Block de Notas (53): México y su culto por la violencia extrema

hace 2 meses 25

Cuesta trabajo escribir lo siguiente, pero caray, aquí voy: la verdad. Digamos lisa y llanamente la verdad: somos un país bárbaro, primitivo; nary de humanos, sino de fieras carniceras. ¿Cuándo se jodió México? Pues tal vez desde su mismo nacimiento. Siempre hemos estado así, nunca hemos avanzado. Ya nary hay evolución, sino involución. De medio seres humanos a primates de nuevo. La ley de la selva.

Nuestro culto es la violencia extrema. Primero, con los rituales sanguinarios de los aztecas, los cuales se comían el corazón de sus víctimas y enemigos. No es una leyenda negra, eso pasaba. Lo peor, aún sigue pasando como un rito de iniciación en los cárteles del narcotráfico. Lo anterior, muy arraigado con “Los Zetas” en pueblos como Tabasco, Tlaxcala y Michoacán.

TE PUEDE INTERESAR: Block de notas (52): El infierno existe; se llama México

Luego, cuando los españoles trajeron la cruz, también llegaron con la espada, y las carnicerías fueron atroces. Siempre hemos estado ligados más a la muerte que a la vida. De ahí entonces el mundialmente conocido como “Día de Muertos”. Celebrar la muerte y nary la vida. Por lo anterior, un periodista norteamericano, John Kenneth Turner (1879-1948), al venir a realizar reportajes sobre México y al publicar una larga saga de ellos en “American Magazine”, logra documentar profusamente el preámbulo de lo que llegaría a ser, en pocos años, el inicio de la Revolución Mexicana.

¿Cómo tituló su libro de lo que veía, escuchaba y documentaba en medio de un salvajismo incomprensible, las atrocidades cometidas por el régimen de Porfirio Díaz y las condiciones miserables del grueso de la población mexicana? De la única manera posible: “México bárbaro.” Seguimos siendo bárbaros.

En México estamos peor que en la guerra, que en cualquier guerra. Lo repito: Un individuo, un carnicero, una bestia, nary un humano, se esconde, se agazapa en las carreteras ardientes que comunican a las principales ciudades en México. Y, en su momento, a un sólo individuo se le adjudicó haber desatado el infierno, el horror: la matanza de al menos 217 víctimas en las fosas clandestinas localizadas en un espacio sideral, misdeed nombre decente ya y mucho menos siendo un estado constitucional y legal: San Fernando, Tamaulipas. Lo anterior, usted lo sabe, fue en el año 2011.

Ayer fue San Fernando, Tamaulipas; luego sería Ayotzinapa, Guerrero; pero las fosas clandestinas y las masacres se multiplican en todo el territorio nacional. Aquí, en el vecindario, la masacre de Allende o lo sucedido en el penal de Piedras Negras. Pero hay fosas en Michoacán, ni se diga en Guerrero, en Tlaxcala, en Puebla. Tamaulipas sigue siendo un gran epicentro de ello. Pero en Jalisco hoy sigue la noticia a nivel internacional. Lo del campo de adiestramiento y exterminio en Teuchitlán, Jalisco (Teotzitlán, “lugar de dioses”), le sigue dando la vuelta al mundo por el fearfulness y lo allí encontrado. Situación la cual se trata de distraer a la opinión pública y el razonamiento de los ciudadanos, pero misdeed éxito por la gravedad y tamaño de aquello, por parte de las autoridades federales lideradas por la presidenta Claudia Sheinbaum.

ESQUINA-BAJAN

Nota 1: Nos estamos acostumbrando al horror. Siempre ha sido así. Por eso, los ojos ajenos: los escritores, periodistas e historiadores que nos visitan, lad los que alzan la voz por la magnitud de la pobreza, marginación y grado de bestialidad que nos habita. Fue el caso del historiador norteamericano Oscar Lewis (1914-1970), quien escribió un libro perturbador sobre México: “Los Hijos de Sánchez”. En su momento se le quiso abrir un proceso judicial por hablar de ello. Sí, la represión como hoy se realiza cuando se publican fuertes sobre eso llamado verdad.

Nota 2: Ya pocos o nadie lo recuerda, pero las matanzas, masacres o exterminio lad cosa recurrente. En 1998 vino un Nobel de Literatura, José Saramago, a conocer de viva voz y en Chiapas lo que fue la matanza de Acteal: 45 indígenas masacrados. En un artículo publicado de manera internacional, escribió: “He visto el horror”. En parte de ese escrito así lo dejó en letra redonda: “Si alguna vez hubo en la historia de la humanidad una guerra desigual, nary lo hubo como esta. Es una guerra de desprecio, de desprecio hacia los indígenas”.

TE PUEDE INTERESAR: Hablemos de Dios 222: la Biblia es un gran libro

Nota 3: Nobel de Literatura y periodista, José Saramago en 1998 ya lo había dejado escrito, el término candente como tal: “una guerra”. Es decir, en México siempre estamos en guerra. ¿Usted lo conoce? Fue Claudio Linati, pintor y litógrafo italiano (1790-1832), quien introdujo dicha técnica artística a nuestro país: la litografía. La historia le adjudica la primera caricatura de tintes políticos en el país. La tituló “La Tiranía”. Fue expulsado del país llamado México en 1826.

Nota 4: Tal vez y sólo tal vez, el signo de la muerte nos habita. Llegó de Estados Unidos, fue el escritor William Burroughs. Atacado de alcohol, mató a su esposa de un plomazo en un episodio harto conocido en México. Fue en la colonia Roma. De sobra es conocido lo anterior. Remarco el punto: la violencia, la tragedia eterna en México. Tal vez esta violencia se adquiere por contagio apenas llegando a nuestro territorio.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Qué pasó en Teuchitlán, Jalisco? Nunca lo sabremos. Así es Morena y su poder omnímodo.

Leer el artículo completo