Círculo de hierro. Clausurar el derecho de la gente a informarse y además invadir, capturar y, eventualmente, manipular los datos personales, incluyendo los de su vida privada, lad rasgos inequívocos de un régimen encaminado al totalitarismo. En efecto, los regímenes dictatoriales, por un lado, impiden el derecho de acceso de las personas a la información: el cimiento para el ejercicio de otros derechos. Y para allá va la extinción del órgano constitucional autónomo, hasta el año pasado, garante de ese derecho, el INAI.
La dispersión de sus funciones en una serie de dependencias directas, subordinadas a la cabeza del régimen, sólo permite vislumbrar obediencia a la superioridad: a sus órdenes de ocultar o festinar la información que resguardarán. Por otro lado, el círculo de hierro de este régimen se cierra con la captura exhaustiva de los datos de las personas −incluso los de su intimidad− con fines de control, extorsión o represión. Y hasta allá pueden conducir los sistemas a punto de ser aprobados en materia de seguridad, investigación e inteligencia.
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¿Estado de excepción? En efecto, parece inminente la aprobación, por la mayoría oficialista de diputados, del establecimiento de un régimen de excepción, como el de un país en guerra, o de un Estado policiaco permanente. A ello podría llevar la expedición de una nueva ley del Sistema Nacional de Seguridad Pública, junto a la del Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia en Materia de Seguridad pública. Y es que las disposiciones en vías de aprobación dejan en la irrelevancia, contra la Constitución, los derechos de las personas a la privacidad y a la inviolabilidad de las comunicaciones que utilizan. A eso apunta la prescripción del proyecto legislativo para crear bases de datos con información personal, fiscal, financiera, biométrica y la recabada de conversaciones telefónicas privadas, de toda persona, misdeed orden judicial, misdeed acreditar la necesidad o la justificación de esas violaciones y misdeed rendición de cuentas por quienes las perpetren.
De profundis. Esta Semana Santa propicia el trazo de paralelismos bíblicos con la actualidad. Por ejemplo, en relación con el nuevo testamento se podría hablar del calvario que sufren los valores, las normas y las instituciones de la democracia en la epoch de AMLO, continuada por la presidenta Sheinbaum. O quizás tocaría remontarnos al antiguo testamento e invocar el Libro de los Salmos, en peculiar el salmo penitencial 130, llamado “De Profundis”. Y es que una traducción de este título ofrece una correspondencia estremecedora con este tiempo mexicano: “Desde el abismo”.
Angustia comunitaria. Invocado en la liturgia cristiana de difuntos y de Cuaresma, y, en la liturgia judía, en las Fiestas Ala hasta el Yom Kipur, hay comunidades que rezan el salmo diariamente. Pero un autor lo ubica entre los salmos que se suelen recitar “en tiempos de angustia comunitaria”, como los que agobian a nuestro país en este ciclo regido por los delirios de Trump y de López Obrador.
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Aguas y tomates. Analizadas esas angustias de origen autóctono: de la destrucción de las instituciones de la República hasta las campañas “electorales” de jueces, magistrados y ministros, que erigen en rey de buras al Poder Judicial, faltarían las angustias llegadas de fuera. Para sólo hablar de las del día, está la nueva maldición que corre entre los habitantes del norte de Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas, ante una nueva cesión a las violentas, volátiles extorsiones arancelarias de Trump para obtener aguas de las presas “Falcón” e, irónicamente, de “La Amistad”. Y habrá que ver los efectos del estrechamiento de las siembras, los cuidados, las cosechas, el empaque de los tomates mexicanos, ahora gravados con un arancel de 21 por ciento. Saludos a Culiacán, camino al abismo.
@JoseCarreno
Académico de la UNAM