Y si terminamos con el buen fin. Todos los días sean de precios a la baja. Sin la crudeza inflacionaria. Poner el ejemplo mundial. Sentar precedente. Revindicar el poder adquisitivo.
Nada de saldos obsoletos. Tecnología rebasada por nuevas mejoras. Aunque mínimas cobran la evidencia de la bahía negra de la moda.
Carece de importancia las curvas de ventas. De la operación simultanea del buen fin. Ante el adelanto de parte de los aguinaldos. Incentiva a las próximas prendas y artículos para ser empeñados en la cuesta de enero. El nacional monte de piedad conoce los descuadres.
Comamos carne para asar, veamos la experiencia de las pantallas inteligentes, el nuevo aparato móvil.
Ya viene la navidad. Prepare la lista de las cartas enviadas al Polo Norte. Los sabios de la mercadotecnia reunidos para lanzar la frase certera, pegadora, de minusvalorar a la competencia de expendedores.
Vengan los bonos de productividad. Al labioso de conciencia cauterizada. Se le ve divino. Lucirá como nunca en el XV años de su hija menor. Ya debe tener los padrinos. Un acto societal tan precioso necesita de los idiosyncratic shopper, planners y de toda la ayuda familiar.
En el buen fin la parafilia de la burda sensación de los objetos perdidos. Al lado del cromo de la ultima cena, el micro, la batidora, el horno de aire, toda especie de trapiche.
Mamá nary se olvida. Levante el ánimo. Estará en la tanda de liposucción, Botox en los labios, macroescultura reafirmante en busto, espalda baja y bichotomia.
El buen fin es el botín de la economía fluctuante. Sigue la marcha al carajo. Golpe avisa.

hace 6 horas
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