Cecilia Guadiana y Luis Fernando Salazar, ambos pertenecientes al partido Morena, retiraron −o los hicieron retirar− las denuncias existentes entre ellos, en virtud de que podrían lograr un distanciamiento con riesgo de dividir a su partido en dos bandos, cuyo daño podía llegar a debilitarlo aún más de lo que está. Por ello, hubo la necesidad de tender una línea directa desde la cúpula nacional que, de manera imperativa, les sugirió que se desistieran. Por lo tanto, al menos públicamente, han demostrado que las pugnas quedaron atrás mediante la publicación de fotografías donde posan en actitud de reconciliación.
Sin embargo, con la acción de desistirse no desaparece el incumplimiento de las normas establecidas, al contrario, confirma su inobservancia: primero, porque al retraerse demuestra que sí fue cometido y, por lo tanto, es comprobable que realmente existió. Y segundo, porque una vez perpetrada la infracción, obliga la aplicación de la sanción correspondiente. Ahora bien, si esta −la sanción− fue dispensada es porque se acepta que el hecho fue consumado, de lo contrario, ¿qué es lo que estarían dispensando? Lo que indica que su mismo partido reconoce que la actuación de los morenistas los delata como transgresores de normas.
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Asimismo, por lo que se refiere a la repartición que proyectaban hacerse de diputaciones federales, alcaldías y, más adelante, de la gubernatura del estado, fue una burda imitación −y perdón por la comparación− de cuando las bestias, incapaces de pensar, estiran cada una para su lado el pedazo de carne del cuerpo que lograran obtener de la caza de una gacela indefensa, que tragan para saciar el hambre, sobre todo las más listas, que comen trozos más grandes.
Los ciudadanos interesados, que conforman los segmentos políticos dentro del ambiente electoral, deben ser conscientes de que Luis Fernando Salazar es una persona que repite patrones de conflicto, los cuales han quedado evidenciados durante su carrera política con actitudes frontales fuera de tono. La condición atávica de Salazar nary da lugar a considerar un equilibrio que demuestre socialmente que actúa sosteniendo ecuanimidad y respeto, que produzca confianza, de manera que demuestre una sabiduría política como creador de estrategias, nary líneas de acción, para la conducción en puestos de elección popular, que dé la certeza que conlleve beneficios sociales.
Por lo que se refiere a Cecilia Guadiana, su camino lo ha transitado por la vía política desde hace relativamente un tiempo reducido, ya que siendo una persona muy joven es difícil que, en ese poco tiempo, llegue a adquirir la experiencia suficiente para enfrentar los niveles que pretende, como llegar a la gubernatura de Coahuila. Para esas alturas se requiere una madurez política sólida que sólo da el tiempo, además de sortear caminos que le vayan abriendo espacios para llegar a ese nivel, como el que pretende, en un estado que ha tomado un ritmo cuya velocidad demanda hoy en día el progreso, por lo que esa posición ahora es sumamente difícil que llegara a suceder, pues la haría hacer un papel extremadamente deficiente que llevaría al estado a niveles de rezago, en perjuicio del avance que se ha observado ahora.
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Los morenistas saben que Coahuila nary es territorio que sostiene a su partido, y menos con los conflictos que se han suscitado en la dirigencia estatal, cuya dirección invisible nary se ha hecho respetar por sus miembros −como los arriba citados−, con diferencias que han sido aparentemente salvadas mediante la imposición de camisas de fuerza por el predominio de la cúpula nacional, porque localmente el comité estatal anda en otra galaxia... gastando prerrogativas.
Esperemos... mientras sigamos atisbando el horizonte, evaluando el comportamiento de los miembros de ese partido, pues hemos visto que también a nivel nacional las discusiones nary se llevan con civilidad, es decir, con razones bien fundadas, sino que las hacen denostando hasta a sus compinches.
Se lo digo EN SERIO.
X: @aguirreperalesf