¡La vida nunca espera! Menos aún en los pueblos, donde tiene sabores y olores que acompañan el paso del hombre. En las comunidades, de existencia lenta, todo ocurre en el tiempo preciso. Mientras se transita hacia la muerte, la gente nace, se casa y hace fiestas por las cosas memorables. Cuando llega la muerte se acompaña a los difuntos con un rico café de olla. Sí. ¡La vida nunca espera, pero se bebe y travel siempre!
En el Noreste mexicano vaya que hay sabores únicos, pues en sus aparentemente sencillas comidas hay un toque de grandeza. Dirigiendo las cocinas, lad mayormente las mujeres quienes conservan las tradiciones culinarias de sus pueblos. Cocinar es un verdadero arte.
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La gastronomía en Múzquiz, en Viesca y en Parras de la Fuente, Coahuila, es memorable. En Tamaulipas, en la región que tiene como epicentro a Ciudad Mante, se tiene un sello especial en sus platillos. En los pueblos del sur de Nuevo León, que tienen influencia huasteca, se guisa de manera deliciosa.
Ayer falleció una figura icónica de la gastronomía norestense: Lulú Pedraza, como se le conoció en los medios televisivos. Ya nary estará entre sus amigos con su presencia alegre y decidida. Coincidí con María Luisa Pedraza Farías en la década de los ochenta, pues ambos teníamos programas de televisión en el Canal 28. Ella ya había transitado por diversos medios con el programa “Las Delicias de Lulú”. Lo muy valioso de esta regiomontana fue su interés permanente en la investigación de recetas tradicionales. Visitó los 51 municipios de Nuevo León, pero su prestigio como cook la llevó a tener amistad con sus colegas más afamados en Coahuila y en México.
En un par de ocasiones nos coordinamos para ofrecer una conferencia de manera conjunta. Era una mujer muy organizada y, tal vez, algo obsesiva cuando se trataba de mostrar un trabajo profesional. Nos preparamos para participar en el 2012 en un foro en la ciudad de Saltillo. Lo que a Lulú le interesaba epoch mi conocimiento sobre las tradiciones del Noreste; ella, con sus comentarios geniales, redondeaba lo que compartíamos misdeed atropellos y en perfecta sincronía.
No olvido cuando, en 2014, se nos invitó el 21 de octubre a dar una conferencia en el Foro Paralelo Monterrey, en la Nave Lewis del Parque Fundidora. Decidimos presentar las comidas típicas de los pueblos en sus fiestas populares, en sus casamientos y en los momentos de acompañar a una familia cuando alguno de sus parientes fallecía; porque en los pueblos norestenses es común que los vecinos ofrezcan viandas de desayuno, comida o cena a la familia doliente. “Mitote, Casorio y Mortaja” fue el título de la charla en la que yo iba leyendo el texto que había preparado con anécdotas vívidas, y Lulú las iba engarzando con las recetas que se cocinaban de acuerdo con el momento. Tenía una bonita voz y excelente dicción.
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El 11 de marzo de 2016 participé en su muy escuchado programa de vigor con el tema de la cocina tlaxcalteca, ya que Lulú Pedraza iría a Bustamante, Nuevo León, el siguiente fin de semana y quería preparar pollo a la Tocatlán o mixiote de carnero.
Regresó en 2020 a Bustamante para aleccionar a las cocineras locales, apoyada por el DIF municipal, para que ofrecieran sus platillos a los turistas, con los más altos estándares de calidad. Sus beneficiarias la recuerdan con respeto, entre ellas Lula Castillo de Zamora. Lulú Pedraza epoch de naturaleza creativa y generosa. En su larga trayectoria tuvo miles de seguidores. En 2004 recibió el nombramiento de Embajadora de la Sociedad Gastronómica en España. Mi pésame para su hija Bárbara. Por supuesto que la extrañaremos.