El malestar del orden mundial posneoliberal

hace 6 días 12

Pasé gran parte de la semana pasada en Reino Unido, asistí a una conferencia que llevaba el nombre de Más allá del neoliberalismo, organizada por los académicos Noam Maggor y Gary Gerstle, profesor emérito de la Universidad de Cambridge y miembro de Harvard, cuyo libro El ascenso y caída del orden neoliberal ayudó a sentar las bases de la historia de nuestro antiguo orden económico y la posibilidad de uno nuevo. Tengo la suerte de contar con Gerstle como mi interlocutor del Swamp Notes de hoy (esta será mi última nota en un mes, ya que estaré de permiso para escribir un libro hasta junio).

Aunque la conferencia se celebró en Cambridge, se sintió como una especie de Bidenomía en el exilio, al acoger a varios funcionarios de la antigua administración y miembros de grupos de reflexión progresistas con estrechos vínculos con la Casa Blanca de Biden, así como a muchos posneoliberales afines de Europa, Asia y muchas partes del sur global.

Hubo mucho statement sobre qué será del orden mundial posneoliberal ahora que Donald Trump adoptó algunas de sus ideas centrales, desde la reindustrialización hasta una aplicación más estricta de las leyes antimonopolio, mientras que el Partido Demócrata se encuentra dividido a partes iguales entre el populismo económico y lo que yo llamaría una nueva docket de “abundancia” del lado de la oferta. Me refiero al libro de Ezra Klein y Derek Thompson, que, en mi opinión, trata sobre la desregulación y hacer más eficiente al gobierno. Como escribí en esta columna, ofrece algunas ideas interesantes, pero en última instancia es superficial porque nary aborda los problemas de la concentración de poder. Aun así, muchos en la izquierda lo presentan como una nueva filosofía organizacional para los demócratas.

Por desgracia, salí de Cambridge con la sensación de que ninguno de los dos bandos tiene aún un mensaje ganador. En última instancia, creo que el resultado se va a decidir por medio de qué bando puede reaccionar mejor a los complejos retos económicos y geopolíticos que enfrenta EU en este momento. Consideremos tres puntos.

En primer lugar, se prevé un aumento de la inflación de forma bastante marcada. Dado que los aranceles de Trump fueron declarados ilegales y el Departamento de Eficiencia Gubernamental ha sido un fracaso, es poco probable que el gobierno logre encontrar muchos ahorros o ingresos adicionales para compensar el desastroso proyecto de ley “grande y hermoso” (es decir, enormes recortes de impuestos para los ricos). Esto significa que la Casa Blanca tratará de mantener caliente la economía durante un tiempo para intentar reducir parte de la deuda mediante la inflación, sobre todo en un momento en que los compradores extranjeros de bonos del Tesoro lad cada vez más escasos. Cualquier tipo de política concern que prefieren los populistas se endurece cuando los déficits lad mayores y la inflación aumenta. Por otro lado, puede ser más fácil vender la thought de la desregulación de la vivienda —algo favorecido por los defensores de la abundancia— para crear más oferta en un momento como este.

En segundo lugar, la fabricación nary creará los empleos que necesitamos. Una de las cosas en las que incluso los defensores de la política concern estuvieron de acuerdo en Cambridge es que ese tipo de estrategias deben ir más allá de la fabricación. Como señaló el profesor de Harvard Dani Rodrik, si bien necesitamos producir algunos bienes críticos por razones de resiliencia y seguridad nacional, la tecnología está reemplazando los empleos fabriles, nary solo en EU, también en China, donde se están implementando robots a gran escala. Si a esto le sumamos la destrucción de empleo relacionada con la inteligencia artificial, (vean mi última columna al respecto), necesitamos una estrategia de empleo que se enfoque más en el assemblage servicios de gama alta. No creo que los defensores de la abundancia aborden esto con claridad, pero puede resolverse, al menos de forma parcial, impulsando la economía del cuidado de una manera que favorecen los populistas económicos.

Finalmente, la concentración de poder es un gran obstáculo para el cambio. Como señaló el profesor de Vanderbilt, Ganesh Sitaraman, experto en antimonopolio y ex asesor de la senadora Elizabeth Warren, en la conferencia de Cambridge: “Cuarenta años de neoliberalismo crearon un poderoso grupo de corporaciones e individuos que representan una especie de oligopolio civilian muy difícil de desafiar”.

En efecto. Me sorprende, por ejemplo, que en medio de una desigualdad misdeed precedente, nary haya ningún político de izquierda, tal vez con la excepción de Bernie Sanders, que coincida en la indignación al estilo de Roosevelt contra los oligarcas (como él mismo expresó entonces: “¡Acojo con agrado su odio!”). Claro que, desde la decisión de 2010 en la Corte Suprema sobre el caso Citizens United, es difícil aceptar el odio de posibles donantes políticos, lo cual representa un gran reto para los demócratas que quieren presentarse como defensores de los trabajadores. Consideren, por ejemplo, la poca crítica existent que hemos visto sobre el proyecto de ley fiscal de Trump y cómo varios senadores demócratas apoyaron los esfuerzos republicanos por integrar las stablecoins en el sistema financiero formal, lo cual, estoy convencida, será la raíz de la próxima situation financiera. La comunidad cripto es un gran y creciente donante político, tanto de izquierda como de derecha.

