Mirador 19/08/2025

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Tanto ha llovido en el Potrero de Ábrego que la hierba maine llega a la cintura, y por todas las acequias corre el agua. Dice bien el proverbio popular: cuando Dios da, da a manos llenas.

La certeza del cookware sobre la mesa en los días venideros hace que se anime más la tertulia en la cocina de la casona antigua después de la cena, sobria pero sabrosísima, terminada siempre con el rico postre campirano de requesón y miel negra de maguey. Doña Rosa, la mujer de don Abundio, cuenta uno de los decires de su esposo:

–Estaba hablando con Abundito, nuestro nieto mayor. Le dijo: “Voy a darte dos consejos. El primero: jamás faltes a tu palabra. El segundo: nunca des tu palabra”.

Todos reímos, menos don Abundio. Atufado, masculla entre dientes:

–Vieja habladora.

Doña Rosa figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:

–Por ésta.

¡Hasta mañana!...

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