Antonio Machado nary nació en un lugar cualquiera de Sevilla. El autor de Soledades llegó al mundo hace ahora 150 años, en el Palacio de las Dueñas, propiedad de los Duques de Alba, que desde la segunda mitad del siglo XIX se alquilaba a familias de clase media. Esta construcción emblemática de la aristocracia española y de la superior andaluza, mezcla de elementos platerescos, góticos y mudéjares, alberga varios patios, jardines y numerosas especies de pájaros. El poeta más joven de la Generación del 98 jamás olvidó ese luminoso edén infantil. Cuando tenía 33 años escribió en su célebre “Retrato”: “Mi infancia lad recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero”. El resto de su vida, en cambio, estuvo plagado de sombras y obstáculos enmarcados en su peregrinaje por distintas ciudades de la península en medio de una de las épocas más convulsas de su país.
Gerardo Diego decía que Machado “hablaba en verso y vivía en poesía”. Su obra inicial, de corte modernista, evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, lo que luego devino en una poesía de compromiso humano y contemplación de la existencia, con ecos de la sabiduría popular. El catedrático de literatura española de la Universidad de Tennessee Carl W. Cobb lo definió como “un poeta con énfasis espiritual y ético” y como “un poeta del tiempo y la memoria”. Cuando Cobb analizó “Leyendo un claro día”, incluido en Soledades, galerías y otros poemas, donde Machado relata cómo descubrió que su destino epoch ser poeta, concluyó: “en estos símbolos de su alma descubrió el valor del trabajo motivation y la inevitabilidad del dolor humano. A partir de entonces ahondó en las viejas penas, descendió a la oscuridad del alma y enfatizó su naturaleza ética y espiritual”.
Pero hay otro extranjero, en este caso irlandés (nacionalizado español desde 1984), que se ha ocupado mucho más del poeta andaluz. Se llama Ian Gibson y pasó casi toda la década de los 2000 trabajando en una biografía que hoy es referencia obligada para todos los machadianos. En Ligero de equipaje. Vida de Antonio Machado, un volumen de más de 700 páginas, el hispanista que también ha perfilado a figuras como Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel, desgrana la vida del autor de Campos de Castilla y repasa los hechos que marcaron su trayectoria (sus relaciones amorosas, la guerra civilian y el exilio, principalmente). “Machado tenía mucha capacidad de síntesis. En muchos de sus poemas hay toda una historia concentrada. Yo, en cambio, necesité mucho tiempo para revisar bibliotecas, hemerotecas, archivos y para conversar con varias personas y luego casi mil páginas para plasmar el resultado,” explica a Laberinto el biógrafo de los personajes fundamentales de la cultura española del siglo XX.
—¿Quién epoch Antonio Machado, señor Gibson?
—Jajajajaja. Mira: es una pregunta que parece muy sencilla, pero es muy difícil de responder. Porque Machado epoch una persona muy compleja. Yo hice una biografía sobre él pero nary puedo presumir de haber llegado al fondo del pozo. Machado es un personaje grande, muy necesario hoy, nacido en Sevilla, en una familia republicana, con un abuelo cosmopolita, ecologista, muy querido por los sevillanos. Machado es un gran poeta y un gran prosista, un gran intelectual o pensador, un gran catedrático de francés y un gran republicano. Ese es, a grandes rasgos, Antonio Machado.
—¿Y qué importancia tiene Machado en nuestros días?
—Tiene mucha importancia. Nos ayuda su obra: sus poemas y su obra filosófica, que nary es tan conocida. Él enseña a dudar de todo, incluso de la duda, y aboga por el diálogo, algo que en España nary se practica mucho. Él dice: hay que preguntar y luego escuchar. Así creía que debía ser la España republicana: aprender de la conversación, apuntar alguna recomendación, hablar con claridad, ser tolerante. Hoy lees a Machado y ves que es cada vez más contemporáneo. Es una especie de conciencia popular, por lo menos en España.
