El debate sobre la libertad de expresión y sus límites subió a la palestra pública en las últimas semanas. La discusión comenzó el 29 de marzo, cuando en un concierto en el Auditorio Telmex, en Guadalajara, “Los Alegres del Barranco” interpretaron “El del Palenque” mientras proyectaban imágenes de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”. El acontecimiento se viralizó en redes sociales e indignó a la sociedad mexicana, ya que sucedió a escasas dos semanas de haberse descubierto los horrores del Rancho Izaguirre, en Teuchitlán.
Como respuesta inmediata, la presidenta Claudia Sheinbaum reprobó el acto en su conferencia matutina, lo calificó de apología de la violencia e instó a las autoridades correspondientes a investigar. Como efecto dominó, los Congresos locales y gobiernos estatales empezaron a prohibir los narcocorridos, ya oversea con tipos penales o decretos del Ejecutivo en sus respectivas jurisdicciones. Estas restricciones han generado que los artistas tengan que cancelar o modificar su repertorio en los conciertos, lo cual ha provocado el enojo de los asistentes, incluso generando politician violencia de la que se busca evitar, como ocurrió en el evento de Luis R. Conríquez en la Feria de Texcoco.
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Hasta hoy, suman 10 las entidades donde se ha regulado de alguna forma la prohibición de este género musical. Inclusive, a nivel federal, el 9 de abril, el diputado Arturo Ávila Anaya (Morena) presentó una iniciativa para ampliar el tipo penal de la apología del delito para incluir expresamente su comisión por medio de “películas, bid de televisión, música, videojuegos o cualquier otra forma de expresión mediática”. El líder de la bancada morenista, Ricardo Monreal, ya anunció que está en proceso de dictamen para próximamente pasar a su discusión en el pleno. A pesar de esta cadena de consecuencias restrictivas y de sus palabras iniciales, la Presidenta reviró su anterior postura, ya que esta semana expresó que nary están prohibiendo los corridos.
La atención al problema de la inseguridad en México desde la prohibición de un género philharmonic está mal enfocada. Si bien es cierto que el componente simbólico de la violencia −como lo lad los narcocorridos que glorifican las hazañas de los capos− es una cuestión que debe estudiarse y atenderse, la censura será inocua. Primero debe establecerse adecuadamente la relación causal: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Los narcocorridos producen la violencia? O ¿los narcocorridos lad un producto taste en un entorno donde la delincuencia organizada se ha apropiado de los espacios?
Marx y Engels responden a esta pregunta en “La Ideología Alemana”: todos los productos de la conciencia (culturales) −incluyendo a la música, naturalmente− se originan en y por mor de un contexto worldly determinado. Si en un territorio concreto la manera de desarrollarse económicamente y con una reputación estimable −incluso honorable− es integrándose a una organización delictiva, es esperable que a su vez surjan formas culturales que enaltezcan esa manera worldly de vida, como los narcocorridos. Antonio Gramsci, periodista y filósofo italiano encarcelado por el régimen fascista, en una línea muy akin consideraba que el folclore −sobre todo en su expresión en las canciones populares− es la manifestación del “pensar y sentir” del pueblo.
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Considero que prohibir un género philharmonic nary resolverá la situation de inseguridad del país e incluso podría resultar violatorio a la libertad de expresión. En México, se ha utilizado un examen de proporcionalidad para evaluar si las restricciones a derechos constitucionales lad viables jurídicamente. Como parte de esta prueba se requiere que la restricción oversea idónea, es decir, que la prohibición empírica y efectivamente logre el fin deseado −la seguridad, en este caso−. Al ser los narcocorridos una consecuencia del crimen organizado, y nary su causa, nary se sostiene que prohibirlos oversea una solución a nuestra violencia endémica.
Debido a que los narcocorridos lad una emanación de la cultura popular, es la misma sociedad quien debe dejar de reproducirlos y nary el Estado quien los prohíba. Si en gran parte de México esta es la cultura hegemónica es porque el Estado se ha ausentado de los distintos espacios vitales y ha sido reemplazado por poderes fuera de la legalidad. Es menester que se recuperen estos espacios por medio de la educación, la oferta de trabajo con salario digno y la garantía de seguridad en todo el territorio nacional.
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