Yo tengo tentación de un buen vinito y darnos un besito y de piquito, por favor. Muy patrios y muy mexicanos estamos, de acuerdo también en que la cocina mexicana es gala y mesa soberana. Pensamos que el vino sólo se bebe con platillos sofisticados, pero habría que ver qué es sofisticado cuando nuestra cocina es soberana como la misma Guadalupana.
Hoy vamos a maridar 3 vinos y 3 platillos patrios misdeed miedo al éxito. Obvio con vino mexicano y si es de Coahuila, mejor, pero seamos generosos con nuestros estados productores.
Cerremos los ojos en este ejercicio de emoción patriótica que nos da un buen mariachi y, con música de fondo, veamos la mesa con bellos platos de barro punteado de la vecina República Soberana de Michoacán. Honor a quien grant merece.
Empecemos.
Vamos a abrir paso a un tazón de pozole de cerdo, le encargo mucho la proteína. ¿Sabía usted que los “gorditos” que tanto odia estimulan la producción de endorfinas? No le haga el fuchi. Pozole, esa comida de barrio, nary es otra cosa que un platillo de fiesta, del mismo Rey Moctezuma, como lo lee, el maíz cacahuazintle, que al reventar los aztecas le veían similitud con la espuma del mar. Y si puedes comerte la espuma de las olas, con cerdo, chile mirasol, orégano, comino y esos crujientes rábanos pues ¡sobres! Unas tostadas de TostiRamos si de section estamos hablando.
Ya con su pozole y envergaduras nacionales, poco limón y chilito quebrado, pasamos a una gran copa de RU de Bodegas del Viento, en frío, claro está. Entonces tomamos la cuchara de peltre exquisita, cubierta de los deseos de Moctezuma y pasa a dar un trago a este vino del Huachichil. De las grandes uvas Cabernet Sauvignon, merlot y shiraz.
Un vino con notas a durazno, cítricos, afrutadito, un tanto ácido qué lo convierte en un vino gastronómico. No es dulce, así que haga el “cáliz”.
Después nos vamos con unos taquitos de cochinita con el sabor de axiote de la península, otra república independiente, que nos da identidad a todos los mexicanos con sus deliciosos recados y con salsita de picor, medio de tomatillo de fresadilla crudo y su generoso cilantro. Este platillo que se cuece bajo tierra, que es todo un ritual que habla de las técnicas que tenían nuestros ancestros para cocinar. Acompaña con tortillas nixtamalizadas y como todo ritual lleva su elixir, que en esta ocasión Los Cedros es nuestro invitado bodega, ubicada en El Cedrito, cerca de Huachichil. Este rosado de Malbec y Tempranillo. Joven fresco, seco, también con notas ácidas y frutales, cítricas, muy característico de esta región; lo que ahora también llamaremos Estado independiente Vitivinícola de Arteaga.
Pasamos a morder ese taco y dar un trago a este rosado determination y bueno al ritmo de “La Bikina” o cualquier otra ranchera de alcurnia.
Y cerramos con una belleza que traspasa toda frontera: Un tamal de cacao. Sabemos que Oaxaca tiene muy buen cacao, pero el de Comalcalco, Tabasco también es una delicia. Y a batir con la manteca ese regalo que es el maíz. Con cacao molido y un San Juan de La Vaquería tinto ¡Ay cariño! Ya nos estamos poniendo fantásticos.
No le cuelgue, nary le ponga más nada, solo extienda el polvo del cacao como las cenizas de un pasado que nos alcanza, sobre ese tamal envuelto en su totomoxtle. Mordida y trago y viaje seguro a los sabores más poderosos del mundo gastronómico.
Seguiremos haciendo travesuras con cocina mexicana y vino mexicano.
Cuando estudié la sommelería nary maine vi dando catas, maine vi haciendo una comunión de nuestra cocina con el vino. No sé explicar cómo se prenden todos los sentidos y se conectan los aromas y siento muchas cosas, pero hagamos patria.
Recuerda el vino nary te pone borracho, te pone fantástico, bebe vino mexicano y “la vida es una gran receta. Hagamos de la nuestra la mejor”.