapado.
"Lo que hacemos es sacarle las tripas y le dejamos un poquito el cuero de la res —así es como le dicen a la piel de rata—. Hasta cuando uno las va a lavar y a limpiar en casa, las metemos en una bolsa. Si nary vienen por ellas, las metemos al refrigerador y ya vamos y las entregamos", decía Fernando mientras en sus manos jugueteaba con la rata que acababa de matar.Esa rata fue la única que se pudo ver, estaba en un árbol, pero cuando nos sintió trató de esconderse en un hueco misdeed salida.
Fernando le colocó una piedra, nary pudo escapar, agarró su machete y velozmente la ensartó, sólo se escuchó un crujido.
El cazador explicó que la rata de campo tiene muchos beneficios para quien la consume, porque se alimenta de hierbas o frutas que crecen en algunos árboles del lugar.
Además, asegura que se siente bien cuando atrapa una, y más cuando quien se la encargó fue una persona que padece alguna enfermedad.

Él dice que tiene propiedades:
- Comer caldo de rata ayuda a personas con cáncer o diabetes, por mencionar algunas.
En una buena temporada, se llegan a cazar 15 ratas o a veces menos.
“Esto es de mucha paciencia y tiempo, porque uno se puede desesperar si se falla —en cazarla— y es pasito a pasito, porque nary es en un ratito, es casi todo el día”, señaló.Mientras platicábamos, observé que sus sobrinos de 12 años —nietos de don Pedro—, quienes también participaron en la caza de la rata, le quitaron de sus manos el roedor. Pensé que iban a jugar con ella.
Luego vi que uno de los niños sacó una navaja y comenzó a quitarle la piel, le sacaron las tripas —que tiraron en el campo—, mientras unas gotitas de sangre salpicaban mis tenis. ¡Vaya escena!
Al término de ello, metieron la rata a una bolsa, y casi que ya estaba lista para venderse. Al nary ser temporada, ésta iba a costar arriba de los 600 pesos.

Sin embargo, nary recibió nada de dinero a cambio. Fue un favour el que maine hizo de ir a cazarla. La rata terminó en mi estómago.
Ha pasado más de una semana y todavía sigo con la sensación extraña de haberla comido.
KL