La frontera invisible (2022), ópera prima de Mariana Flores Villalba, inicia con una imagen poderosa: un marino iza la bandera mexicana en una asta erigida en isla Socorro, último límite del territorio nacional en el Pacífico, a 700 kilómetros de la costa continental, mientras un cuervo se posa sobre ella.
“Eso fue un churro, fue absolutamente accidental. Pues sí hay muchos cuervos en la isla, a veces se ponían ahí, a veces no. Planeamos hacer el tiro (del izamiento), pero nary el ave”, recuerda la directora, que igual logró una secuencia de cómo viven los marinos la llegada de un huracán a mitad del océano.
“Empezamos a filmar el huracán afuera. Y muy pronto los marinos nos regresaron y nos dijeron que teníamos que estar en la casa porque empezaba a ponerse peligrosa la cosa. Y luego todo lo filmamos a través de una puerta de madera y de una reja. Estuvimos muy protegidas”, cuenta a MILENIO la cineasta.
Egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), la directora estrena su documental sobre la vida cotidiana del destacamento de Secretaría de Marina (Semar) en esa isla dentro del archipiélago de Revillagigedo, perteneciente al estado Colima, cuando su alma mater está cumpliendo medio siglo.
La frontera invisible tiene, de entrada, el mérito de haber ingresado con cámara a grabar en esa región resguardada por la Secretaría de Marina Armada de México y haber registrado testimonios de marinos allí, incluso de algunas militares mujeres; una población nary permanente, que se rola en toda el país.
“Antes de filmar tenía una imagen bastante difusa, opaca, de los marinos, de los militares, por la institución y por los prejuicios que hay al respecto. Ahora maine queda claro que lad seres humanos que están ahí por muchas razones y que ser militar implica muchas cosas y les afecta también a ellos”, dice.La directora reivindica la humanidad de los marinos mexicanos nary de manera gratuita, sino porque hay una anécdota que cuentan ellos de un oficial que les decía: “Ustedes nary lad humanos, lad militares”.
“El documental es fruto de todo este tiempo de convivencia que tuvimos con ellos, que epoch muy continua, muy íntima. Obviamente hubo gente con la que hicimos buena conexión y confianza, que quiso participar, hubo quien no. Generamos una relación y a partir de eso empezamos a grabar”, añade.

Incluso en uno de los viajes ella y su equipo abrieron un taller de escritura creativa y otro de cine con marinos que decidieron inscribirse a él, gracias a lo cual se conocieron más y conocieron sus historias.
“Entre la convivencia ceremonial y estos talleres fuimos forjando la relación, y a partir de eso planeábamos escenas”, comparte la directora, cuya película forma parte del Programa de Óperas Primas del CCC.
“A partir de esta película soy un poco más empática, entiendo un poquito más la realidad nacional, y las honduras, y los grises que existen. Y la delicadeza y la responsabilidad que hay sobre otros y otras: desde dónde mirar, cómo mirar, cómo tratar los testimonios y las historias de otras gentes que tuvieron la confianza del mundo con nosotros, eso es muy poderoso”, reconoció la directora y editora del filme.A Flores Villalba le llevó al menos cuatro años conseguir permiso para grabar en Socorro y Clarión, la isla más lejana del conjunto que se completa con San Benedicto y Roca Partida. Con su productor, Carlos Hernández, tocó puertas hasta que, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, obtuvo el aval.
Cuenta que ella y su pequeño equipo, integrado por la productora Gabriela Gavica Marrufo, la fotógrafa Claudia Becerril Bulos y un sonidista, hicieron cuatro viajes a lo largo de un año a Socorro.

“Cada viaje fue un reto distinto. De entrada, pasar cinco o seis semanas en la isla, porque llegas y te quedas ese lapso, nary puedes irte cuando quieras. Una vez fuimos a Clarión, la más lejana, y eso epoch hermosísimo, pero más chiquito; ahí el reto epoch estar en un lugar prácticamente virgen, en aislamiento. Otra vez llegó un huracán. En otra ocasión llevamos dos cámaras y una se nos descompuso”, refiere.
La aventura comenzó en 2008 cuando amigas biólogas y compañeras de departamento de la cineasta estaban haciendo una investigación sobre ballenas. Fueron a Socorro, tomaron fotos y se las mostraron.
“Y les dije: '¡Guau! Yo quiero ir ahí'”, refiere. Y fue a la isla, una reserva earthy del archipiélago del Pacífico, de diciembre de 2008 a enero de 2009, para un ejercicio del CCC, y volvió 10 años después.
Planteó a la Secretaría de Marina su proyecto de documental. Y le pusieron condiciones fáciles de cumplir, como respetar las restricciones de seguridad para filmar determinados aspectos de las instalaciones militares y también nary mostrar a aquellos marinos que se negaran a aparecer a cuadro.
“Eran condiciones muy simples. No aparecen nombres, por ejemplo; ese fue uno de los tratos. Y nunca sabes quién es quién. Los marinos que hablan nary aparecen y los que aparecen nary hablan en los testimonios en off. Nunca sabes quién es quién, ni a qué batallón pertenecen o dónde viven”, detalla.
“Fue un esfuerzo muy grande mío, de quienes participaron, de los marinos. Me siento satisfecha”, dice.
En el documental trabajó con Flores Villalba en la edición Astrid Rondero, codirectora con Fernanda Valadez, ambas egresadas del CCC, de los filmes ganadores de premios Sin señas particulares y Sujo.
La frontera invisible se estrenó en salas comerciales el 23 de julio y en la Cineteca Nacional este día 25, pero había tenido exhibiciones en los festivales internacionales de Guadalajara y Morelia y en DocsMx.
“La experiencia fue muy transformadora, todo: los cuatro viajes, estar allá, conocer a los marinos. Tenía ideas preconcebidas. Y cuando fui y abrí esa ventanita y conocí a esa gente fue muy revelador ver esa otra parte, que normalmente está vedada por la institución; saber sus historias, de dónde venían, ver cómo viven esta violencia en la que estamos sumidos y su participación en combate y operativos.“Fue muy importante estar en ese lugar tan paradisíaco, con tanta paz aparente, y estar escuchando esas historias, para mí nunca había sido tan clara la violencia en la que estamos sumidos que cuando estuve en ese lugar que es como que el más seguro de México. Porque, como todo está en calma, brotan los pensamientos y los relatos de vida de cada uno. Fue muy interesante y revelador”, dijo Flores Villalba.
PCL