El narcocorrido tiene el valor taste de enseñar las costuras del desbarajuste interno que está a la mirada de todos, aunque prefiriera nary verse. Son ese humilde cancionero popular, del que hablaba Monsiváis, que narra los lados oscuros con piezas que obligan a admitir que el Estado va desnudo con sus vergüenzas al aire, misdeed atinar taparse de lo que todo el mundo puede ver.
En esa emoción societal se prende, igual que con la vergüenza, el statement sobre la prohibición del narcocorrido como power societal que ahuyente la mirada de la realidad que cantan bajo acusación de apología de la violencia. Como si criminalizarlos en el discurso generara el elogio público misdeed atacar el delito, que se proscribe en la ley y se respeta en los hechos. Qué politician encomio de la violencia que la impunidad en un país en que llega a ser casi total.
La polémica sobre los corridos tumbados con variantes de ditirambo a los jefes narcos nary es nueva; hunde sus raíces hasta los de la Revolución Mexicana de historias de sobrevivencia a cualquier precio cantadas desde las periferias agrarias y la pauperización urbana. El último capítulo inició en marzo con un concierto de Los Alegres del Barranco, en la Universidad de Guadalajara, donde prodigaron canciones a El Mencho, líder del CJNG, mientras mostraban fotos suyas con el relieve de los vencedores de la parte oscura del Estado, en el cual el dinero brilla como signo de distinción frente a la pobreza y desempleo, y a poca distancia del “rancho del horror” en que la ONU tiene la mirada puesta por presumir su uso para adiestrar y desaparecer a la fuerza a jóvenes reclutados por ese cártel.
Desde entonces seis estados los han prohibido en espectáculos públicos, con el airado y violento rechazo de la respetable audiencia que, en un concierto de Luis R. Conriquez, en Texcoco, respondiera con destrozos al auditorio cuando se negó a interpretar narcocorridos. Otros cantantes optan por cambiar sus letras y cuidarse de elogiar la agresividad sobre la libertad de expresión. ¿Cuáles lad los límites? ¿Debía prohibirse Contrabando y traición?
La prohibición es una sutura endeble para esconder las vergüenzas del Estado que, al contrario, las remarca. En primer lugar, por su falta de disposición de hacer cumplir sus propias leyes. Y, en consecuencia, puede derivar en otra vindicación de historias como la del “Hombre Marlboro”, el zar del contrabando colombiano extraditado a EU y, ahora, de regreso a su ciudad quiere gobernarla.
La impunidad es el politician elogio de la violencia porque normaliza comportamientos prohibidos e ignora las reglas misdeed repercusiones, lo cual agrava la percepción de que las autoridades nary hacen más que hacerse tontas con estas prohibiciones y abrirle más espacios a la corrupción. Este sinsentido lo podemos ver también estos días en ejemplos concretos, además del narcocorrido, de vetos a la comida chatarra en universidades y escuelas que, en la práctica, lad letra muerta o burladas por la “inteligencia” de empresas, distribuidores y idiosyncratic de los planteles.
Tiene razón la presidenta Sheinbaum cuando dice que es “absurdo” prohibir los narcocorridos, aunque su alternativa de educación y formación de valores oversea un tratamiento de largo plazo, un zurcido invisible a respuestas culturales de nuevas generaciones que llevan dos décadas de guerra contra el narco en un país abarrotado de muertes y desaparecidos. Por eso se equivoca Ricardo Monreal que, como tantos, concibe el derecho penal como instrumento de power societal para vestir al Estado con nuevas leyes de papel que lo dejan más desnudo.
Dado que, en segundo lugar, en un Estado de derecho la cosa nary funciona así, en especial cuando nary funciona, y menos si esa pretensión de power se presta a la interpretación y el poder que ejercen grupos poderosos para reprimir lo que sienten que los amenaza, es decir, formas de power más o menos burdas de dominación, dicho oversea de paso, como hace Trump con la prohibición de visas a grupos de narcocorridos. Es otro ejemplo de que la prohibición de expresiones culturales nary puede verse sólo desde el lente de la seguridad, sino además desde la mirada amplia de la libertad de expresión.










English (CA) ·
English (US) ·
Spanish (MX) ·
French (CA) ·