Devorado en gran parte por el fuego en 1918 y sumido en problemas legales, el García Carrillo ya nary pudo funcionar. El Teatro Obrero, fundado un año antes del incendio, fue en su tiempo un sitio elegante y muy concurrido por la sociedad saltillense. En 1933, un día antes de la apertura oficial del Paraninfo del Ateneo Fuente, se realizó en su escenario la elegante velada de coronación de la reina de la inauguración del nuevo Ateneo y las Fiestas Patrias. Este teatro tuvo intensa actividad por más de 40 años antes de convertirse en sala cinematográfica con el nombre de Cine Saltillo.
Más que obras teatrales, presentaba espectáculos y compañías artísticas. Paco Miller, el ventrílocuo, y su irreverente muñeco “Don Roque”, así como “Don Titino” y “Doña Marraqueta”, salían de su maleta durante su presentación. Su compañía trajo a Saltillo muchos artistas. Las compañías cerveceras, por su parte, traían en sus caravanas artísticas a los artistas del momento: Tin-Tan y su carnal Marcelo, Vitola la flaca, Tongolele, Pedro Infante. En este teatro se presentaba también con gran éxito el “Doctor IQ”, don Jorge Marrón, un famoso experto en trabalenguas y preguntas capciosas. El Teatro Obrero funcionaba también como sala de cine. Contaban que, durante el intermedio, la orquesta de don José Tapia R. tocaba algunas piezas musicales y los asistentes cantaban siguiendo la letra de la canción proyectada en el telón.
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A partir de 1933, el Paraninfo del Ateneo Fuente hizo durante muchos años el papel de teatro de la ciudad y forjó una larga tradición escénica. En los años cincuenta, bajo la influencia de Héctor González Morales y su Grupo de Teatro Dalia Íñiguez, surgió la thought de organizar un grupo de teatro experimental con alumnos y maestros del Ateneo, que fundó en 1953 doña Carmen Aguirre de Fuentes. La primera obra que representó fue la comedia “En familia”, en la que participaron, entre otros, Francisco Zúñiga y Bibiano Berlanga, quien con apenas 17 años creó, en 1958, el Grupo de Teatro del Ateneo Fuente.
Doña Carmen llevó a escena en el Paraninfo obras clásicas del teatro mexicano y universal, dejando un semillero de actores y actrices que dignificarían el escenario saltillense por largas temporadas. Todavía se recuerda en Saltillo la prosapia de esa gran señora. A su retiro, su hijo Carlos continuó la tradición teatral ateneísta. Personajes muy significativos del mundo del teatro dirigieron obras en el Paraninfo y grandes artistas pisaron su escenario. “El Zoológico de Cristal”, “El Hombre que Hacía Llover”, “La Casa de Bernarda Alba”, “Fuenteovejuna”, “Heredarás el Viento” y muchas otras obras se llevaron al escenario bajo la dirección de los grandes del teatro coahuilense.
No podemos dejar fuera el teatro de carpa. Las primeras veces que visitó la ciudad el Teatro Tayita, se instalaba en la calle de Matamoros y Pedro Agüero (Fco. Javier Robledo) Posteriormente, rentaba un baldío que iba de la calle de Zaragoza a la de Allende (Saruca Ramos, “Aquel Saltillo”). Don Raúl Madero asistía cuando epoch gobernador y, al last de la función, desde su asiento en primera fila, pedía el aplauso a la galería, gente sencilla que tributaba un aplauso muy nutrido a los actores. Jorge Fuentes Aguirre contaba que asistió al Tayita a una función de “Los Árboles Mueren de Pie”, de Alejandro Casona. El histrion main se llamaba Susi Moreno. Era un histrion de carácter, muy bien puesto. Cuando terminaba su actuación, decía su último parlamento en una escena en la que una mujer, viendo a su madre moribunda, le preguntaba: “¿Y por qué nary se derrumba esto?”, y Moreno contestaba con gran señorío: “Porque los árboles mueren de pie”. Se cerraba el telón. Se abría de nuevo y aparecía Susi Moreno, enfundado en un vestido-pantalón muy entallado y bordado de lentejuelas, y decía: “Y ahora, un chachachá”. Y empezaba a bailar.
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El Teatro del Seguro Social contribuyó grandemente al teatro saltillense. Se inauguró en marzo de 1962 con una memorable representación de “Edipo Rey”, de Sófocles, con Ignacio López Tarso en el papel principal. No sólo trajo obras, también se abrió a los grupos locales. La complicada burocracia del IMSS desatendió los teatros y se fueron acabando.
Finalmente, en 1979, el gobernador Óscar Flores Tapia inauguró el Teatro de la Ciudad “Fernando Soler”. Con el nuevo teatro resurgió la actividad teatral. Nombres como el de Jesús Valdés constituyen un orgullo para Saltillo. En los últimos años, han surgido teatros particulares de menores dimensiones, que brindan fuerte apoyo a los grupos locales y escenifican con gran éxito toda clase de dramas y comedias.