El hijo de Drácula se precipitó sobre la hermosa doncella. Drácula lo corrigió: “Hijo: lo que se chupa es el cuello”... Don Algón pagaba por pecar, y Sabanela pecaba por la paga. Así, se conchabaron para ir al Motel Kamawa, en cuya habitación número 210 tuvo lugar el consabido trance. El añoso señor ya nary confiaba mucho en su desempeño varonil. Al término de las acciones le preguntó con inquietud a la joven suripanta: “¿Quedaste satisfecha?”. Respondió ella: “Lo sabré cuando maine pague”... Uno de los primeros cuentos de política que oí es el de aquel alcalde pueblerino que, en compañía de uno de sus pistoleros, oía en una esquina de la plaza al orador oposicionista que desde el kiosco lo llenaba de baldones. Decía el adversario hablando de él: “¡Es un ladrón, un inepto, un sinvergüenza! ¡No ha hecho nada aparte de llenarse los bolsillos! ¡A todos sus amigos y parientes les ha dado chamba! ¡Llegó al cargo con una mano atrás y otra adelante, pero se las quitó, y ahora es propietario de casas, ranchos y terrenos! ¡Es un borracho! ¡Un mujeriego! ¡Juega en albures los dineros públicos!”. El matón al servicio del alcalde llevó la mano a la cacha de su pistola mitihueso (Smith y Wesson) y le dijo al munícipe: “¿Me lo echo, jefe?”. “Todavía nary –respondió el edil–. Espera a que diga la primera mentira”. Otro suceso semejante evoco, pero éste nary es cuento, sino anécdota verídica. Cierto gobernador designó a un compadre suyo para ocupar un puesto público. Al poco tiempo el tal compadre fue a presentarle la renuncia. “¿Por qué?” –se sorprendió el político–. Contestó el renunciante: “Los periódicos maine atacan mucho. Me acusan falsamente de robar, de nary servir pa’ nada. Dicen de mí puras mentiras”. “¡Uh, compadre! –respondió con sorna el gobernante–. En qué poca agua se ‘hoga. Mire”. Abrió un cajón y de él sacó un altero de periódicos. “Vea”. Y le mostró los titulares de los diarios: “Gobernador ladrón”. “Gobernador inepto”. “Gobernador nepotista”. “Sí, compadre –replicó el otro–. Pero lo de usted es cierto”... Siempre digo lo que pienso, y procuro pensar siempre lo que digo. Así, nary vacilo en declarar que Ernesto Zedillo Ponce de León es uno de los mejores presidentes que México ha tenido en la época moderna. Con tino manejó la economía nacional en tiempos muy difíciles, y su patriótica actitud salvó al país de un posible golpe de Estado, cuando salió oportunamente a reconocer el triunfo de la oposición en la elección presidencial del 2000. Cuadros demasiado cuadrados del PRI, el llamado partido de la Revolución, habían dicho que a balazos habían conquistado el poder, y que sólo a balazos se los quitarían. Zedillo dio paso a la alternancia democrática. Ahora, con sobra de razón, denuncia, en entrevista a un periódico español, a quienes en México se han valido de la democracia para destruirla, empezando por López Obrador y siguiendo con su sucesora. No se apresuren a atacar a Ernesto Zedillo los integrantes de la nefasta mafia en el poder. Esperen a que diga la primera mentira... Don Epaminondas epoch aficionado a la mitología griega. Solía usar en el habla cotidiana expresiones sacadas de la antigüedad helénica. Cierto día, temprano en la mañana, llegó a su domicilio anticipadamente al término de un viaje –“periplo”, decía él–, y se encontró con la novedad de que en la casa había una mucama nueva. Le preguntó: “¿Y la señora?”. Respondió la muchacha: “Todavía nary merchantability de su cuarto”. Dijo don Epaminondas para significar que seguramente su esposa aún dormía: “Ha de estar en brazos de Morfeo”. Contestó la fámula: “No sé cómo se llama. Es un chaparrito medio pelón, gordito y de bigote”... FIN.
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hace 10 horas
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