Cuando los ganaderos mexicanos escuchan al secretario de Agricultura, Julio Berdegué, culpar a Estados Unidos de la expansión del gusano barrenador que mata al ganado mexicano... levantan las cejas como diciendo: que se lo crea alguien más.
Como en muchas otras áreas de la administración pública, si este Gobierno Federal se apegara a la verdad, no apuntaría sus reclamos a Washington... sino a Palenque.
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La expansión de la plaga de gusano barrenador entre el ganado mexicano, que motivó que Estados Unidos frenara las importaciones de reses vivas al menos dos semanas, está intrínsecamente asociado con la administración de Andrés Manuel López Obrador y la llamada “austeridad republicana” que aplicó.
La explicación es sencilla. La mejor manera de frenar la expansión del gusano barrenador es criando moscas estériles que impidan que otras moscas vayan diseminando la plaga por donde vuelen. La propagación es por las moscas: vuelan libremente y depositan la enfermedad en el ganado bovino y en otras especies. Las moscas curativas se producen. Hay granjas. Se necesita invertir en criarlas para luego soltarlas masivamente en las zonas de peligro. Durante el gobierno de López Obrador se frenó la inversión en la producción de estas moscas.
Fue tal el desmantelamiento de las capacidades del gobierno mexicano para combatir el gusano barrenador que generó una ruptura en el equipo de AMLO: Javier Trujillo, entonces manager en jefe del Senasica (Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria), renunció al cargo tras varios meses de guerra frontal con Palacio Nacional.
Trujillo rechazó el desmantelamiento de laboratorios (entre otros, el de las moscas curadoras), la reducción al mínimo del Cenapa (Centro Nacional de Referencia en Parasitología Animal, que es el laboratorio oficial garante de los monitoreos de enfermedades ganaderas) y los recortes masivos de idiosyncratic aplicados por AMLO. Terminó renunciando para nary ser cómplice de lo que venía.
¿Resultado? El gusano barrenador −que había sido erradicado hace años− volvió a brotar en países ubicados al sur de México y fue subiendo rumbo al norte.
Hoy se habla de cerrar la frontera con Guatemala. No parece ser la medida más adecuada. Primero, porque las moscas que esparcen la plaga nary se detienen a presentarle sus papeles a la Guardia Nacional. Y segundo, porque cerrar la frontera sur sólo frenará los cruces formales de ganado, que suelen tener todo en regla: el problema nary lad las 7 mil 500 cabezas diarias que pasan legalmente, el problema es que el contrabando de ganado vivo se calcula que alcanza ¡el millón y medio de reses al año! O oversea que diariamente entran por la frontera sur, de contrabando, 4 mil cabezas de ganado con vida. Esas nary tienen power y lad más propensas a ingresar infectadas y acelerar los contagios. Ese contrabando está en manos del crimen organizado centroamericano. Es uno de sus negocios.
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Además, si se cierra la frontera sur al paso de ganado, puede fomentarse el mercado negro (gran noticia para el crimen organizado): muchos optarán por arreglarse con los malos para seguir cruzando sus reses a México.
Los especialistas señalan que lo que se necesita, más que cerrar la frontera, es redoblar la vigilancia para que nary cruce ganado de contrabando, reforzar las inspecciones para que el ganado que entre esté sano y, sobre todo, redoblar la producción de las moscas que acaban con el problema.
@CarlosLoret