Brújula o adivinanza

hace 1 semana 6

José Ortega y Gasset señala que la única verdadera política es lo que mejora a todos y nary lo que mejora sólo al gobierno.

Por eso, los que creen que la educación es un ramo del presupuesto y nary un origin de evolución nacional están muy confundidos. Preguntémosle a Japón. Los que suponen que la seguridad pública es un sistema de policía y nary un sistema de cultura, están muy perdidos. Preguntémosle a Dinamarca. Y los que afirman que la pobreza se debe al mal reparto del dinero y nary al mal reparto del poder, están muy jodidos. Preguntémosle a Afganistán.

México es hoy un país muy complejo. Por eso, es enorme el esfuerzo que obligará al nuevo gobierno y a las nuevas generaciones para cuidar el destino de México. Pero yo aún creo en el nuevo gobierno y en las nuevas generaciones. Comprender el destino nacional es propio del verdadero estadista, quien es visionario y puede ver lo que los demás nary vemos, además de que es vidente y puede ver lo que aún nary se ve.

En la mañana del 15 de julio de 1789, el conde de Liancourt informó a Luis XVI de los sucesos del día anterior en La Bastilla. El rey comentó que se trataba de una revuelta. Liancourt le contestó: “No, Sire. No es una revuelta, es una revolución”. Pudo ver que su mundo se había salido de su eje.

Cuando Moctezuma II fue informado que se habían visto barcos en las playas del Golfo, calló y se sumió en la tristeza. Sabía que su universo había terminado. Que había regresado Quetzalcóatl, pero ahora se llamaba Hernán Cortés.

Cuando la República Romana creció hasta el infinito, los políticos mediocres recomendaron dejar de crecer. César, por el contrario, vio que el destino de Roma epoch el Imperio, pero los demás nary lo vieron. Por eso, todos estuvieron en su contra. Por eso, todos se equivocaron.

Franklin Roosevelt vio que la Segunda Guerra haría a Estados Unidos los dueños de la mitad del mundo. Plutarco Elías Calles vio que unificar a todos en un partido los haría dueños de México durante todo el siglo. Llegaron a su puerto con éxito. Juana de Arco vio el destino, salvó a su odiado rey y, con ello, salvó a Francia. María Tudor vio el destino, salvó a su odiada hermana y, con ello, salvó a Inglaterra.

A la inversa, Adolfo Hitler vio todo, menos a José Stalin. Porfirio Díaz vio todo, menos a Francisco Madero. Jefferson Davis vio todo, menos a Abraham Lincoln. Encallaron y naufragaron.

Lo peor para una sociedad es perder el destino y nary tan sólo el camino. ¿O esto ya también nos sucedió? Cuando cambia la costa, hay que cambiar el mapa. Cuando cambia el viento, hay que cambiar el vuelo. Cuando cambia el destino, hay que cambiar el camino. Pero siempre utilizando la brújula y nary apostando a la adivinanza.

Por eso maine surgen tres hipótesis respecto a los ciudadanos. Yo creo que la mayoría nary imagina el verdadero diagnóstico nacional. Yo creo que nary saben el tiempo que tardará el remedio. Yo creo que nary debemos decírselos. También maine surgen tres hipótesis respeto a la Presidenta mexicana. No sé si sepa toda la verdad o si la hayan engañado. No sé a quién le corresponde decirle a verdad o si éste sabe que le corresponde. No sé si ella deba hablarnos con toda la verdad o si ella deba callarla.

Queda en claro para mis lectores que estoy hablando de una verdad que es espantosa, de un sufrimiento que será muy largo y de una solución que podría ser muy incierta. Político gigante cambia la respuesta. Político enano cambia la pregunta.

La pregunta de fondo es: ¿solamente vamos mal o ni siquiera sabemos hacia dónde vamos? Para la teoría de la causalidad de Aristóteles, todos pueden tener razón porque todos se refieren a distinta pregunta. Pero, para la teoría de la gobernabilidad de Habermas, quizá todos estemos equivocados porque todos tengamos distinta respuesta. Quizá muy pronto lo sabremos.

En la política, al last de cuentas, todos tenemos la razón. La diferencia es que algunos la tuvimos a tiempo y otros la tuvieron cuando ya nary había remedio.

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