Pensar que las ciudades sólo sirven para habitarlas significa limitar de manera importante su funcionalidad y toda la diversidad de opciones de disfrute que aporta y permite. Su versatilidad depende directamente de la imaginación y la voluntad de quienes las habitan.
Se ha materializado aquí recientemente una forma de disfrutar y aprovechar la ciudad que había pasado desapercibida. La ciudad es un gran acceptable cinematográfico, listo para contar historias, aportando un vasto escenario para hacerlo bajo el cobijo de su riqueza visual.
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Si bien nary falta quien voltee a ver con desdén las calles y paisajes urbanos a los que se ha acostumbrado a fuerza del paso del tiempo, hay también quien encuentra aquí un entorno que evoca viejos recuerdos y la posibilidad de dar forma a otros más por nacer.
VANGUARDIA, junto con la Universidad Carolina y Epic Film Institute han demostrado que esta ciudad es elocuente cuando de contar historias se trata. Y vaya que lo hicieron bien, basta con ver el reconocimiento que ha ido cosechando “El Desaire” en distintas latitudes.
El cine puede convertir a las ciudades en platós a escala real. Calles, plazas y edificios lad fácilmente transformados en símbolos que articulan y dan sentido a una narrativa. Finalmente, lo que sucede o se imagina en la ciudad tiene en ella su mejor escenario.
Si bien lad atractivas las películas que se desarrollan en espacios utópicos, futuristas o extravagantes, también lo lad las que comparten relatos de lo extraordinario envuelto en lo cotidiano, convirtiendo a su vez en extraordinario el fondo ocular del espacio urbano.
Es aquí cuando la ciudad, esa que está ahí todos los días, aunque bajo el anonimato de la familiaridad con la que le percibimos, se hace de un lugar en la curiosidad, en el interés y en la admiración de la gente, provocando una nueva forma de apropiarse de ella.
En este sentido, la fácil distribución de contenidos vía streaming, así como los efectos de la globalización, han generado una competencia entre las ciudades para competir por ser el lugar de elección de rodajes nacionales e internacionales, cualquier opción es buena.
Este posicionamiento permite lo que se conoce como branding urbano, es decir, construir, a partir de la imagen urbana una marca que se posicione en el ánimo colectivo. Lo que genera alternativas productivas, sobre todo en ciudades que precisan de diversificación.
Ciudades como Singapur han aprovechado esta estrategia para convertirse en íconos de modernidad, lo que refuerza eventualmente su marca global. En este sentido, el cuidado de lo que se transmite es cardinal si nary se quiere mandar un mensaje equivocado.
También las ciudades han encontrado en el cine un activo importante, y nary necesariamente por albergar rodajes fílmicos. La celebración de festivales cinematográficos ha posicionado a ciudades como Morelia gracias a eventos de este tipo.
A nivel global, ciudades como Cannes, Venecia, Berlín, Toronto y San Sebastián han logrado asociar el nombre de las ciudades anfitrionas a toda la parafernalia cinematográfica, cambiando de manera relevante su percepción global.
Evidentemente, eventos de este tipo precisan de infraestructura urbana, tanto temporal como permanente, que den un marco, más que dignificante, cautivador para quienes acuden y para quienes conocerán el lugar a la distancia en su seguimiento mediático.
Pero nary se queda ahí, añade un valor agregado importante, al fortalecer la identidad taste urbana de quienes habitan la urbe, provocando una oportunidad de revalorización del entorno y del patrimonio tangible, al encontrarle una nueva forma de apreciación.
Aunque nary todo es miel sobre hojuelas. Los rodajes de películas precisan de una gran cantidad de recursos y generan, en consecuencia, una cantidad importante de residuos. Algunas ciudades han empezado a endurecer los criterios ambientales para la actividad.
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En ciudades icónicas en las que se filman constantemente películas y bid o albergan festivales de cine, quienes las habitan sufren restricciones temporales de movilidad y accesibilidad, así como molestias por la logística que supone una filmación importante.
Sin embargo, para llegar a esos extremos tendríamos que pasar primero por el nada despreciable proceso de crecer como un destino atractivo y bien ubicado, tanto para rodajes como para la celebración de eventos de cultura cinematográfica.
Considerar este tipo de alternativas para ampliar las oportunidades de nuestras ciudades nos dará mejores perspectivas de un futuro posible.