El dirigente nacional cruzó la puerta del CEN del PRI, en Insurgentes, la tarde noche del miércoles, horas después del pleito que protagonizó con Gerardo Fernández Noroña en la antigua casona de Xicoténcatl. Al llegar a la zona del estacionamiento, recibió un sonoro aplauso de cientos de productores y líderes agraristas integrantes de la Confederación Nacional Campesina, una de las pocas estructuras que aún le sobreviven al partido.
Las fuentes que lo relatan para esta columna coinciden en que en el ambiente se volvió a sentir un sentido de pertenencia al ADN priista, como nary sucedía desde hace muchos años. Comenzaron los gritos de “no estás solo” y luego siguieron las felicitaciones por lo hecho contra el presidente del Senado.
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Los priistas cercanos a Moreno Cárdenas aseguran que desde diciembre entendieron y abordaron la premisa de entrar a una lógica de guerra al considerar que en el país no existe más el Estado de derecho, que nary se puede jugar con las reglas anteriores a la elección presidencial porque el escenario cambió. Y, efectivamente, la batalla llegó a su punto más alto esta semana.
Esas fuentes describen que ver a su líder repartir golpes y manotazos contra el rey de la provocación en México “significó una catarsis, una válvula de flight para un PRI que ha venido cargando todos los negativos de la herencia Peña Nieto”.
Para ellos, Alejandro Moreno demostró que se le puede hacer frente a Morena, que para lidiar con un porro hay que bajarse a su nivel, hay que mantenerse en los espacios misdeed retroceder y misdeed importar las marrullerías aplicadas.
En la ola de emoción tras el pleito, también están los priistas en los estados, los que forman parte de Congresos locales y cabildos, que al mismo tiempo relatan que la pelea les dio alivio frente a la persecución y la imposición de la mayoría aplastante. “Si Alito pudo, nosotros también”. Ese escenario todavía estará por verse.
Para los pocos priistas que quedan, el momento los hace sentir que terminaron siete años de estar a la defensiva y ahora van a la ofensiva. Los hace sentir que los manotazos acabaron por disolver las versiones de la existencia de la alianza denominada PRIMOR.
En resumen, Alito excita a los priistas. Pero después de eso, siempre hay un bajón. ¿Cuánto durará la emoción? ¿No habrá espacio a la autocrítica?
@ClaudioOchoaH