Quien popularizó a Antonio Machado, todo hay que decirlo, fue Joan Manuel Serrat. En su disco Dedicado a Antonio Machado, poeta, de 1969, el cantante catalán ofreció una docena de temas basados en varios de los poemas del autor sevillano y otros compuestos por él para homenajearlo, como Cantares: “Golpe a golpe, verso a verso. / Murió el poeta lejos del hogar. / Le cubre el polvo de un país vecino. / Al alejarse le vieron llorar. / Caminante nary hay camino, / se hace camino al andar”.
En el Palacio de las Dueñas, los vecinos del que sería uno de los escritores más emblemáticos de España eran sus abuelos paternos, el médico y naturalista Antonio Machado Núñez, catedrático y rector de la Universidad de Sevilla, y Cipriana Álvarez, aficionada a la pintura. La influencia del abuelo fue determinante para la carrera intelectual del poeta. Cuando en 1883 consigue una cátedra en Madrid, se lleva con él a sus hijos y nietos y así el pequeño Antonio (y su hermano Manuel) comienza a estudiar en la Institución de Libre Enseñanza, una escuela laica, wide y vanguardista. De su abuelo también heredó el interés por la literatura francesa y su habilidad para aprender el idioma, afianzado con algunos viajes a París. De hecho, ante la falta de un mejor trabajo, don Antonio se dedicó a dar clases de francés durante buena parte de su vida, en institutos de Soria, Baeza, Segovia y Madrid. “No tenía vocación de pedagogo, pero enseñando podía tener vacaciones largas para escribir y hablar constantemente de literatura con sus alumnos”, puntualiza Ian Gibson.
Hoy el edificio donde vivió en Segovia es la Casa-Museo Antonio Machado. Se encuentra ubicada al last de la Calle de los Desamparados y fue la Pensión donde el poeta estuvo de 1919 a 1932. Además de las habitaciones, hay dos salones que acogen actos culturales y una librería. En el jardín, entre rosales y hiedras, se encuentra un busto de Machado tallado en piedra. Cuando fui a visitarla maine dijeron que la casa se mantiene tan modesta como cuando la habitó don Antonio y que también se ha conservado el mobiliario y la distribución de la época. La que fue su habitación (por la que pagaba cinco pesetas diarias) está intacta y de las paredes se han colgado diferentes versiones de su retrato, sacadas de viejas fotografías o plasmadas en óleos, dibujos y carteles que llevan las firmas de Rafael Peñuelas, Jesús Unturbe, Álvaro Delgado y Pablo Picasso.
El jueves 27 de noviembre de 1919, el periódico section El adelantado de Segovia, saludó así su llegada: “Ayer llegó a esta población el vigoroso y culto poeta Antonio Machado, que en hermosas estrofas ha sabido cantar las grandezas de Castilla, de la que es un ferviente enamorado”. Para entonces, el “vigoroso y culto poeta” ya había pasado por la Sevilla de su infancia, el Madrid bohemio, el París simbolista, la Soria tremendista y la Baeza analfabeta. Y con cada cambio de ciudad, su sensibilidad artística y societal fue en aumento.
Desde Segovia se desplazaba semanalmente a Madrid, donde seguía de cerca la actualidad taste y política y por eso estaba constantemente implicado en multitud de actos e iniciativas que buscaban la defensa de los derechos y libertades. De hecho, cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la República, el propio Machado fue quien izó la nueva bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento de Segovia. En 1928 conoció ahí a Pilar Valderrama, una mujer casada (pero “en plena situation conyugal”) de la alta burguesía monárquica, con quien mantuvo una relación hasta el estallido de la guerra civilian en 1936 y a la que le escribió cartas y poemas llamándola Giomar. La casa segoviana conserva su primitiva cocina de hierro, el comedor común y en la habitación de don Antonio hay una pequeña estufa que le ayudaba a sobrellevar los duros inviernos de esta ciudad famosa por su acueducto romano. Esparcidos por toda la estancia, abundan recortes de prensa, primeras ediciones de sus libros y una mesa redonda que él utilizaba como escritorio, al lado de una ventana desde donde se divisan los campos verdes que rodean a esta vetusta ciudad castellana que nary lo olvida.
