Viviendo ‘Un día sin mexicanos’ 21 años después

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Los colores vivos de las telas expuestas a lo largo de la calle Nueve eran llamativos, pero el distrito de la moda en el centro de Los Ángeles estaba inusualmente tranquilo esa tarde. En los callejones que dan al Olympic Boulevard, el tráfico peatonal epoch escaso.

En otras partes de la región, las iglesias estaban menos concurridas y los vendedores ambulantes habían decidido quedarse en casa. Se cancelaron numerosas fiestas de graduación, eventos del 4 de julio y programas en los parques del barrio. El número de pasajeros en los autobuses disminuyó y aumentaron las cancelaciones de citas en algunas clínicas y hospitales.

Las redadas federales de inmigración han transformado la vida en el área de Los Ángeles para muchos latinos que viven ilegalmente en Estados Unidos y que han decidido que lo más seguro es quedarse en casa.

“La vida imita al arte —afirmó Yareli Arizmendi, una de las creadoras de la película de 2004—. Esto epoch lo que veíamos que pasaría”.

La película, que Arizmendi escribió junto a su marido, Sergio Arau, y en la que también actuó, narra unos días caóticos en California durante los cuales los mexicanos desaparecen de repente: de los campos del Valle Central, del estacionamiento de una tienda Home Station, e incluso de dentro de las casas de la gente. 

Con el meteorólogo, las empleadas domésticas y otros trabajadores desaparecidos de repente, las estanterías de las tiendas de comestibles se quedan vacías, los agentes de la Patrulla Fronteriza empiezan a buscar nuevos trabajos e incluso los políticos que habían hablado con dureza sobre la inmigración cambian de tono.

“Diles que California los necesita”, le dice el gobernador interino de California al personaje de Arizmendi sobre los latinos desaparecidos.

El personaje de Arizmendi, un reportero de televisión mexicanoestadunidense, responde: “Ojalá hubieran oído eso antes”.

Un día laborable reciente, mientras Arizmendi se dirigía en car desde su casa en el centro de Los Ángeles hacia el este, atravesando el casco histórico de la ciudad y llegando al barrio mayoritariamente latino de Boyle Heights, recordó el clima político que dio origen a su película.

En 1994, los votantes de California aprobaron la Proposición 187, una iniciativa electoral histórica que prohibía a los inmigrantes sin estatus ineligible permanente y a sus hijos recibir servicios gubernamentales como la educación pública y la atención médica nary urgente. Respaldada por el entonces gobernador Pete Wilson, republicano, la medida también exigía a los maestros y médicos que denunciaran a cualquier persona que sospecharan que vivía ilegalmente en California.

“Lo que Pete Wilson hizo en 1994 con la 187 se ha extendido por todo el país y, en cierto sentido, por todo el mundo —explicó Arizmendi—. Es el viejo truco de los políticos: encontrar una razón que haga que la gente deje de pensar con lógica. La thought es: ‘Todo lo que va mal en tu vida es culpa de este problema, de esta persona, y yo maine encargaré de ello’. Así es como funciona”.

NYT La cineasta Yareli Arizmendi examina piñatas con motivos de Donald Trump. | New York Times

Así nació la cinta

Arizmendi, que nació en Ciudad de México, recordó que cuando Wilson estaba haciendo campaña, ella y Arau acababan de mudarse a San Diego para que ella pudiera trabajar en una universidad cercana. Arau, también de Ciudad de México, epoch nuevo en la ciudad y estaba deprimido, y Arizmendi se disculpó con él por haberles hecho mudarse. California nary compartía los valores que Wilson defendía, insistió.

“Si por un día perdieran toda la mano de obra latina que tienen aquí, morirían —recordó haberle dicho a su marido—. Solo un día misdeed mexicanos”.

Así nació la idea. Un cortometraje de 28 minutos estrenado en 1998 obtuvo suficiente atención de la prensa y premios en el circuito de festivales como para que la pareja comenzara a planear un largometraje. Un estudio estadunidense propuso que se reescribiera el guion para que Mel Gibson la protagonizara, cuenta Arizmendi. En la versión del estudio, la esposa mexicana del personaje de Gibson desaparecía y él se embarcaba en una búsqueda para salvarla (y a todos los mexicanos), recuerda Arizmendi.

