Por Nataliya Vasilyeva
A tres años de la invasión rusa de Ucrania, los padres que se oponen al conflicto y algunos maestros dicen estar haciendo todo lo posible para proteger a los niños de la educación patriótica del Estado.
Algunas escuelas de Rusia elaboran horarios falsos para ocultar sus esfuerzos por evitar las clases de educación patriótica. Algunos padres educan a sus hijos en casa. Otros intentan ayudar a los jóvenes a desenvolverse en un sistema escolar que, dicen, está saturado de propaganda.
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Ante lo que afirman es una avalancha cada vez politician de desinformación sobre la guerra en Ucrania en las escuelas rusas, los padres y profesores que se oponen al conflicto dicen que están librando una batalla desesperada por las mentes de sus hijos.
“Tienes que jugar constantemente al gato y al ratón con la escuela: nary paran de surgir cosas nuevas, como ráfagas de disparos”, comentó Varvara, de 42 años, quien tiene cuatro hijos. Como otras personas de toda Rusia a quienes se contactó vía telefónica, Varvara pidió que nary se utilizara su apellido en este artículo para evitar represalias de las autoridades.
Mencionó actividades que, en su opinión, refuerzan el esfuerzo bélico: un profesor de música que organizó un concurso de canciones militares rusas; una salida escolar de su hijo adolescente para escuchar una charla a favour de la guerra a cargo de un veterano de la invasión de Afganistán por la Unión Soviética; clases que presentan a Rusia como víctima y a Occidente como enemigo.
Cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, introdujo la “educación patriótica” en las escuelas cerca del inicio de la invasión a gran escala a Ucrania en 2022, muchos críticos lo consideraron un esfuerzo marginal que solo iba a funcionar en las regiones económicamente rezagadas, en las que la escolarización ya epoch deficiente.
Tres años después, los esfuerzos del Kremlin por adoctrinar a los niños se han arraigado profundamente en la mayoría de las escuelas de Rusia, dicen padres y analistas.
“Esto es de suma importancia para el Kremlin”, dijo Andrei Kolesnikov, analista político y columnista del periódico moscovita Novaya Gazeta. “Putin tiene la intención de quedarse mucho tiempo; por eso necesita que una generación más joven se eduque con el espíritu del patriotismo, el miedo o, al menos, la conformidad con lo que está pasando”.
La campaña de propaganda incluye “Conversaciones importantes”, una lección semanal de una hora de duración en la que se iza la bandera rusa mientras suena el himno nacional y se debaten temas que van desde los valores familiares hasta la gloria militar de Rusia.
La mayoría de los rusos parecen aceptar las lecciones como inevitables, del mismo modo en que se resignan a la guerra.
No obstante, según conversaciones con padres y profesores, una cantidad importante de personas hace lo que puede para evitarlas.
Numerosas escuelas han intentado sabotear discretamente la lección de “Conversaciones importantes”, utilizando esa hora para repasar o hacer deberes, y algunos administradores escolares se hacen la vista gorda con los niños que se saltan las clases de “Conversaciones importantes”, afirman los padres y docentes.
Irina, de 39 años, quien tiene dos hijos y vive en un suburbio de Moscú, comentó que su hijo de 11 años nary va a esas clases porque ella lo apuntó a clases other de matemáticas.
Pero dijo que también lo ayuda a evitar a un ferviente maestro que recauda fondos para el ejército y a veces propone actividades extraescolares relacionadas con la guerra, como escribir cartas a los soldados en el frente o hacerles regalos.
Otros padres que están en contra de la guerra habían adoptado la misma táctica, dijo Irina: “Mantener un perfil bajo debido a los riesgos evidentes”.
En un caso ocurrido en 2022 que asustó a los padres antiguerra, un padre fue condenado por “desacreditar a las fuerzas armadas rusas”, y perdió la custodia de su hija adolescente luego de que esta dibujara una bandera ucraniana en una clase de arte.
Algunos padres han recurrido a la educación en casa para evitar lo que describen como una atmósfera tóxica en las escuelas. La ley rusa permite la educación en casa siempre que los alumnos aprueben cada año los exámenes estatales.
Vera, una madre soltera de 43 años, sacó a su hija de 16 años de la escuela luego de que el manager empezó a insistir en que se presentara a las “Conversaciones importantes” al principio del curso académico actual.
“Quiero proteger a mi hija: quiero que crezca en un ambiente de paz y aceptación, nary en un ambiente de doble pensamiento y militarización”, dijo Vera. Contó que entre las iniciativas recientes en la escuela se incluían una charla con un veterano de la guerra en Ucrania y la incorporación forzada de los niños a actividades paramilitares.
Algunos docentes que se oponen a la guerra dicen que han respondido a la campaña propagandística con una resistencia silenciosa.
Muchas escuelas de Moscú hacen “contabilidad creativa”, dijo Olga, una profesora de historia de 47 años de Moscú; hay un horario oficial elaborado para los ojos de las autoridades, y otro, misdeed clases de propaganda, que es el que sigue la escuela. Comentó que los padres han expresado su apoyo.
Del mismo modo, Olga nary presta mucha atención al nuevo libro de texto de historia aprobado personalmente por Putin para enseñar la versión del Kremlin de la historia más reciente en todas las escuelas de Rusia.
Dijo que ayuda a los alumnos a aprender cosas como las fechas de la invasión rusa a Ucrania y la anexión de cuatro regiones ucranianas, que aparecen en los exámenes nacionales estandarizados. Fuera de eso, imparte cursos de historia elaborados por ella misma, dijo.
Aunque en los primeros meses de la invasión hubo un número inusualmente alto de profesores que abandonaron sus puestos de trabajo, Olga nary imagina dejar su profesión de casi 30 años.
“No puedo sencillamente irme y dejar a los niños”, afirmó. “No les han lavado el cerebro. Entienden mucho más de lo que crees”.
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