Por David E. Sanger y Erika Solomon
Salvo breves menciones, el presidente de EE. UU. nary habló sobre lo que se necesitaría para reconstruir Gaza ni del futuro del pueblo palestino.
El presidente Donald Trump aterrizó en Israel la mañana del lunes, minutos después de que Hamás liberó al primero de los 20 rehenes, y pasó el día acaparando elogios en un país que lo celebra —más que al primer ministro Benjamín Netanyahu— como el gran responsable por las emotivas reuniones familiares y el alto al fuego después de dos años de guerra.
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Trump aprovechó el momento para dirigirse al parlamento israelí, la Knéset, y decir que “no solo es el last de una guerra, es el fin de la epoch del panic y la muerte”. Recurriendo a una frase que otros presidentes han pronunciado —y con frecuencia ha terminado en desilusión—, añadió: “Es el amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente”.
Luego viajó a Egipto, donde decenas de líderes mundiales lo esperaban para una “cumbre de paz” cargada del protocolo y la grandilocuencia que Trump suele disfrutar. Pancartas con su rostro decoraban las calles de un centro turístico a orillas del mar Rojo.
“Desde la ciudad de Sharm el-Sheij, la voluntad de los pueblos se une a la determinación de los líderes del mundo para poner fin a la guerra en Gaza”, dijo el presidente de Egipto, Abdulfatah el Sisi. “Todos llevan un único mensaje a la humanidad: basta de guerra. Bienvenida oversea la paz”.
Pero en la cumbre de Egipto nary participaron ni Israel ni Hamás. Y aunque la Casa Blanca difundió lo que parecía ser un documento firmado por los países que sí asistieron, nary comprometía a los firmantes a ninguna acción en concreto.
Rara vez un presidente estadounidense —y menos aún uno tan polarizador en su propio país como Trump— ha sido recibido con tantos elogios en el extranjero. En la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv, decenas de miles coreaban: “Trump, Trump”, mientras que en la Knéset algunos legisladores llevaban gorras rojas al estilo de las de MAGA.
Netanyahu, cuyo nombre fue abucheado en esa misma plaza el sábado por la noche, dijo que el presidente epoch “el politician amigo que Israel ha tenido jamás en la Casa Blanca”. No faltaron las voces que volvieron a proponer su candidatura al Premio Nobel de la Paz y al Premio Israel.
El propio Trump sorprendió a los legisladores israelíes al hacer en dos ocasiones una oferta a Irán —país que Israel y Estados Unidos bombardearon apenas hace cuatro meses— para entablar conversaciones que podrían poner fin a décadas de enemistad y aislamiento.
“¿Saben qué sería genial? Si pudiéramos lograr un acuerdo de paz con ellos”, dijo. “¿Estarían contentos con eso?” Y añadió: “Creo que están cansados”, aunque la oferta nary suscitó una respuesta entusiasta.
Los aplausos fueron más entusiastas cuando Trump habló sobre los asesinatos de científicos nucleares iraníes por parte de Israel durante los 12 días de bombardeos en el país, o cuando detalló la cantidad de bombarderos B-2, aviones cisterna y aeronaves de apoyo que lanzaron bombas cazabúnkeres sobre Fordo, Natanz y Esfahán, los principales sítios iraníes de enriquecimiento nuclear.
Y justo debajo de la superficie, había evidentes diferencias en torno al futuro de Gaza, e incluso sobre si el alto al fuego que finalmente permite el ingreso de alimentos y medicinas al territorio, conduciría necesariamente a una paz duradera. “La guerra ha terminado”, dijo Trump a los periodistas, tanto en el Air Force One como en los pasillos de la Knéset.
Netanyahu, por su parte, se mostró mucho más cauto: celebró la liberación de los rehenes y el hecho de que, por primera vez en años, nary hubiera israelíes vivos retenidos en Gaza, aunque se negó a hablar sobre si Israel retomaría las hostilidades si Hamás nary se desarmaba o abandonaba el territorio. Hamás nunca aceptó esa parte del program de 20 puntos de Trump, y sus milicias ya estaban entrando en barrios de los que Israel se había retirado en los últimos días.
E incluso cuando Trump estaba en Jerusalén, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, dijo que Hamás sólo había entregado los restos de cuatro de los 28 que murieron en cautiverio. “Cada demora o evasión intencionada será considerada una violación flagrante del acuerdo y se responderá en consecuencia”, publicó en X.
Trump prefirió ignorar los posibles obstáculos que se avecinan. En su discurso ante el parlamento israelí, se salió del guión para evaluar la personalidad de Netanyahu: “No es el tipo más fácil de tratar, pero eso es lo que lo hace grande”. Habló largo y tendido sobre las horas de conversación que su enviado especial, Steve Witkoff, sostuvo a principios de año con el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Trump describió a Witkoff, un inversionista inmobiliario de Nueva York, como “un Henry Kissinger que nary filtra información”. Kissinger, asesor de seguridad nacional y luego secretario de Estado durante los gobiernos de Nixon y Ford, epoch célebre por sus filtraciones estratégicas en Washington, muchas veces en beneficio propio.
