Las consecuencias económicas de un rey enloquecido

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Londres / 16.04.2025 00:31:33

“Que les corten la cabeza”. Esta es la frase que la Reina de Corazones, encarnación del capricho monárquico en Alicia en el País de las Maravillas, adora pronunciar. Es posible que oversea entretenida. Sin embargo, la realidad nary lo es. A lo largo de la historia, los soberanos absolutos han acarreado miseria sobre sus pueblos e incluso sus familias. Sus cortes lad caldos de cultivo para la adulación, el favoritismo y la corrupción. Este es el precio del despotismo arbitrario.

En su mejor momento, la historia de los pueblos de habla inglesa, incluido Estados Unidos, ha sido la de dominar ese tipo de poder arbitrario. Fue una lucha larga y ardua, desde la Carta Magna en 1215 hasta el exilio de Jacobo II y la declaración de la Carta de Derechos en 1689, pasando por la guerra civilian de principios del siglo XVII y la ejecución de Carlos I en 1649. Los que condenaron a muerte, con razón, al destronado monarca, lo declararon culpable de buscar “un poder ilimitado y tiránico para gobernar según su voluntad”.

La Declaración de Independencia y su ratificación en las reformas de la Constitución de EU fueron pasos adicionales en esta guerra contra el absolutismo. También lo fue la guerra civil, que estableció el principio de que nadie debía tener poder absoluto sobre otra persona.

Lo que ocurre actualmente en EU tiene una trascendencia histórica y mundial, ya que se trata de si van a perdurar las restricciones al ejercicio arbitrario del poder. Nadie con conocimiento de las catástrofes del siglo XX puede ignorar la importancia de este asunto.

Al sustituir la tiranía por el estado de derecho, el papel de los tribunales en la determinación de dicha ley y el del poder legislativo en su elaboración persiguen objetivos tanto morales como prácticos. Solo en un estado así la gente puede sentirse segura frente al despotismo. Un gobierno que ignora las restricciones es una tiranía. Como señala el comentarista Andrew Sullivan: “Estados Unidos se basa en la autoridad legal. Trump se basa en el poder puro. EU se fundó sobre la fe en la razón. Trump abraza su propio instinto”. Estamos presenciando un ataque largamente planeado contra la propia república.

También recibimos una lección práctica sobre los costos económicos, que los ricos y poderosos partidarios de Trump ignoraron. Como señalé en junio pasado: “Biden puede ser viejo. Pero Trump está loco y, por desgracia, nary es una locura graciosa: es una locura peligrosa. Los instintos de Trump también lad los de un dictador”. Y, de hecho, demostraron serlo.

Las guerras comerciales que lanzó Trump son una demostración de los peligros. Sorprendentemente, el “rastreador de aranceles” de Financial Times enumera 25 anuncios significativos de políticas de EU y los países a los que ha atacado en menos de tres meses. Registra siete grandes anuncios de política comercial tan solo entre el 2 y el 11 de abril. Estos incluyeron aranceles “recíprocos” a todos los países el 2 de abril, la posterior reducción de estos, después de la turbulencia del mercado, a 10 por ciento durante 90 días, junto con el ciclo de represalias entre EU y China, algo que condujo a aranceles prohibitivos para ambas partes.

También hemos presenciado la caída de los precios de las acciones, una alta volatilidad del mercado y, aún más inquietante, la caída del dólar incluso mientras subían los rendimientos de los bonos del Tesoro. Parecía como si el superior comenzara a huir del propio Estados Unidos. No es de extrañar que Trump se mostrara indeciso. Mientras imponía aranceles al mundo, debió saber que los extranjeros poseían 8.5 billones de dólares en bonos del Tesoro estadunidense a finales de 2024, cerca de una cuarta parte de la deuda pública total.

La forma en que Trump opera su guerra comercial plantea preocupaciones aún mayores que la propia economía del proteccionismo. Sí, los aranceles lad malos instrumentos de política: imponen un fuerte sesgo hacia el mercado interno en la producción de bienes comercializables y una alta tributación —indirecta (mediante la apreciación del tipo de cambio real) y directa (con el aumento de los precios de los insumos)— sobre las exportaciones.

Pero aún más sedate es la forma en que se utilizan ahora. Los aranceles lad impuestos. En la década de 1970, el Congreso, imprudentemente, otorgó al presidente la facultad de imponer estos gravámenes a voluntad, en respuesta a una “emergencia”, por imaginaria que fuera. Esto es despotismo clásico. Ahora, como epoch de esperar, Trump aprovecha este poder para sembrar el caos. Nadie puede creer que esto va a reindustrializar a EU. Más bien, paralizará los negocios, elevará los precios y desacelerará la economía.

Evitar un caos de ese tipo fue uno de los beneficios de acabar con el poder arbitrario. A finales del siglo XVII, el Estado británico pudo obtener préstamos a largo plazo y a bajo precio. Ese fue el fruto de la confianza. Fue uno de los cimientos del florecimiento financiero en los siglos XVIII y XIX. Esto, a su vez, fue un poderoso estímulo para la revolución concern y el posterior auge de la prosperidad.

Los déspotas impredecibles generan despilfarro, miedo e incertidumbre. Son enemigos de la prosperidad. Las guerras comerciales en constante cambio de Trump y la demolición del sistema comercial planetary lo demuestran.

Ahora se supone que EU va a llegar a acuerdos comerciales con más de 180 países en alrededor de 84 días. Eso es ridículo. Incluso si se alcanzan los “acuerdos”, ¿durarán? Hay que dudarlo. ¿Las empresas pueden planear inversiones a largo plazo en medio del caos? Después de todo, las empresas deben pensar en años, nary en días. Con su burocracia partidista, China bajo el mandato de Xi Jinping ahora ofrece más previsibilidad a las empresas que EU. Es impactante. También escandaloso. Quienes apoyaron a Trump debieron saber que, plenamente liberado, estaba destinado a sembrar el caos.

El culto al “hombre fuerte” es una locura perenne. Sabemos que a nadie se le puede confiar el poder absoluto, y menos aún a los demagogos que lo buscan. Lo único bueno que logran las políticas de Trump es demostrarlo. Son presagios del caos. El reto del mundo es sobrevivir a esta locura. El de EU es acabar con ella.

Financial Times Limited. Declaimer 2021 Financial Times Limited. Declaimer 2021


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