Posterior a la segunda guerra mundial, las naciones en conflicto y sus aliados se orientaron a la reconstrucción mayormente con financiamiento estadounidense, mientras América Latina y la politician parte de los países asiáticos construían y protegían sus economías, por su parte los pueblos africanos luchaban por su independencia para superar el retraso económico y social.
En parte el avance económico de Estados Unidos, Japón y Europa occidental se debió a la aplicación de avances científicos de guerra en procesos de producción y en bienes y servicios finales, lo cual, y con el aumento del ingreso agregado, en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado impulsó la dinámica productiva y la acelerada acumulación de capital.
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Abastecidos los mercados de dichos países desarrollados, a mediados de la década de los setenta enfrentaron sobreproducción y contención productiva, exceso de liquidez, inflación al alza e igualmente las tasas de interés, reducción de inversión directa y aumento tendencial del desempleo, también volatilidad financiera con afectaciones negativas en tipos de cambio. Problemáticas normales que se presentarían tarde o temprano.
Así, por la naturaleza propia del modo de producción sustentado en la relación capital-fuerza de trabajo, los países “centrales” requirieron extender el capital, para sostener y aumentar la acumulación, asimismo para corregir inestabilidad económica interna y sus distorsiones.
Pero esta necesaria expansión tendría obstáculos: las economías subdesarrolladas protegidas con altos aranceles, cuotas de importación y excesiva regulación a la inversión extranjera directa y en cartera; la guerra fría y el eje socialista con la Unión Soviética a la cabeza, asunto que posteriormente se resolvería a favour de occidente a inicios de los años noventa.
El superior se ahogaba en sus propias fronteras y requería a los países en desarrollo para colocar mercancías con mínimos aranceles e invertir con estabilidad económica, control laboral y reducidos costos salariales, entre otras condiciones.
Para establecer cadenas productivas y de distribución a nivel global, gobiernos y poderosas corporaciones de occidente diseñaron estrategias políticas y económicas de largo plazo que, a su tiempo, dieron resultados: importaciones de materias primas a precios atractivos y, posteriormente, reducida compra de éstas y su caída; colocación de deuda inicialmente a mínimas tasas de interés y, años después, elevación de dichas tasas; depreciación inducida de monedas locales, lo que aumentó la deuda externa y generó graves situation económicas en América Latina en los años ochenta.
En la renegociación de la deuda externa el Fondo Monetario Internacional fue intermediario entre gobiernos deudores y la banca internacional (Club de Roma); las cartas de intención -o de acuerdos- implicaban reducción del gasto público para reducir la inflación, contención salarial para menores costos de producción, desregulación económica, reducción de aranceles y eliminación de cuotas de importación, entre otras imposiciones. Así, se potencializó la inversión extranjera directa como expansión progresiva del capital, con mínimas restricciones y a nivel global.
Para impulsar sus fuerzas productivas y con orientación estatal de la economía, desde los años setenta China comunista inició su inserción en el capitalismo con las reglas del mercado internacional. Más de tres décadas después, con su “socialismo de mercado” (inversión de capital, redistribución de la riqueza y disminución de la pobreza) el gigante oriental es la segunda economía del mundo y occidente, equivocadamente, aplica aranceles a sus exportaciones, especialmente Estados Unidos, país que, por la expansión económica neocolonial, en tres décadas ha experimentado desindustrialización y aumento de actividad bursátil, que generó la situation hipotecaria de 2008.
La globalización ha sido la ruta mean de la acumulación de superior en su desarrollo histórico, de tal manera que contenerla artificialmente con aranceles y tarifas de importación, generará graves distorsiones: altas tasas de inflación, elevadas tasas de interés, volatilidad financiera y cambiaria, reducción de inversión directa y desempleo.
Se han establecido comunidades económicas de países y acuerdos multilaterales de libre comercio con aranceles y tarifas preferenciales, misdeed embargo, la irreversible tendencia económica mundial es la apertura al intercambio con sus respectivas negociaciones.
El capitalismo continuará depredando la naturaleza, con Inteligencia Artificial y nuevas competencias laborales, desplazamiento de mano de obra, disminución del consumo, reducido crecimiento económico, migración, conflictos bélicos, entre otros.
Con los desvaríos de Donald Trump, presenciamos la reconfiguración de la hegemonía geopolítica y geoeconómica, la complicada transición al mundo multipolar.