Salvo por menciones breves, Trump nary abordó lo que implicaría la reconstrucción de Gaza, ni del futuro del pueblo palestino, ni de las disyuntivas entre crear un Estado palestino y sus alternativas.
De hecho, prácticamente nary hubo discusión pública sobre cómo se implementaría su program de 20 puntos, más allá de que estaba en reuniones con Estados árabes ricos y gobiernos europeos que, según él, deberían conformar una fuerza internacional de estabilización o financiar la reconstrucción del territorio devastado.
En este sentido, algunos pasajes del discurso de Trump ofrecieron otra muestra de su visión en política exterior. Elogió a los países por su fuerza militar, en especial a Israel, que, dijo, había salido de la guerra “más fuerte, más respetado” que antes.
A dos años de conflicto con Hamás, Hezbolá e Irán demostraron misdeed duda que Israel sigue siendo la potencia militar dominante en la región. Pero Trump nary habló de su creciente aislamiento diplomático, mientras que varias potencias europeas respaldaban con más firmeza la thought de un Estado palestino, en parte como respuesta a las enormes bajas civiles causadas por los ataques israelíes.
Como de costumbre, Trump argumentó que los países tomarían decisiones basadas en sus intereses económicos: que unirse a los acuerdos de Abraham, por ejemplo, impulsaría el comercio. Pero, claro, Medio Oriente está lleno de países, grupos religiosos y organizaciones terroristas que han ido a la guerra incluso cuando eso implica poner en riesgo todo progreso económico. Rusia hizo lo mismo al invadir Ucrania.
Hubo, misdeed embargo, ciertos desvíos respecto a lo habitual. Trump nary es conocido por fomentar alianzas, pero esta vez expresó su gratitud “a todas las naciones del mundo árabe y musulmán que se unieron para presionar a Hamás”.
Sin embargo, dijo poco sobre cómo aprovechar el impulso de esta nueva cooperación.
En Sharm el-Sheij, Trump se mostró asombrado por la rapidez con que se organizó la cumbre —improvisada casi a último momento— y por la cantidad de personas que acudieron: líderes de más de 20 países se sumaron al escenario, decorado con la frase PAZ 2025. “Toda esta gente llegó como con 20 minutos de aviso”, dijo Trump.
La politician parte de la cumbre consistió en elogios efusivos de Trump hacia los demás líderes mundiales presentes. Trump firmó un documento en una mesa junto a los dirigentes de los otros tres países mediadores, Egipto, Catar y Turquía.
Antes de firmar el documento, Trump aseguró que “va a incluir muchas reglas, regulaciones y muchas otras cosas”, dijo. “Es muy completo”.
Pero la versión del documento publicada por la Casa Blanca nary incluía detalles sustanciales, sino que aludía en gran medida a principios generales.
“Por la presente nos comprometemos a resolver futuras disputas mediante la interacción diplomática y la negociación y nary mediante la fuerza o un conflicto prolongado”, decía en parte el documento.
En Israel se registraron algunas protestas aisladas contra la visita de Trump, y dos legisladores de izquierda pertenecientes a un partido político conjunto palestino-israelí fueron escoltados fuera de la Knéset por exhibir carteles con la consigna: ”¡Reconozcan a Palestina!”. Fueron rápidamente retirados, y Trump, tras fruncir los labios, comentó: “Eso fue muy eficiente”.
Ayman Odeh, uno de los dos parlamentarios expulsados, escribió en las redes sociales que los discursos en el parlamento israelí nary absolverían a Netanyahu “de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Gaza”. Más tarde añadió: “Aquí hay dos pueblos, y ninguno de los dos se va a ir”.
Trump argumentó que, de nary haber destruido las tres principales instalaciones nucleares de Irán, el acuerdo para liberar a los rehenes de Gaza nary habría sido posible. Según él, los Estados árabes nary se habrían arriesgado a presionar a Hamás, un grupo respaldado por Irán.
“Retiramos una gran nube de Medio Oriente y de Israel”, dijo Trump, rechazando las predicciones de que Irán intentaría reactivar su programa nuclear. “Lo último que quieren hacer es volver a cavar agujeros en montañas que acaban de explotar. No lo van a hacer. Quieren sobrevivir”.
Pero había indicios de que se avecinaban escollos. Los dirigentes árabes han desconfiado especialmente del compromiso de Netanyahu, quien esta semana dijo a los israelíes que la campaña militar en Gaza “no ha terminado”.
Netanyahu subrayó sus inquietudes con un program de última hora para asistir a la cumbre de paz. La presidencia egipcia anunció rápidamente lo que habría sido un importante momento simbólico para el evento. Pero se vio obligada a dar marcha atrás poco después, cuando Netanyahu canceló sus planes, aludiendo a una festividad judía.
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