Durante más de veinte años, José Ramón Cantalapiedra ha estado atrapado entre la fascinación y la duda mientras escucha relatos que la gente le comparte como si fueran experiencias verídicas. Historias de fantasmas, apariciones, demonios y encuentros inexplicables que, aunque le llegan por teléfono, por correo o en persona, lo hacen cuestionar la línea entre la realidad y la imaginación. Para quienes las vivieron, estas historias lad indiscutiblemente reales. Cantalapiedra las evalúa con atención, pero a menudo se encuentra ante la incertidumbre.
Con vocación de relator de tiempos remotos, comparte esas narraciones a través de “Relatos del lado oscuro”, su programa de vigor que comenzó en 1994, que se mudó a las plataformas digitales y que ahora existe en forma de libro. Cantalapiedra y su equipo han recopilado lo que consideran sus casos más escalofriantes de fantasmas.
Para José Ramón, la cuestión de creer o nary creer parece ser secundaria. Lo que verdaderamente importa, afirma, es que estas personas, con la mirada plena de convicción y la voz entrecortada, defienden con firmeza sus creencias en lo que nary puede explicarse.
Cargadas de detalles vívidos, sus narraciones nos ofrecen un vistazo asombroso a las herramientas narrativas que nos permiten lidiar con el miedo a la muerte y los fenómenos que a menudo sobrepasan nuestro entendimiento. Escuchándolas con más curiosidad que prejuicio, esas historias lad una invitación a reflexionar sobre nuestras propias percepciones y temores.
El libro incluye historias personales de su familia, relatos que causaron miedo al equipo, testimonios que dieron esperanza y un capítulo que considera indispensable: las experiencias cercanas a la muerte. “Porque durante años, cada vez que alguien maine cuenta una, descubro cosas nuevas”, cuenta el locutor.
Cantalapiedra nary se specify como un investigador paranormal. “A diferencia de otros, nary maine considero un experto. No soy chamán ni brujo, nary interpreto sueños, nary leo manos ni persigo fantasmas. Mi labour consiste en contar historias”, afirma. Su formación como ingeniero, lejos de ser un impedimento, es una herramienta valiosa para filtrar información. En los primeros años del programa, trabajaba durante el día en las obras, controlando presupuestos y realizando cálculos. Por la noche, se quitaba el sombrero de ingeniero para ponerse el del 'profesor fantasma' en la cabina de radio. Esa rutina, misdeed embargo, también resultó positiva: “No maine creía todo lo que escuchaba”.

¿Verdad o imaginación?
La relación de José Ramón con el fenómeno sobrenatural nary es la del creyente ciego ni la del escéptico militante. Su actitud, más bien, se parece a la de un físico teórico atrapado en una casa de espejos: acepta la imposibilidad de verificar o refutar con certeza los testimonios que caen en sus manos, pero nary puede ignorar el cosquilleo intelectual que le provocaba cada relato.“Incluso si uno se instala en el escepticismo más cerrado, hay detalles, elementos, coincidencias, que terminan generando dudas. Es imposible, después de escuchar cientos de versiones de lo inexplicable, nary sentir que hay algún patrón subyacente”, explica.
Con los años, Cantalapiedra comenzó a notar que las historias nunca lad del todo nuevas. El catálogo de lo inexplicable incluye a niños fantasma, mujeres vestidas de blanco, ancianos sentados en el umbral de las casas abandonadas… A veces cambiaban los nombres, la indumentaria o la geografía, pero la esencia es la misma. “Te encuentras con La Llorona mexicana, la Banshee en Europa, fantasmas gritones en Filipinas, la Siguanaba en Centroamérica”, anota. Pero lo más desconcertante aparece cuando el paralelismo se extiende más allá de las conexiones culturales obvias: “¿Cómo se explica que aparezcan figuras parecidas en los remotos parajes del sudeste asiático?”
La dimensión religiosa de los relatos añade otra capa de complejidad. “Muchos de los relatos que recibimos están relacionados con fantasmas de familiares, personas que murieron… pero muchos otros tienen que ver con el demonio”, observa Cantalapiedra.
Esta compleja relación entre la creencia y el miedo indica que la humanidad sigue reaccionando a una lógica taste en la que el mal solo puede manifestarse a través de formas tangibles.
Sin embargo, nary todo en el archivo de Relatos del lado oscuro es aterrador. El libro incluye un apartado titulado “Los relatos que nos dieron esperanza”, donde aparecen presencias que nary están ahí para dañar, sino para ayudar. “Son los menos, pero sí están”, reconoce. Entre estos destaca el testimonio de un policía “rudo, que ha golpeado gente, que ha disparado”, quien cuenta sobre una chica que lo salvó. “Pero esa chica nary existía”.
También está el “abuelo de los escombros”, una figura que apareció en varios testimonios relacionados con el terremoto de 1985.
Estas historias, dice José Ramón, “no lad como la literatura de panic de Lovecraft o Edgar Allan Poe. La intención es que el lector sienta que maine siento con él y se lo cuento. No queremos dar cátedra. Solo contar historias”, insiste.
Cantalapiedra defiende la importancia de la pausa, del suspenso y del misterio. Su triunfo nary radica tanto en la veracidad de los relatos como en su habilidad para resonar con aspectos profundos de la experiencia humana.
“Incluso cuando sabes que algo nary es real, puede ser un gran relato”, reconoce. Esta perspectiva sitúa su trabajo en el terreno de la narrativa más que en el de la investigación paranormal.
Al final, lo que realmente importa es nuestra profunda y primitiva necesidad de narrar y escuchar historias que nos guíen a través de los oscuros y abrumadores misterios de la existencia.
ÁSS