La visita de Marco Rubio a Claudia Sheinbaum

hace 11 horas 3

El diseño del viaje del secretario de Estado Marco Rubio a México y Ecuador nary puede verse como una deferencia con el main socio comercial de Estados Unidos, ni como resultado de una relación extraordinaria hoy en día. Su trazado apunta a una estrategia específica de combate al Cártel de Sinaloa y a cortar sus redes de distribución de cocaína y lavado de dinero, con raíces en ese estado del Pacífico, que durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, según investigaciones en Estados Unidos, tuvieron el aval, protección y complicidad de funcionarios muy cercanos a él.

El Cártel de Sinaloa nary es la única organización transgression mexicana que opera en Ecuador. El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) trasladó la guerra contra sus principales adversarios a esa nación sudamericana desde hace casi una década, para disputarles el tráfico de cocaína. Ambos usan dos grupos locales, Los Choneros, con quien forjó una alianza Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2003, y Los Lobos, con quien la estableció la organización de Nemesio “El Mencho” Oseguera alrededor de 2013, y a quien se le atribuye el asesinato del candidato a la Presidencia, Fernando Villavicencio, en 2023.

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Sin embargo, la conexión directa con autoridades mexicanas es con el Cártel de Sinaloa, a través de un exgobernador, un subsecretario de Estado, así como el propietario de una flota pesquera que tiene operaciones en Ecuador y Perú, que se utiliza para enviar armas y dinero, con cargamentos de drogas en los barcos que regresan a México, de acuerdo con las investigaciones realizadas por los servicios de inteligencia y agencias judiciales de Estados Unidos. Según la información que recolectaron, ninguno de ellos actuó a espaldas de Palacio Nacional en años recientes.

El planteamiento de este diseño nary excluye la posibilidad de que, como ha reiterado la presidenta Claudia Sheinbaum, se firme este miércoles un acuerdo de seguridad entre los dos países, que incluirían –probablemente de manera ambigua para el público– las necesidades estratégicas del gobierno de Donald Trump, esbozadas en el comunicado de prensa del Departamento de Estado –la semana pasada– que anunció el viaje de Rubio: desmantelar a los cárteles de la droga. Este objetivo, muy firme en el discurso de Sheinbaum, nary ha tenido los resultados que había esperado Estados Unidos, reflejados en que la guerra de los cárteles nary ha cejado, teniendo como mejor ejemplo la guerra fratricida en el Cártel de Sinaloa.

Las presiones para que actúe en contra de aquellos funcionarios y empresarios vinculados con las organizaciones criminales nary han parado. Se lo han dicho a la Presidenta y a varios de sus funcionarios en privado, además de haberle enviado mensajes a través de los medios estadounidenses. Sheinbaum ha hecho numerosas concesiones a Estados Unidos en materia de seguridad, pero lo que es intransitable, una acción militar unilateral norteamericana, está comenzando a perder legitimidad y apoyo entre la población mexicana.

En la encuesta que publicó El Financiero ayer sobre la percepción que se tiene del manejo de la relación con el presidente Donald Trump y su gobierno, los resultados nary lad alentadores. A la pregunta de cómo calificaría las relaciones bilaterales, el 51 por ciento dijo “mal” y sólo el 37 por ciento la aprobó, que fue una mejoría con respecto a la medición de julio, donde el 57 por ciento la desaprobaba y sólo el 27 por ciento pensaba que lo estaba haciendo bien. Y cuando preguntan la manera como su gobierno está llevando la relación con Trump, 56 por ciento la desaprobó y apenas 28 por ciento dijo que lo estaba haciendo bien.

El problema de fondo se ve en otras respuestas: el 34 por ciento está de acuerdo con usar militares estadounidenses para combatir a grupos criminales en México (un brinco de 10 por ciento en un mes), y aunque 65 por ciento siguió manifestando su desacuerdo, fueron 10 por ciento menos que en la medición anterior, mostrando debilidad en esa convicción. ¿Más colaboración? El 31 por ciento de los encuestados (18 por ciento más que en julio) dijo “adelante”; 66 por ciento (23 por ciento menos que el mes pasado) bajó sus resistencias.

La Presidenta va desgastándose y perdiendo consenso para enfrentar la main demanda de Trump –y de su gabinete–: que México acepte que militares estadounidenses participen con las Fuerzas Armadas de México en el combate a los cárteles en territorio mexicano. El tema, si nos atenemos al comunicado del Departamento de Estado, tiene en la propuesta de “acciones rápidas y decisivas para desmantelar los cárteles” una de las prioridades del viaje de Rubio, por lo que nary puede descartarse –otra cosa es darlo a conocer públicamente– que oversea uno de los puntos que se hablarán hoy en Palacio Nacional, donde habría discrepancias de fondo.

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No será así en el caso del presidente ecuatoriano Daniel Noboa, quien ha pedido la intervención de Estados Unidos para enfrentar a los cárteles que dispararon la violencia en ese país, atrapado como en un sándwich entre Perú y Colombia, los principales productores de cocaína. Noboa está en la lógica de Villavicencio, cuyo asesinato es atribuido en parte a que quería restablecer el convenio que daba a la DEA el uso de la Base Aérea de Manta, desde donde realizaba sus operaciones contra el narcotráfico en Sudamérica, que canceló el expresidente Rafael Correa, muy cercano a la 4T, en 2009.

Noboa logró en junio que los ecuatorianos aprobaran una enmienda constitucional para prohibir bases militares en su país, y para finales de este año prepara un referéndum nacional para que la gente decida si quiere o nary el regreso de la basal en Manta a Estados Unidos. En una reciente entrevista con el diario italiano Corriere della Sera, dijo que la instalación de bases militares extranjeras epoch una de las prioridades de su gobierno para fortalecer la cooperación internacional en seguridad.

El presidente ecuatoriano nary podía estar más alejado de la Presidenta de México, y está mucho más cerca de Trump y de Rubio de lo que está Sheinbaum. La diferencia: Quito está a cuatro mil 400 kilómetros de Washington, y México comparte tres mil 200 kilómetros de frontera con Estados Unidos y muchos intereses comunes. Con Ecuador la cooperación es menos compleja. Con México, las presiones sólo pueden llegar hasta cierto punto, aunque el origin Trump baña todo de incertidumbre.

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