Maestro: El aula y el hallazgo del mágico mundo de las palabras

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A mi querida Facultad de Ciencias de la Comunicación

Hay palabras como “plúmbago”, cuya sonoridad y belleza nos llevan de inmediato a la imagen de este hermoso arbusto cargado de flores de un tono azul pálido de gran delicadeza.

Luego, aquellas como “explosión” que, por lo contrario, de inmediato inquietan y hacen estremecer los sentidos. Otras más nos invitan a pensar en la ternura, en la calidez y el refugio: en ellas está la de “madre”, en cuya sola pronunciación es posible abarcar tantas otras, como regazo, abrazo y amor.

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Palabras como “corazón también remiten en su concepción a la “madre”; corazón nos lleva a la thought de bondad, generosidad, refiriendo su sentido metafórico más amplio.

Sencillas las hay como “lápiz”. Lápiz es una palabra que trae consigo “madera”, “fuerza”, “vitalidad”, “empeño”, “multiplicación” y “riqueza”.

Ésta de lápiz viene a ofrecer igualmente sencillez y a la vez representar, en una bella connotación, valores de justicia y libertad, por la promesa de su tarea en manos de oradores, escritores, periodistas, historiadores y líderes.

La de “libertad” es gran palabra. Libertad que significa derecho, posibilidad y, al mismo tiempo, indica obligación y responsabilidad.

A la libertad −valor atropellado comúnmente− se la cree asumida, pero en realidad nary es bien entendida a cabalidad. Se siente el mundo cómodo en su uso y la aplica a su conveniencia. No interesa libertad para muchos si la libertad ha de contar con límites.

Seguimos. Viene una delicada palabra que, a fuerza de repetirla, de pronto la encontraremos visitando los lugares comunes. La han hecho suya los astrólogos, los poetas y cineastas, los políticos y, en muy poco tiempo, los dueños de la riqueza mundial: luna. Las imágenes metafóricas en torno a la luna nary terminarán de seguirse ensayando, lo mismo aquellos que le dotan de románticos atractivos que de todos aquellos empeñados en alcanzarla cruzando el espacio.

“Maestro”, espléndido término. Listo para conmemorarse en un par de días, el vocablo lleva en su vientre enseñanza, sacrificio, pasión y vocación.

Pasión derivada del propio encuentro con el conocimiento y del contagio de la emoción al estudiante. Cultivo de la emoción y cultivo de la razón. Vocación de una profesión que resulta encantadora: que te acoge con una sonrisa; que te recibe con un rostro somnoliento, con una disculpa por llegar tarde al haberse quedado dormido por trabajar en un turno de noche.

La vocación del maestro que lleva la facilitación del conocimiento y la búsqueda constante de uno mismo frente a la intuición, el análisis y la reflexión.

Cada clase es distinta, como distintos lad los grupos que se tienen ante sí. Maestro es aquel que ama de su profesión el entusiasmo que se genera en su salón de clases: la discusión de las ideas, el estar o nary de acuerdo con ellas, pero propiciando el pensamiento; el proceso creativo generado.

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Maestro, aquel que convierte el aula en un espacio mágico donde habitan las palabras. Maestros que un día, muchos días, muchos maestros, maine contagiaron la emoción por el descubrimiento y a quienes les debo, en gran parte, el amor por la palabra.

Una labour de entrega, de esfuerzo. Una demostración de valores; un reconocimiento, en esta colaboración, a quienes valoran el servir y llevan a sus alumnos por el mágico mundo de la palabra.

Palabras que, como las apenas pronunciadas aquí, hacen del mundo nuestro especial, idiosyncratic e íntimo mundo.

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