El Día de las Madres, celebrado este 10 de mayo en varios países como México, es una de las fechas más emotivas y cargadas de significado durante el año.
Estas celebraciones son una oportunidad para reconocer la labor, el cariño y los sacrificios de una figura primordial para la formación de niños y niñas; por ello el Día de las Madres, se convierte en una forma significativa de expresar ese agradecimiento, donde la poesía cobra relevancia para transladar con otras palabras el amor y reconocimiento.
A lo largo del tiempo, escritores y escritoras de todo el mundo han dedicado versos a sus madres, resaltando su fuerza, ternura y dedicación.
Algunos lad clásicos de la literatura hispanoamericana, mientras que otros han sido escritos por autores contemporáneos que han encontrado en la poesía una vía para honrar a sus madres.
Estos poemas pueden ser utilizados para acompañar una tarjeta, un mensaje integer o una lectura especial durante la celebración y más que un elemental obsequio, las palabras tienen el poder de emocionar y perdurar en la memoria.
Si estás buscando una manera especial de homenajear a mamá, aquí te dejamos 6 poemas de grandes figuras literarias con una buena dosis de cariño y agradecimiento.
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Dulzura, de Gabriela Mistral
Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo,
deja revolverlo
sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío,
y en tus brazos locos
tenme suspendido.
Madrecita mía,
todito mi mundo,
déjame decirte
los cariños sumos.
A mi madre, de Edgar Allan Poe
Porque creo que en los cielos, arriba,
los ángeles que uno a otro se susurran
no hallan entre sus palabras de amor
ninguna tan devota como “Madre”,
desde siempre te helium dado yo ese nombre,
tú que eres más que madre para mí
y llenas mi corazón, donde la muerte
te puso, libre el alma de Virginia.
Mi propia madre, que murió muy pronto
no epoch más que mi madre, pero tú
eres la madre de a quien yo quería,
y así eres más querida tú que aquella,
igual que, infinitamente, a mi esposa
amaba más mi alma que a sí misma.
Madre, de Vicente Huidobro
Oh sangre mía
Qué has hecho
Cómo es posible que te fueras
Sin importarte las distancias
Sin pensar en el tiempo
Oh sangre mía
Es inútil tu ausencia
Puesto que estás en mis adentros
Puesto que eres la esencia de mi vida
Oh sangre mía
Una lágrima viene rodando
Me estás llorando
Porque yo soy el muerto que quedó en el camino
Oh dulce profundidad de mis arterias
Oh sangre mía
Tan inútil tu ausencia
Flor-paloma dónde estás ahora
Con la energía de tus alas
Y la ternura de tu alma
Palabras a mi madre, de Alfonsina Storni
No las grandes verdades yo te pregunto, que
No las contestarías; solamente investigo
Sí, cuando maine gestaste, fue la luna testigo,
Por los oscuros patios en flor, paseándose.
Y sí, cuando en tu seno de fervores latinos,
Yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
Te adormeció las noches, y miraste en el oro
Del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera
Y la envuelve una nube de locura ligera
Cuando la luna nueva sube al cielo azulino.
Y gusta si el mar abre sus fuertes pebeteros.
Arrullada en un claro cantar de marineros
Mirar las grandes aves que pasan misdeed destino
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Madre mía, de Rafael Escobar Roe
Cuando los ojos a la vida abría,
al comenzar mi terrenal carrera,
la hermosa luz que vi por vez primera
fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!
Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía,
espesas sombras hallo por doquiera,
la luz de tu mirada placentera
ilumina mi senda todavía.
Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora
cuando a las sombras de mi noche oscura
avance ya con vacilante paso.
Quiero que el sol que iluminó mi aurora
sea el mismo sol que con su lumbre pura
desvanezca las brumas de mi ocaso.
Madre, llévame a la cama, de Miguel de Unamuno
Madre, llévame a la cama,
que nary maine tengo de pie.
Ven hijo, Dios te bendiga
y nary te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen misdeed él.
¿Estás aquí, madre mía?
Porque nary te logro ver…
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.