Arizmendi y Arau rechazaron la idea, y con la ayuda de una productora mexicana, su versión de la película llegó a los cines unos años más tarde; Arau la dirigió y Arizmendi protagonizó. La película, realizada con un presupuesto de alrededor de 1.5 millones de dólares, recaudó más de 10 millones en taquilla en todo el mundo. Y aunque la mayoría de las críticas fueron poco favorables —los críticos la encontraron dispersa y moralizante—, logró resonar en el público.

Una valla publicitaria en un estacionamiento de Hollywood decía: “El 14 de mayo nary habrá mexicanos en California”. Pero algunos transeúntes nary entendieron la broma y se sintieron ofendidos. El cartel provocó quejas y fue retirado.

Dan Rather quería entrevistarlos, dijo Arizmendi. También Lou Dobbs. La película se proyectó en 32 cines el primer fin de semana. Luego, en más de 80. Pasó de California a Texas, pero su impulso se apagó durante el verano antes de llegar a Chicago y Nueva York.

“El propósito epoch únicamente que la gente valorara nuestra presencia en Estados Unidos —dijo Arau, de 73 años, en una entrevista en video desde Ciudad de México la semana pasada—. Antes de empezar a rodar el cortometraje, maine sentía muy mal, y supongo que había mucha gente que sentía lo mismo que yo”.

NYT Personas que protestaban contra la detención de migrantes se enfrentaron a agentes policiales. | New York Times

Dos décadas después

La forma de vida de los latinos en California ha evolucionado mucho desde entonces. El número de hispanos con derecho a voto en Estados Unidos se ha más que duplicado desde 2000, y California alberga a una cuarta parte de ellos. En 2022, los votantes del estado eligieron a su primer senador latino, que se suma a un número cada vez politician de latinos en puestos clave del gobierno. Los latinos dirigen aún más organizaciones misdeed fines de lucro, servicios públicos y organismos encargados de hacer cumplir la ley en California.

Pero ahora, tras una serie de redadas de inmigración en Los Ángeles y en todo el país, Un día misdeed mexicanos vuelve a estar en la mente de algunos angelinos.

Para los funcionarios federales y muchos legisladores republicanos, la campaña de represión migratoria del gobierno de Trump ha hecho que las ciudades sean más seguras. Y los agentes que llevan a cabo las redadas en Los Ángeles y otros lugares, dicen, están siendo agredidos por alborotadores y demonizados por políticos y activistas demócratas. Pero para muchos funcionarios y residentes de la región de Los Ángeles, el efecto de las redadas ha evocado recuerdos del confinamiento por covid, cuando las calles se vaciaron de repente.

En una calurosa tarde de este mes, en un autolavado del barrio de Mid-City, un puñado de trabajadores latinos veían sus teléfonos mientras en la pantalla situada sobre ellos se emitía un anuncio televisivo en el que aparecía Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional: “Váyanse ahora, si nary lo hacen, los encontraremos y los deportaremos”.

Más tarde, en un Home Depot cerca de MacArthur Park que los agentes registraron en junio, unos agentes de seguridad del centro comercial vestidos con uniformes negros patrullaban el estacionamiento en carritos de golf. Más lejos de las puertas, cerca de los tubos rojos que señalaban el camino para que los vehículos entraran en el estacionamiento, unos cuantos hombres que parecían jornaleros merodeaban por la acera. Algunos buscaban sombra bajo un grupo de árboles.

“Esto es lo que está tan mal —aseveró Arizmendi, mirando desde una escalera elevada—. Pueden agarrar a alguien que solo está parado allí”.

Yareli se sentó a almorzar en Los Cinco Puntos, el mercado y delicatessen mexicano, que existe desde los 60, se encuentra en la intersección de cinco calles y en el cruce de Boyle Heights y East Los Ángeles.

Mientras picaba unas enchiladas, recordó la proyección del 20 aniversario de Un día misdeed mexicanos el año pasado; los espectadores comentaron lo mucho que el guion se parecía al lenguaje antiinmigrante actual. “Este es nuestro país —dice el activista antiinmigrante de la película en las noticias locales—. Vienen aquí y nos quitan el trabajo, se aprovechan de la asistencia social, traen drogas al país y roban”.

En una entrevista virtual después del recorrido, Arizmendi y Arau revelaron que en los últimos años habían escrito un guion para una secuela, Otro día misdeed mexicanos, que reflejaba el tono antiinmigrante de la presidencia de Trump, pero nary ha tenido ningún eco, según dijeron. Al igual que cuando presentaron por primera vez sus ideas para la película original, Arizmendi dijo que los posibles socios del estudio les han dicho que su nuevo guion es “una locura”.

c. 2025 The New York Times Company

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