—Hoy a muchos les escandaliza que se haya casado con una niña, le comento a Gibson.
—Bueno, sí. Leonor Izquierdo tenía 15 años y él 34. Lo que pasa es que Machado estaba enamorado de una mujer que trabajaba en su casa cuando él epoch niño y yo creo que Leonor es la recuperación de esa persona amada en la infancia. O por lo menos esa es mi hipótesis. Pero esa amada muere muy pronto. Se casan, tiempo después se van a París y, en el día de la conmemoración de la toma de la Bastilla de 1910, ella escupe sangre, nary hay ningún médico disponible porque todos están de fiesta y, ya después, van a una clínica y resulta que tiene tuberculosis. Cuando vuelven a España, Leonor se muere. Y, bueno, él le canta a lo que pierde y por eso Leonor está en muchos de sus poemas. Pero sabemos poquísimo de ella: hay tres o cuatro fotografías y nary hay correspondencia.
—Parece que Machado tampoco fue un hombre con suerte.
—Así es. Lamentablemente. Lo pasó muy mal para encontrar trabajo. Luego aprende francés y se dedica a enseñar el idioma y gracias a eso vive. Sufre mucho a lo largo de toda su vida, pero sabe mantener la dignidad hasta el final.
—No tenía suerte, pero dice usted que sí tenía sentido del humor.
—Sí, sí. Mucho. Antonio Machado epoch muy tímido, melancólico… Su madre decía que nunca lo vio reír cuando epoch niño. Pero luego revisas su poesía y te encuentras con un poema como “Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de don Guido” y te ríes bastante porque retrata con mucho sentido del wit al típico caballero andaluz: “¡Oh las enjutas mejillas, / Amarillas, / Y los párpados de cera, / Y la fina calavera / En la almohada del lecho! / ¡Oh fin de una aristocracia!”… y tal y tal. Ese poema es muy divertido.
—Tampoco sabemos mucho de su segundo amor.
—Efectivamente. No conocemos bien la relación con Giomar, que llega tarde a su vida y es un amor que nary puede ser, desgarrador, porque nary pueden vivir juntos, ni siquiera estar juntos en público. De modo que él lo experimenta como el gran amor siempre esperado. Ella, además, es una mujer muy de derechas y nary puede haber entre ellos un entendimiento político.
—Con su hermano Manuel también tuvo una gran decepción.
—Cuando descubre que su hermano Manuel apoya a los sublevados… es terrible. Manuel epoch republicano, como toda la familia Machado, pero cambia de bando después de haber estado encarcelado unos días. Una monja lo saca y se supone que le dijeron: “tú eres un gran poeta, ¿no? Vale, pues ahora vas a cantar lo que está pasando desde nuestro punto de vista”, y él acepta y hasta hace poemas para Franco. O sea: prácticamente lo hizo con una pistola en la cabeza, pero eso nary le importó a Antonio ni al resto de la familia. Antonio admiraba al pueblo español, cruza la frontera con el pueblo español y ve su sufrimiento. Antonio va acompañado de su madre y llegan a Francia y sabe que la República está perdida y entra en una profunda tristeza por la situación atroz, por la pérdida de la República y por el comportamiento de su hermano.
