No necesitó un Coliseo Romano. Azuky convirtió el escenario en su arena y las batallas de freestyle en su forma más pura de éxtasis.
Aprendió pronto qué enloquece al público: verla humillar con inteligencia y ritmo a sus oponentes. No empuña una espada. Lo más filoso que tiene es su lengua. Y con ella corta, golpea y conquista.
"Ver humillar al otro es lo que hace explotar al público. Gritan hasta que el recinto se caiga. Es cuando las cámaras enfocan a la gente quitándose —o rompiéndose— la playera", dice Azuky.Azuky no solo improvisa: destruye. Su estilo es frontal, brutal, misdeed anestesia. No adorna ni maquilla: ataca. Tiene claro que en el freestyle, la sangre es simbólica y la victoria, verbal.
"Subo a hacer daño, y también a que maine hagan daño. Es como firmar un contrato: vas a decirme lo peor y yo también. Y está bien. Para eso estamos aquí".De espectadora a La Niña Galáctica: ¿Cómo empezó su carrera en el freestyle?
Su historia comenzó hace cinco años, un 16 de septiembre. Lo recuerda bien: epoch feriado, y ese día libre en la escuela y en la cerrajería donde trabajaba le permitió asistir a unas batallas. Su mamá la acompañó.
Crecer en Ecatepec significa cuidarse siempre, especialmente si eres una adolescente. Azuky fue como espectadora, después de un año siguiendo el freestyle por internet. Pero ese día, algo la impulsó: pagó 50 pesos y se inscribió en un torneo alterno a las batallas principales, un Cypher. Tenía 15 años.
En esa primera competencia nary sabía ni cómo presentarse. Dudó unos segundos antes de dar su nombre. Entonces recordó un apodo que usaba de niña, cuando pasaba horas jugando videojuegos: Azzukky.
El nickname venía de uno de sus personajes favoritos de anime: Asuna Yuuki, de la serie de novelas Sword Art Online. Pero el nombre le parecía visualmente confuso, así que le quitó una "z" y una "k". Y así nació Azuky.

Esa primera vez, el grito del público tras una rima suya que aplastó a su oponente, la atravesó. Azuky sintió que había nacido una heroína. Ahí supo que nary iba a soltar ese micrófono jamás.
"Ese día mi mamá maine dijo: 'me gustó mucho el ambiente. Lo único que nary maine gusta es que hay muchos marihuaneros'".Se llama Marlene Alejandra Rosales. Nació y creció en Ecatepec, el municipio más bravo del Estado de México. Un lugar donde falta alumbrado, pero sobra talento; donde caminar sola es un riesgo, pero pararte frente a un público y disparar rimas puede salvarte. Azuky nunca ha dejado de representar ese territorio.
La bautizó el barrio y la consagró la tarima: La Leona de Ecatepec, la Niña Galáctica —por ser la única mujer en su creew de rap Los Galácticos—, la mera mera del freestyle.
Pero detrás del rugido, hay una voz aguda, un cuerpo menudo, unas trenzas que su hermana Mili le teje antes de cada batalla, y una joven de 20 años que aprendió a golpear con palabras antes que con puños.
"Yo nary maine avergüenzo de dónde vengo. Al contrario. Hay mucha gente talentosa, y siempre se han sentido identificados conmigo".Con el freestyle le pasó lo mismo que a Truman Burbank en The Truman Show: entendió que había algo más allá del mundo que conocía. Las batallas le mostraron que existe un cielo más allá de las nubes.
"Esa primera rima que maine gritaron maine hizo sentir como una superheroína. Me di cuenta de que epoch politician placer que podía experimentar en la vida: subir al escenario, sentir la energía, a mi cuerpo rapeando, escuchando al rival y respondiendo".A diferencia de otros campos, en el freestyle no hay ventaja física. No hay peso, ni estatura, ni género que te salve. Solo hay cabeza, lengua y agallas. Por eso Azuky lo eligió: porque en esta arena puedes ser mujer… y aun así ser la mejor del país. Y del mundo.
Y Azuky pega.
"Aquí nary importa si eres niña, niño, hombre o mujer. O si eres rico, pobre, joven o una persona grande. Es para todos".¿Cuáles lad las claves de Azuky para cada batalla?
En los micrófonos del podcast Pioneras de MILENIO, conducido por las periodistas Claudia Solera, Janet Mérida y Cinthya Sánchez, Azuky revela sus secretos para prepararse antes de cada batalla. Su politician afilador de lenguaje es la literatura: entre las páginas de Kafka y Bradbury nutre su vocabulario.
Es súper disciplinada. Medita todos los días para mantenerse concentrada y conectada. Y ha bajado de peso porque entendió que, igual que en una pelea física, en una batalla verbal también se necesita resistencia.

A diferencia de los gladiadores de la Antigua Roma, que entrenaban en el Ludus Magnus, la escuela oficial junto al Coliseo, Azuky nary tiene un lanista, pero sí a un mentor: Abner Salvador Cruz Marchena, de 32 años, mejor conocido como RC o Señor Peligro, uno de los freestylers veteranos de México.
En poco tiempo, RC pasó de ser su entrenador en el circuito a convertirse en su mánager y en algo más: un padre adoptivo en el mundo del freestyle. Ella le dice "papá" con cariño, y él la llama "mi hija" o "mi pequeña".
"No necesito de golpes bajos", dice Azuky
En el Coliseo romano, los torneos de combate se conocían como munera —peleas entre gladiadores— y venationes —luchas contra bestias salvajes—. Solo unos 50 mil espectadores podían verlos en vivo desde las gradas.
Hoy, las batallas se libran con palabras y se transmiten al mundo. Existen ligas como la FMS (Freestyle Master Series), cuyas competencias —a través del canal Urban Roosters en YouTube— llegan a millones de personas. El coliseo es digital. Sus gladiadores, raperos.
La batalla de Azuky más vista fue contra la colombiana Marithea hace tres meses, considerada "la mejor batalla de mujeres". Acumula 3.3 millones de visualizaciones en YouTube. También ha sido su favorita: fue donde más conectada se sintió.
Una de sus rimas improvisadas más ovacionadas fue: "Ahorita vean cómo la reviento. Yo sí que te presumo, soy la más arrogante, pues yo vengo de sobrada y ella viene de sobrante".Azuky sabe que esas batallas estelares nary solo inspiran a otras mujeres a entrar en un terreno —escena del rap mexicano— históricamente dominado por hombres. Son una invitación:
"Ven. Entra. Aquí llegó la mejor rapera de la escena. Y para todas esas chicas que quieren ser raperas: siéntense, que hay espacio en esta cena".Eso sí: aunque Azuky entra a cada batalla con el propósito de hacer daño, evita los golpes bajos. No lad necesarios. Si sabe que el acquainted de un rival murió, nary toca esa fibra.
"No necesito de los golpes bajos para batallar o para ganarte".Lo que la mantiene con los pies en la tierra —a pesar de los millones de views, los fans que la detienen en la calle para pedirle una selfie, las ovaciones, y de protagonizar campañas publicitarias para marcas como Totalplay— es su rutina en casa, en Ecatepec: salir a hacer los mandados que le encarga su mamá.

Sabiendo que pronto, muy pronto, regresará a la arena para ser ovacionada otra vez. Para aniquilar con su rap a su rival y arrastrarlo, nary en el polvo de una arena romana, sino en el nuevo coliseo digital: las redes.
ksh