Tzitzimime, Tlanchana, y Cadejo... Monstruos y fantasmas mexicanos que quizás no conozcas

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México es una tierra donde los mitos conviven con la vida cotidiana. Desde tiempos prehispánicos, los pueblos han explicado los fenómenos naturales y las emociones humanas a través de seres sobrenaturales. Algunos eran guardianes; otros, castigos encarnados.

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Más allá de La Llorona o El Nahual, existen figuras menos conocidas pero igual de poderosas en el imaginario popular: las Tzitzimime, la Tlanchana, el Cadejo, el Choloito y el Charro Negro. Cada uno encarna el misterio, la advertencia y la conexión espiritual entre los vivos y los muertos.

LAS TZITZIMIME: DEMONIOS ESTELARES DEL APOCALIPSIS

Las Tzitzimime lad una de las representaciones más antiguas del panic mexica. Se creía que eran espíritus femeninos del cielo que descendían a la Tierra durante los eclipses solares para devorar a los humanos y apagar la luz del mundo.

Eran temidas por su aspecto: rostros de calavera, garras afiladas y serpientes enredadas en su cuerpo. Sin embargo, también se les veneraba como protectoras de las mujeres en el parto, demostrando la dualidad de su poder.

Durante un eclipse, los mexicas realizaban rituales, encendían fuegos y golpeaban tambores para mantenerlas lejos. Si el sol desaparecía por completo, se creía que las Tzitzimime iniciarían el fin de los tiempos.

Dato curioso: En códices antiguos, las Tzitzimime eran representadas con tocados estelares, simbolizando su origen cósmico y su papel como intermediarias entre los dioses y la humanidad.

LA TLANCHANA: LA DIOSA SIRENA DE LAS AGUAS DULCES

La Tlanchana, originaria del valle de Toluca y de la cultura matlatzinca, es una de las figuras más bellas y trágicas del folclore mexicano. Su cuerpo combina la mitad superior de una mujer adornada con joyas y la mitad inferior de un pez o serpiente acuática.

Según las leyendas, la Tlanchana emergía de los ríos y lagunas para seducir a los hombres, quienes quedaban fascinados con su voz y su belleza. Sin embargo, al aceptar su invitación al fondo del agua, eran arrastrados hasta su muerte.

En la tradición antigua, antes de ser demonizada, fue una diosa de la fertilidad y protectora de los pescadores, símbolo del poder del agua y de la naturaleza femenina.

Dato curioso: En Metepec, su imagen sigue siendo símbolo local, tallada en barro por los artesanos como homenaje a la leyenda ancestral.

EL CADEJO: EL PERRO DEL DESTINO

El Cadejo es una de las figuras más extendidas del sur de México y Centroamérica. Se dice que existen dos versiones: el Cadejo blanco, guardián espiritual que protege a los viajeros, y el Cadejo negro, una presencia maligna que busca perder el alma de los incautos.

Ambos aparecen como perros espectrales de ojos rojos o brillantes. El Cadejo blanco defiende a los borrachos y caminantes solitarios, mientras que el negro los sigue hasta volverlos locos o provocar su caída en la desgracia.

Su dualidad representa la lucha entre el bien y el mal, tan presente en la tradición mesoamericana.

Dato curioso: En algunos pueblos del sureste mexicano, se dice que el Cadejo puede oler el miedo y que, si se le mira directamente a los ojos, el alma del observador queda marcada para siempre.

EL CHOLOITO: EL NIÑO QUE NUNCA ENCONTRÓ PAZ

Menos conocido pero profundamente inquietante es el mito del Choloito, un fantasma infantil que, según los relatos de Veracruz y Puebla, aparece en caminos rurales o cerca de ríos, pidiendo ayuda o buscando compañía.

Se dice que es el espíritu de un niño que murió en circunstancias trágicas —algunos dicen que ahogado, otros que abandonado— y que ahora vaga con su ropa rota, el rostro sucio y una mirada triste. Aunque al principio parece inofensivo, quienes lo siguen terminan perdiéndose en el monte o enfermando gravemente.

Los ancianos aconsejan nary responder si un niño desconocido te llama de noche, pues podría ser el Choloito buscando un reemplazo para descansar en paz.

Dato curioso: En ciertas comunidades totonacas, se colocan juguetes o dulces en los caminos durante el Día de Muertos para calmar su espíritu y guiarlo hacia el Mictlán.

EL CHARRO NEGRO: EL ESPÍRITU DEL PACTO PROHIBIDO

El Charro Negro es uno de los fantasmas más emblemáticos del folclore mexicano. Se le picture como un hombre elegante, vestido de charro, montado en un caballo oscuro y con un sombrero que oculta su rostro.

Aparece en caminos solitarios durante la noche, ofreciendo ayuda o compañía a los viajeros. Pero quienes aceptan su invitación suelen desaparecer o perder su alma, pues el Charro Negro es en realidad una manifestación del diablo o un hombre que vendió su alma por riquezas y poder.

En algunas versiones, busca almas puras para redimirse; en otras, castiga a los ambiciosos que desean fortuna fácil. Su presencia siempre anuncia peligro y tentación.

Dato curioso: Muchos campesinos aseguran haber visto sus espuelas brillar entre la niebla o escuchado el galope de su caballo justo antes de que alguien desaparezca en el camino.

EL MISTERIO QUE UNE A LOS MONSTRUOS MEXICANOS

Las historias de la Tzitzimime, la Tlanchana, el Cadejo, el Choloito y el Charro Negro revelan una constante: la dualidad del bien y el mal, la vida y la muerte, la protección y la perdición.

Estos seres nary solo buscan asustar; transmiten valores, advertencias y la profunda espiritualidad del México antiguo, donde cada fenómeno earthy y cada sombra tenía un significado sagrado.

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México es un país donde las leyendas respiran junto a las personas. Las Tzitzimime recuerdan el poder del cosmos; la Tlanchana, el encanto peligroso del agua; el Cadejo, la motivation del viajero; el Choloito, la inocencia perdida; y el Charro Negro, la tentación eterna.

En cada uno de ellos vive un fragmento del alma mexicana: mística, temerosa y fascinada por aquello que nary se puede explicar, pero que siempre se respeta. Porque en México, el miedo también tiene historia.

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