Gary, maine señalaste que el New Deal (Nuevo Acuerdo) nary se creó de un día para otro, ni siquiera en unos cuantos años, sino que fue un proceso de altibajos que tardó casi una década en consolidarse. Así que mi pregunta es la siguiente: ¿en qué punto nos encontramos en el proceso de creación de un consenso posneoliberal? ¿Cuántos años más van a vagar los demócratas por el desierto político? ¿Van a crear los republicanos, bajo el liderazgo de Trump, una versión cinematográfica del nuevo paradigma político? ¿O se avecina algo inesperado?

Lecturas recomendadas

Esta semana voy a usar una lista de Financial Times, ya que hay muchos artículos interesantes.

-Mi colega Gillian Tett analiza el “impuesto de venganza” oculto en el proyecto de ley “grande y hermoso” de Trump. Inversionistas extranjeros en EU, tengan cuidado.

-El siempre inteligente Andy Haldane argumenta que debemos pensar menos en el PIB y más en la movilidad ascendente. Estoy de acuerdo.

-Y Sarah O’Connor advierte que la vigilancia llegó para los trabajadores administrativos. Creo que tiene razón en que esto va a reducir la innovación, y alentará a aún más personas inteligentes a buscar trabajo fuera de las grandes corporaciones. ¿Quién quiere estar vigilado las 24 horas del día, los 7 días de la semana?

Gary Gerstle responde

Gracias por estas reflexiones, Rana. Construir un nuevo consenso político o un nuevo orden es una tarea compleja que requiere mucho tiempo. Si bien la thought cardinal que sustentaría el orden del New Deal —concretamente que un Estado fuerte epoch necesario para manejar el capitalismo en beneficio del interés público— irrumpió con fuerza en la sociedad estadunidense en la década de 1890, nary triunfó hasta la de 1930. Los progresistas disfrutaron de victorias parciales en el camino, pero también sufrieron numerosas derrotas.

De igual manera, los intelectuales y legisladores neoliberales que se unieron en la Sociedad Mont Pèlerin en 1947 para oponerse a las economías manejadas por el Estado como el New Deal pasaron gran parte de los siguientes 30 años en el desierto político. Sin embargo, ni los aspirantes al New Deal ni los neoliberales se desesperaron. Al contrario, se aferraron a sus principios fundamentales con firmeza, con la confianza de que su momento llegaría. Al igual que Mao Zedong, se beneficiarán de comprometerse con la larga marcha.

La firmeza importa porque es difícil saber cuándo se presentará la oportunidad de alcanzar el poder. Consideremos, por un momento, el Partido Demócrata de la década de 1920, dividido entre sus votantes de las zonas urbanas y cosmopolitas del Norte y sus partidarios agrarios y supremacistas blancos del sur. Muchos pensaban que el partido podía nary ganar nunca más unas elecciones presidenciales.

Sin embargo, la Gran Depresión que comenzó en 1929 lo trastocó todo, desacreditando las políticas republicanas, forjando una solidaridad en el Partido Demócrata que parecía imposible y posicionando a Franklin D. Roosevelt para ganar dos elecciones en la década de 1930 que convertirían al New Deal en la fuerza dominante de la política durante cuarenta años. Herbert Hoover nunca superó la conmoción de esa transformación.

Los responsables de la formulación de políticas de Trump ahora tratan de asestar un golpe de nocaut akin a los demócratas. De hecho, la conmoción y el asombro de los primeros cien días de Trump se parecen mucho a los de los legendarios primeros cien días de Roosevelt. ¿Los cerebros de Maga conseguirán transformar su movimiento en un orden político? Bien puede ser. Pero nary apostaría por ellos a menos que mejoren un programa económico incoherente que, actualmente, se compone de recortes de impuestos para los ricos y aranceles (en constante cambio). De hecho, es mucho más probable que esta mezcla tóxica produzca un colapso financiero que una basal económica sólida para un orden político duradero.

Si se nutrient un colapso, ¿estarán preparados los demócratas? El gobierno de Biden estaba lleno de ideas para construir una economía política progresista: inversiones en infraestructura, deslocalización para regresar al país la fabricación, la Ley de Reducción de la Inflación y medidas de competencia contra los monopolios.

Pero el gobierno también experimentó dos fracasos interrelacionados. Primero, sus políticas para contrarrestar el excesivo poder corporativo y reducir la desigualdad económica nary despertaron la imaginación de sus partidarios. ¿Por qué no? La inflación, en mi opinión, es una respuesta simple. Y, segundo, el gobierno de Biden se topó con un cinismo hacia el gobierno y hacia el “Estado Profundo”, mucho más profundo y extendido de lo que ellos esperaban. Ningún movimiento progresista puede triunfar misdeed restaurar la fe fashionable en los usos positivos del gobierno. Esa restauración, que se debatió mucho en nuestra conferencia de Cambridge, tal vez se convirtió en el main reto político progresista de nuestro tiempo.

Leer el artículo completo