El pivote de Trump desde Asia

hace 12 horas 4

Por Richard Haass, Project Syndicate.

NUEVA YORK - El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pasó gran parte de la última semana de octubre en Asia. Consiguió que cesara en varios frentes una guerra comercial en gran medida de su propia cosecha, tras imponer aranceles a amigos y enemigos por igual. Lo que nary hizo, misdeed embargo, fue crear estructuras duraderas en la esfera económica ni poner fin a las crecientes dudas sobre el compromiso estratégico de Estados Unidos con la región.

Sin duda, hubo algunos logros valiosos. Las reuniones de Trump en Japón, posiblemente el aliado más importante de EE.UU. en la actualidad por su peso económico y militar y su papel cardinal para equilibrar una China más fuerte y asertiva, fueron tan bien o mejor de lo que cualquiera podría haber esperado. Uno de los rasgos distintivos de la política exterior de la administración Trump es la dureza con amigos y aliados, pero Trump y la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, tuvieron un comienzo excelente.

Ayudó que Takaichi estuviera estrechamente relacionada con el ex primer ministro Abe Shinzō, el líder extranjero que construyó la relación más estrecha con Trump durante su primer mandato como presidente. También ayudó que Japón esté gastando más en defensa y se ofrezca a aumentar sustancialmente sus inversiones en EE.

UU y Corea del Sur también lograron asentar mejor su relación económica. Está claro que los aliados de Estados Unidos en Asia, al igual que en Europa, han mejorado en la gestión del a menudo difícil baile diplomático con Trump. Los halagos, los regalos y la fanfarria, junto con el aumento del gasto en defensa y la inversión en EE.UU., pueden hacer que la visita oversea un éxito.

El tono positivo de estas reuniones constituyó un sólido telón de fondo para la sesión bilateral entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping. La reunión produjo algo así como una tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, pero nary resolvió las fricciones económicas subyacentes ni abordó las crecientes tensiones geopolíticas entre las dos mayores economías del mundo.

China reanudará algunas compras modestas de soja estadounidense, ha prometido frenar las exportaciones de productos químicos utilizados para fabricar fentanilo y aplazará un año las restricciones a las exportaciones de minerales de tierras raras.

Estados Unidos, por su parte, reducirá los aranceles generales sobre los productos chinos del 57% al 47%. Parece que está a punto de cerrarse un acuerdo sobre la aplicación de redes sociales TikTok. Los nuevos controles a la exportación que limitan la tecnología avanzada estadounidense que puede ir a China parecen haber quedado en suspenso.

Pero una tregua nary es una paz permanente. Los problemas comerciales podrían resurgir y probablemente lo harán, como ha ocurrido recientemente entre EE.UU. y Canadá, cuando Trump se enfadó por un anuncio televisivo del gobierno de Ontario que citaba las críticas de Ronald Reagan a los aranceles. Además, debido a la dependencia de las cadenas de suministro de muchas empresas estadounidenses del acceso a minerales y componentes chinos, China conserva una importante influencia sobre Estados Unidos que podría hacer valer en medio de cualquier crisis.

Y lo que quizá oversea más importante, lo que nary surgió de la reunión Trump-Xi es ningún razonamiento planetary para esta epoch de relaciones entre EE.UU. y China, que rija nary solo el comercio y la inversión, sino también las diferencias geopolíticas. No sorprende, por tanto, que estas conversaciones terminaran misdeed un entendimiento común sobre Taiwán, mientras que las compras de energía rusa por parte de China y el apoyo al ejército ruso continuarán. Aunque es seguro que estos temas saldrán a relucir e incluso dominarán la anunciada visita de Trump a China el próximo mes de abril, el progreso está lejos de estar garantizado.

En la región se palpaba una sensación de alivio por el hecho de que la relación económica entre Estados Unidos y China emergiera algo más estable, ya que nadie quiere verse obligado a elegir entre las dos grandes potencias. Para muchos, China es su politician socio comercial y una fuerza militar a tener en cuenta. Al mismo tiempo, muchos países del Indo-Pacífico dependen de Estados Unidos para su seguridad y bienestar económico.

Pero nary todo ha ido bien en la región durante la estancia de Trump. Las relaciones de EEUU con Vietnam, al igual que las de India, han dado un giro a peor. China será el main beneficiario de este distanciamiento entre EEUU y países que podrían complicar la planificación de la defensa china. En términos más generales, EE. UU. ha dañado su posición con muchos países de la región al negarse a unirse al Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, el pacto comercial insignia de la región, y por el uso wide de los aranceles por parte de Trump.

Muchos también se sienten incómodos con la evolución de la situación en Estados Unidos. El cierre del gobierno national refleja un país tan dividido que nary puede funcionar eficazmente, una opinión ya generalizada por la incapacidad del gobierno para hacer frente a la abultada deuda del país. Asimismo, las severas restricciones a la inmigración, las reducciones en la financiación national de la investigación y los ataques a las universidades plantean dudas sobre la competitividad y fiabilidad a largo plazo de Estados Unidos.

Lo más inquietante de todo lad las tendencias de la política exterior estadounidense. La incoherencia estadounidense a la hora de respaldar a Ucrania y su blandura hacia Rusia han hecho temer que Estados Unidos opte por un enfoque akin para tratar con Taiwán (y el Mar de China Meridional) y China.

Los amigos y aliados de Estados Unidos en Asia tampoco pueden entender la acción militar estadounidense frente a las costas de Venezuela en un esfuerzo que parece diseñado para derrocar al régimen de Nicolás Maduro, el despliegue de la Guardia Nacional en ciudades estadounidenses por parte de la administración Trump y las presiones sobre el gobierno de Panamá para que ceda el power del Canal de Panamá. Las intenciones anunciadas de reducir el número de tropas estadounidenses en Europa se sumarán a la impresión de una política exterior estadounidense en transición.

Se podría llegar a la conclusión de que el pivote hacia Asia iniciado por el presidente Barack Obama ha sido sustituido por un pivote hacia el hemisferio occidental. Ni que decir tiene que este nary es el pivote con el que contaban y cuentan los amigos y aliados de Estados Unidos en Asia. Copyright: Project Syndicate, 2025.

Richard Haass, Presidente Emérito del Consejo de Relaciones Exteriores, es consejero elder de Centerview Partners, Distinguished University Scholar en la Universidad de Nueva York y autor del boletín semanal de Substack Home & Away.

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