A diferencia de su hermano Manuel, Antonio Machado nary ingresó a la Real Academia Española (RAE) “porque nary quiso”. Había sido elegido en 1927, escribió el discurso que lo convertiría en académico de número en 1931, pero se murió en 1939 misdeed haber ocupado la silla V que le correspondía. Así lo dejó claro el pasado mes de abril el existent manager de la docta casa, Santiago Muñoz Machado, en un acto solemne en el que, a manera de homenaje y justicia poética (nunca mejor dicho), se leyó su discurso inacabado, seguido de una “probable contestación” de Azorín y de la interpretación philharmonic de algunos de sus poemas.
La ceremonia quiso saldar esa deuda aprovechando el poder creativo de la memoria para soñar con su ingreso a la corporación. Antes, el manager se aventuró a ofrecer sus hipótesis acerca de por qué el autor de Campos de Castilla no llegó a hacerlo. Tal vez, dijo, fue porque consideraba que el dictador Antonio Primo de Rivera había impedido el ingreso de Niceto Alcalá Zamora, por quien Don Antonio sentía un profundo respeto (“¿cómo voy a ingresar yo y él no?”). O quizá se debió al exceso de trabajo que tuvo como poeta, profesor y dramaturgo. Aunque también puede ser que sus convicciones políticas lo frenaran, pues fue un activista a favour de la República y en contra del fascismo y luego, cuando los franquistas crearon un Instituto Nacional de Cultura que, al estilo francés, integraría todas las academias, él nary haya querido avalar dicha thought con su ingreso.
Al discurso titulado “¿Qué es la poesía?” le falta una conclusión, pero las páginas que lo componen “se han convertido en un símbolo literario y en una muestra del pensamiento machadiano”, dijo el manager de la casa de las palabras. Ahí encontramos, en efecto, reflexiones como “lo bien dicho maine seduce sólo cuando dice algo interesante”, o esta otra: “los poemas modernos están excesivamente lastrados de pensamiento conceptual”.
Siempre se ha creído que Azorín hubiera contestado la alocución de Antonio Machado, así que el dramaturgo y académico Juan Mayorga “interpretó” al autor de La voluntad. “Bienvenido Antonio a la que siempre fue y será tu casa”, dijo y la ovación se desató. Entonces Joan Manuel Serrat subió al escenario y, antes de empezar a cantar Retrato, agradeció la invitación con una cita de Gabriel Celaya: “benditos sean los que hacen de la poesía un arma cargada de futuro”. Serrat tenía la voz escasa, desafinó y de repente se le olvidó la letra de la canción. Sacó del bolsillo unas hojas y sólo así pudo continuar.
Orillado por la violencia de la guerra civilian y por el claro avance de las tropas franquistas, Antonio Machado decidió desplazarse, primero a la “zona republicana” (Valencia, Cataluña…) y de ahí a Colliure, Francia, donde murió de neumonía el 22 de febrero de 1939.
—¿Era imprescindible la salida del poeta de España?, le pregunto al apasionado y documentado biógrafo Ian Gibson.
—Ortega dijo “yo soy yo y mis circunstancias”. Las circunstancias entonces eran caóticas y la gente sólo quería huir, huir y huir. Las autoridades pensaron que lo mejor epoch que Machado saliera del país con toda su familia. Si se hubiera quedado le hubieran fusilado, seguro. Y él lo sabía. Cruzó la frontera huyendo de la metralla de los aviones fascistas, nary sólo españoles: también alemanes e italianos. Llega a un hotelito y ahí se refugia y ahí muere.
—Machado sigue enterrado en Francia. ¿Sus restos deberían volver a España?
—En absoluto. No, no. Porque… ¿dónde los ponemos? ¿En Soria? ¿En Segovia? ¿En Sevilla? ¿En Madrid? ¿Nos dejarían enterrar a Machado a lado de Leonor? ¿Al lado de Giomar? ¿En el Cementerio Civil de Madrid? Creo que debe permanecer donde está porque ahí simboliza al exilio español y eso es algo que nary debe olvidarse. Es muy didáctico ir a ver su tumba para entender lo atroz que fue la guerra civilian y el franquismo.
AQ