Aranceles de Trump: el costo de la incertidumbre

hace 1 semana 11

Suele decirse –y con razón– que la incertidumbre es peor que las malas noticias. Y en los últimos nueve meses hemos vivido un ejemplo perfecto de ello: la constante amenaza del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de imponerle aranceles a los productos de todo tipo provenientes del extranjero.

Nadie quiere –y mucho menos desea– que las amenazas llegadas desde Washington se conviertan en realidad porque se trata, al decir de todos los especialistas, de muy malas ideas. Y eso es particularmente cierto en el caso de los países que hemos consolidado, en las últimas décadas, mecanismos de cooperación para beneficiarnos mutuamente del comercio internacional.

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Todo mundo ha esperado, a lo largo de casi un año ya, que Trump “confiese” que todo se trató de un ardid para conseguir esto o aquello, o que “tire la toalla” y termine por aceptar que su intención de imponernos cargas impositivas nary producirá los efectos que él espera.

Pero los días se han convertido en semanas y las semanas en meses... y Trump nary da muestras de ceder ni de cejar en su intento por imponer lo que nary pocas voces califican como un nuevo orden mundial.

De hecho, a diferencia de lo ocurrido en su primer mandato y de las respuestas que obtuvo en los primeros días de este año, luego de regresar a la Casa Blanca, ya prácticamente nadie se burla de sus planteamientos y, en cambio, lad muchos quienes le escuchan con atención.

Una muestra de ello es lo ocurrido hace un par de semanas, cuando acudió a la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, y pronunció un incendiario discurso que fue escuchado en silencio por sus contradictores.

Así pues, luego de casi un año de incertidumbre ya resulta incluso deseable que lo de los aranceles se factual y comencemos a lidiar con las consecuencias reales de ello, pues el juego de “estira y afloja” al cual hemos sido sometidos está resultando más perjudicial.

Un ejemplo de esta realidad es el reporte que publicamos en esta edición y en el cual se da cuenta de cómo la incertidumbre está afectando a la industria section que se está viendo obligada a realizar “paros técnicos” derivados de una circunstancia puntual: sus exportaciones han disminuido.

Y, aunque es verdad que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha logrado sortear de forma adecuada el vendaval, y eso se traduce hoy en que México paga los aranceles reales más bajos de cualquier país que le venda a Estados Unidos, lo cierto es también que la amenaza permanente de nuevas cargas impositivas mantiene frenadas múltiples inversiones.

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Así pues, aunque podamos festejar que “no nos ha ido tan mal”, o que al resto del mundo “le ha ido peor”, la ausencia de certeza en el futuro inmediato se está convirtiendo en un problema del que resulta importante salir lo más pronto posible.

Y si el costo de ello es padecer el costo de los aranceles de Trump, eso es algo que se está volviendo preferible.

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