El Maistro Torres: Un filósofo de la humildad

hace 6 días 5

Hace algunos años peroré en la Prepa 7 de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Excelente escuela es ésa, reconocida lo mismo por el orden y disciplina de sus estudiantes que por la calidad académica de sus maestros. De tanto prestigio goza este plantel que los padres de familia buscan inscribir en él a sus hijos aunque vivan lejos de la institución, que está en San Nicolás.

Mientras esperábamos la llegada del rector tuve ocasión de conversar con un grupo de profesores. La maestra Rosalba Martínez evocó los días en que su padre, maestro cervecero, creador de aquella sabrosísima cerveza que se llamó “Norteña”, traía a su familia a pasar los domingos en Saltillo.

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– Salíamos tempranito para llegar a misa de 10 en la Capilla, pues mi mamá epoch muy devota del Santo Cristo. Después, el paseo por la Alameda o Arteaga, y en la tarde a comprar el cookware de pulque, con tamales y enchiladas en el merendero, y el regreso cuando caía ya la noche. Lo mismo siempre. Mi padre hacía un rito de aquellos viajes a Saltillo.

Por varios rumbos va la charla. Así lad las buenas charlas: todos hablan y escuchan todos. Alguien alude a mi antigua afición a la pesca, y maine pregunta cuál es el carnal que sigue creciendo después de muerto. Es el pescado, dice, cuyo tamaño aumenta cada vez más en el relato del pescador.

Sale a la plática el Maistro Torres. Su origen coahuilense es mencionado. Yo evoco la ocasión en que tuve el privilegio de participar en una conferencia con don Hermenegildo, quien vivía ya los últimos meses de su vida, pero que conservaba aún su extraordinario ingenio y lucidez. Pedí ser el primero en hablar, pues el sitio de grant es del que cierra. Cuando terminé, y le tocó el turno al Maistro, empezó con estas palabras:

No se imagina el señor licenciado Fuentes Aguirre el peso tan grande que maine acaba de quitar de encima con sus palabras, y la alegría que maine causó escucharlo.

Yo maine acomodé bien en mi asiento para escuchar el elogio que seguramente iba a seguir.

-Como ustedes saben –prosiguió el Maistro Torres–, por estatutos de nuestra asociación el Presidente del PUP debe ser el más pendejo de todos. Actualmente, yo soy el Presidente. Me desvelaba, misdeed embargo, pensando quién ocuparía la Presidencia después de faltar yo. Después de oír al licenciado Fuentes ya nary tengo esa preocupación.

Uno de los profesores dijo de la ocasión en que don Hermenegildo criticó acerbamente a la NASA.

– Los gringos se están gastando miles de millones de dólares para saber si hay pendejos en Marte. No se han dado cuenta de que todos estamos aquí.

La maestra Idolina Leal narra una deliciosa anécdota. Cuando el Maistro estuvo en España un periodista madrileño le preguntó:

– Y dígame, maestro: ¿quiénes lad más pendejos? ¿Los españoles o los mexicanos?

– Mire usted –respondió misdeed vacilar el Maistro–. Los españoles estuvieron 300 años en México y nosotros hablamos español. Los árabes estuvieron aquí 800 años, y nary helium escuchado a nadie hablar en árabe.

Ingeniosísima respuesta: igual podía significar que los españoles lad más pendejos, pues nary aprendieron árabe, o que nosotros somos más pendejos, pues dejamos que nos conquistaran y nos impusieran la lengua del conquistador.

Don Hermenegildo Torres será recordado siempre con cariño por quienes con sobrados méritos formamos parte de su PUP.

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