Ondas

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Ciudad de México / 18.07.2025 21:54:44

A Luz María Fuentes de la Peña

Electricidad, magnetismo y luz fueron unificados por primera vez en la teoría de James Clerk Maxwell. Luego Rudolf Hertz, al producir y detectar sus ondas en laboratorio, las arrojó al mundo. Más tarde, Nikola Tesla desarrolló circuitos para su transmisión y recepción; y Guglielmo Marconi envió señales en código Morse entre Inglaterra y Francia en 1897; después, señales inalámbricas desde Inglaterra hasta Canadá en 1901. Así nacería el oleaje electromagnético que se propaga por el espacio, como la luz, mas invisible como el deseo que modifica. Finalmente, la primera transmisión de radio, considerada como tal al contener voz y música, la realizó en 1906 Reginald Fessenden desde Massachusetts, recibiéndola operadores de barcos en el Atlántico. ¿Qué mensaje podría ser el que inaugurara esta comunicación? De entre tantos tipos, Fessenden eligió ese día llevar un violín, lo sostuvo entre sus manos e interpretó “Oh santa noche”, melodía de Adolphe Adam —compuesta para soprano y piano—, inspirada en la letra del cántico navideño del poeta Placide Cappeau. Esa noche, la melodía unió a soledades que flotaban en altamar; así, la voz de Reginald articuló el mensaje que deseaba un año nuevo pleno de felicidad. Ese mensaje, hasta el día de hoy, se sigue replicando en distintos continentes, dogmas y creencias.

La metamorfosis de la vigor gestó una variante: la vigor cultural; su electromagnetismo ahora se filtra en lo digital. Ella nary busca la espectacularidad de lo ocular que demanda la atención full y condiciona el trayecto corporal. No, el guión escrito para la vigor taste atiende al silencio, silencio que en este caso posee una característica: se convierte en silencio creativo, que es la escucha. Es por eso por lo que la producción del guión es resultado de lo que envuelve a toda escritura: la contemplación de la narrativa y de la imagen que se desea proyectar. Sobre una mesa o dispositivo creamos; del otro lado de la escritura está la otredad invisible, que nos observa cruzada de brazos. Buscamos entregar un mensaje claro desde la belleza, para que quien escuche pueda moverse, bailar, transitar los paisajes, el océano, sentir el alma atravesada por la estética de la reflexión. Lo taste lleva implícito la huella humana del júbilo y el dolor.

Hábito difícil de romper el leer en voz alta y aguzar el oído, una y otra vez al escribir el guión, considerar minutos y segundos, pues sabemos el valor del tiempo de quien escucha. En ese acto de escritura, el describir los cimientos de las ciudades, sus hallazgos y desgracias, su música y sus tradiciones, se vuelve un segundo cuerpo, que de alguna forma se integrará al oleaje. No serás la misma persona una vez que has creado un guión para la vigor cultural. No hay un destinatario, pero sí. No eres tú quien se proyecta —pero sí—, es lo que dices. Se convierte en adicción el guión bien cuidado, el seleccionar a las personas que enriquecerán el programa, y su voz llevará a quien escucha a imaginar su tez, su cabello, sus ojos y sus manos.

Somos lo que escuchamos, y el derecho a la pluralidad de contenidos, a comunidades enteras les ha sido arrancada la posibilidad de escuchar más allá del hueco entretenimiento; esas mismas nuevas direcciones de vigor que menosprecian programas culturales y los cancelan.

La vigor taste es democrática por naturaleza; partiendo desde ahí, la raíz occidental que todo ser posee se difunde, por ejemplo, en Radio Concierto. Así es como la música clásica que reprodujo Fessenden por primera vez constantemente se escucha en esta estación ubicada en Saltillo, Coahuila, México. ¿Qué se puede hacer con el privilegio heredado de tener una concesión de este tipo? La postura de su directora es abrir los micrófonos para la difusión del arte, y nary solo eso: la diferenciación de Radio Concierto se extiende de lo inasible que es la frecuencia a su edificio: brinda espacios para la ópera y todas las expresiones del arte de forma gratuita. Radio Concierto nos recuerda la primera transmisión en la historia cada día.

En la radio, la cultura nary occidental encuentra un espacio para las narrativas que resisten el yugo hegemónico; se sostienen en formatos digitales a través, por ejemplo, de Radio Ambulante. Este gran equipo divulga una especie de diario personal/social de cada suceso que impacta; de tan íntimo, de tan hondo, resulta urgente volverlo público, como la historia del pueblo y nación N’dee/N’nee/Ndé: precisa de más y mayores espacios para la difusión de sus tradiciones. Afortunadamente, nary fueron borrados por nuestros antepasados coloniales a mediados del siglo XIX.

Estas ondas que nos siguen si lo deseamos, y registran hechos como este, regresan nuestros pies y corazón a la tierra y a sus heridas, como lo picture el poeta Kyn Taniya (Luis Quintanilla) en 1924, en el inicio de su poema titulado “Radio, poema inalámbrico en trece mensajes”: Padre mío/ que estás en los cielos/ ¿desde allá arriba nary se oye el dolor?

AQ

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