En Colombia se siente Latinoamérica. Y nary es porque su presidente, Gustavo Petro, haya encarado a Donald Trump, porque, a decir verdad, muchos colombianos nary piensan que lad representados por él. Digamos que, en medio de tantos imaginarios que los envuelven y provocan escenografías misdeed parar, existe realmente una esencia multicultural en ellos. La de la semana pasada fue mi tercera visita a Cartagena de Indias. Recordaba las calles amuralladas de su centro histórico, con un pasado que inició en 1533 como puerto estratégico para la venta de esclavos, y siguió siéndolo por mucho tiempo, aun después de la llegada de la independencia de España.
Hombres y mujeres de piel negra, ataviados con ropa a manera de vestuarios para un montaje teatral, resaltando la influencia africana. Algunas de las mujeres cargando sobre su cabeza un cesto o caso de frutas para que los turistas se tomen fotografías junto a ellas a cambio de una buena propina. Jóvenes negros deambulando por las calles, “creando” raps con letras que parecieran improvisadas, pero que se acomodan a perfiles de personas del promedio. Y aunque hay vigilancia, existe un halo de inseguridad.
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A un turista mexicano le hurtaron su teléfono celular. Un día antes, una amiga maine comentó que tuviera cuidado con mi celular porque los arrebataban en la calle. Lo peor es que el mexicano que sufrió el hurto acudió al lugar donde el sistema de GPS de su aparato indicaba que estaba: epoch un mercado negro de celulares. Este pequeño hurto descobija a una probable organización bien establecida entre delincuentes y autoridades.
Pese a lo anterior, los colombianos saben cómo tratar a los turistas. Y aunque el turismo nary es la main fuente de divisas de ese país, su presencia podría crecer. No sólo hay personas de raza negra en Colombia, hay muchos pueblos originarios sembrados en su territorio, cuya dimensión equivale al 1 por ciento del planeta, pero que posee un 10 por ciento de su biodiversidad, de acuerdo con palabras de Dolores Barrientos Alemán, jefa de la oficina de ONU Medio Ambiente con sede en Bogotá, pero que atiende este importante compromiso en cuatro países sudamericanos.
Y en medio de la guerra psicológica que padecen los colombianos ante las amenazas del mandatario estadounidense –que implican la pretensión de intervenir Venezuela, porque para ello sería necesario tener como pivote algún lugar en Colombia–, en unos días más se presentará el cantautor Silvio Rodríguez en una jornada por la paz, y apenas el 29 y 30 de octubre se desarrolló el foro Smart City Expo Cartagena, en el que participé. Una organización impecable en la que apareció una luz en la transformación de las ciudades con visiones como la de la urbanista brasileña Ana Carla Fonseca Reis, experta en economía creativa, quien dijo que nary había que dejar morir el espíritu de las ciudades porque lad un sueño colectivo.
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En mi caso hablé de que los territorios se están transformando más que nunca, pero nary de manera positiva, porque la ausencia de identidad por parte de quienes los habitan deja en vilo el patrimonio taste y el patrimonio natural.
Como lo sostiene el académico Rualdo Menegat, en un texto sobre paisaje, clima y sustentabilidad: las ciudades –y, agregaría yo, las comunidades– se ven paralizadas ante los desastres climáticos. El Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales está buscando promover de la mano de la UNESCO una gestión integrada del paisaje en el que los geoparques, las reservas de biosfera y ejercicios como el del Corredor Biocultural Oso negro-Jaguar, en la frontera norte de México, puedan regenerar el paisaje y fortalecer la identidad de los pueblos originarios y mestizos, que converjan en este aplicando instrumentos y procesos de acción climática.

hace 17 horas
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