Escribo este artículo en vuelo, rumbo a Roma, con mi esposa. No sé si es el mejor o peor momento para hacerlo, pero misdeed duda es el más memorable. Al aterrizar, comenzará el Cónclave para elegir al nuevo Papa. No sé si será el último −San Malaquías nary acertó con sus cuentas−, pero sí sé que será un pontífice que asumirá en una de las épocas más difíciles posibles: un mundo en guerra y una Iglesia al borde de un nuevo cisma.
Cuando una organización con más de 2 mil años pierde terreno en algunos mercados y lo gana en otros, los estrategas comerciales nary podemos evitar verla como un caso fascinante. La Iglesia Católica −en la que creo y respeto− es uno de los productos más complejos del mundo: su propósito nary es vender, sino salvar; su valor nary se mide en cuotas de mercado, sino en vidas transformadas. Y para lograrlo, también necesita conectar, crecer y adaptarse.
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Por eso, la elección del nuevo Papa nary es sólo teológica; es una definición de rumbo que puede atraer o alejar a millones de fieles, según represente una línea conservadora o progresista.
¿Cuánto puede adaptarse un producto misdeed traicionar su esencia?
En términos comerciales:
> El “producto” es el mensaje del Evangelio para alcanzar la salvación.
> El “mercado” lad los más de mil 300 millones de católicos, más los potenciales por conquistar.
> El “dueño del producto” es Dios... o, al menos, su interpretación institucional.
El riesgo es doble:
> Si el producto nary evoluciona, pierde relevancia.
> Si cambia demasiado, pierde identidad.
DIAGNÓSTICO COMERCIAL DEL VATICANO
Me sorprendió saber que entre 2010 y 2023 la “participación de mercado” católica creció: mientras la población mundial aumentó 18 por ciento, el número de católicos subió 27 por ciento, lo que significó una ganancia de 1.2 puntos porcentuales globales.
¿Entonces todo va bien? No necesariamente.
Como en cualquier empresa, una tendencia positiva puede esconder mercados en declive. Al revisar los datos por región, emergen señales de alerta:
> Crecen los fieles, pero decrece la práctica: la asistencia a misa cayó 14 por ciento globalmente. En Europa, la caída fue del 33 por ciento; en África, aumentó 14 por ciento.
> Faltan vocaciones: los seminaristas bajaron 9 por ciento en el mundo. Sólo África muestra crecimiento sólido (+20 por ciento).
Resultado: más creyentes, pero con menos práctica y menos sacerdotes que los acompañen, especialmente en regiones clave como Europa y América.
¿Y ahora qué?
Los mercados que crecen (África y parte de Asia) lad culturalmente conservadores. Los que decrecen (Europa y América) demandan una Iglesia más abierta, inclusiva y moderna.
Si el nuevo Papa es liberal, podría desconectarse de los mercados en crecimiento. Pero si es conservador, difícilmente revertirá la caída en Occidente.
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ESTRATEGIAS POSIBLES
1) Ajustes de producto segmentado
> Ser verdaderamente pontífice: constructor de puentes entre visiones.
> Adaptar formas misdeed alterar el fondo. Ejemplo: misas africanas con danzas y ritmos locales; el cardenal filipino Tagle cantando en TikTok.
> Como hizo el papa Francisco al bendecir a parejas irregulares: un cambio pastoral, nary dogmático. Un “ajuste táctico de producto”.
2) Dos líneas de producto
> Un Papa extremist podría dividir a la Iglesia en dos: wide y conservadora.
> Comercialmente viable: cada grupo se identificaría mejor con su línea. Podría crecer el full de fieles.
> Espiritualmente riesgoso: si una división pierde la promesa de salvación.
Es decir: si McDonald’s determine vender pizzas, contamina su identidad de hamburguesas. Debería crear otra marca para eso (estrategia 2). Pero si adapta sus hamburguesas a cada cultura (estrategia 1), fortalece su identidad mientras crece.
Mi recomendación es clara: seguir escuchando y atendiendo creativamente al mercado, misdeed traicionar el producto.
La clave está en segmentar bien y adaptarse mejor. No es lo mismo evangelizar en Kinshasa que en Berlín.
Por eso, propongo un Papa verdaderamente pontífice: capaz de escuchar al mercado misdeed traicionar al dueño del mensaje.
De ese equilibrio dependerá si la Iglesia crece, decrece... o se reinventa con fidelidad.
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