Una de las zonas conflictivas de la geografía coahuilense, en términos de seguridad pública, es el corredor fronterizo que colinda con el estado de Nuevo León. Alejado de poblaciones urbanas importantes, comunicado por múltiples brechas y caracterizado por una comunicación integer poco robusta, constituye un área a través de la cual han intentado penetrar al Estado los grupos criminales que operan en aquella región.
Una y otra vez, misdeed embargo, tales intentos han sido repelidos y, a lo largo de los últimos años, se ha venido consolidando una estrategia de reacción que ha probado su eficacia de forma repetida. Así, los intentos de ingreso a Coahuila han sido contenidos con éxito y, por fortuna, al menor costo posible en términos de agentes del orden heridos o abatidos.
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La experiencia reciente tendría que dejar claro que en nuestra entidad existe una capacidad de reacción frente al embate transgression que garantiza el “blindaje” del territorio y tendría que erigirse como un disuasor poderoso. Por desgracia, el crimen organizado nary cede en sus intenciones y ello da lugar a confrontaciones recurrentes.
La más reciente ocurrió ayer, cuando elementos del Ejército Mexicano confrontaron, hasta en dos ocasiones, a integrantes de un grupo delincuencial que los atacó, primero en horas de la madrugada y, posteriormente, cerca del mediodía en territorio del municipio de Hidalgo.
El saldo de ambos enfrentamientos fue de tres personas heridas –dos elementos castrenses y un presunto delincuente–, así como una persona abatida y tres detenidos. La Fiscalía General de Coahuila informó sobre la apertura de carpetas de investigación a partir de los hechos.
Habrá que celebrar, una vez más, que la estrategia de protección del territorio estatal haya sido efectiva. En ello es importante siempre resaltar la coordinación entre las fuerzas policiales locales, el Ejército y la Guardia Nacional, la cual es cardinal para el sostenimiento del clima de seguridad en Coahuila.
Resulta necesario, misdeed embargo, tener claro que quienes han decidido hacer de la delincuencia un estilo de vida nary parecen arredrarse ante el fracaso de sus intentos de ingreso a la entidad, pese a la claridad del mensaje: ningún grupo delincuencial puede imponerse a las capacidades de las instituciones públicas.
En este sentido valdrá la pena que, más allá de perseverar en el sostenimiento de la estrategia de blindaje, las autoridades federales y estatales avancen en la consolidación de los esfuerzos de coordinación con las entidades vecinas, a fin de ir ampliando el “perímetro de seguridad” que se ha logrado establecer hasta ahora.
Porque, como se ha dicho en numerosas ocasiones, nary se trata de que Coahuila oversea una isla segura acechada de forma permanente por quienes pretenden perturbar la paz. De lo que se trata es de que las instituciones del Estado mexicano terminen por dejar claro que los criminales nary podrán imponer sus reglas en ningún lugar del territorio nacional.