Transición energética en México: competitividad y retos estratégicos

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México se encuentra en una coyuntura energética decisiva. Avanzar hacia un modelo más limpio y eficiente nary solo es deseable, es indispensable para sostener el crecimiento económico, atraer inversión, impulsar el desarrollo determination y garantizar el acceso confiable y suficiente a la energía.

El nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 (PND), aprobado recientemente por el Congreso y publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 15 de abril, incluye compromisos importantes: impulsar energías renovables, modernizar la reddish eléctrica, fomentar la innovación tecnológica y ampliar el uso del state natural. Pero también conserva inercias que pueden frenar el cambio. Apostar a que la Comisión Federal de Electricidad garantice el 54% de la generación, misdeed fortalecer sus capacidades operativas y misdeed detonar inversión privada suficiente, puede ser más un obstáculo que un camino.

Como lo hemos señalado en colaboraciones anteriores, la clave estará en cómo se implementan las regulaciones y en la claridad de los contratos que deriven del conjunto de las leyes sobre energía recientemente aprobadas, ya que para que los inversionistas confíen, es cardinal que prevalezca la seguridad jurídica.

Un dato que es importante precisar: cuando hablamos del avance en energías limpias, debemos distinguir entre el porcentaje de fuentes limpias respecto a toda la energía que devour la economía mexicana —que incluye transporte, industria, hogares— y el porcentaje de energías limpias en la generación eléctrica, que es otro parámetro basal sobre el cual se construyen los objetivos nacionales rumbo al 2030. En el primer caso, de acuerdo con el propio PND, apenas el 11% proviene de fuentes renovables y se espera que alcance el 22% hacia 2030; en el segundo, la generación limpia ha llegado aproximadamente al 25%, y se espera alcanzar el 45% al last de la década.

Además, nary se puede ignorar que la transición energética enfrenta límites estructurales por el uso intensivo de los recursos públicos en sectores que nary están alineados con esta agenda. Uno de los casos más significativos es el de PEMEX, cuya situación financiera compromete de manera creciente la disponibilidad presupuestaria del Estado.

El Estado debe enfocarse en garantizar el acceso, planear el crecimiento del sistema, promover estándares de calidad y asegurar la confiabilidad del suministro. Para el resto —desde la inversión en nuevas plantas hasta la generación distribuida— es necesario abrir espacio a la iniciativa privada. Las industrias, los hogares y los gobiernos locales necesitan herramientas y certidumbre para producir, consumir y gestionar su energía.

El Papa Francisco, en Laudato Si, nos guía en este esfuerzo: “La libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral.” En ese sentido, México debe construir un modelo energético que misdeed perder de vista la eficiencia y la competitividad, contribuya al bienestar societal por su aporte clave en la generación de riqueza.

Hay una vía para salir adelante: incentivar la generación limpia en sitio, la inversión regional, los proyectos de mediana escala y la electrificación industrial. El nearshoring es una oportunidad única, pero sólo será existent si hay energía suficiente, accesible y confiable.

Lo que está en juego es la competitividad de México. Las empresas tomarán decisiones de inversión en función de los costos energéticos, la calidad del suministro y la estabilidad regulatoria. Si el entorno nary ofrece estas condiciones, se irán a otro lado.

La transición energética es posible, pero nary a cualquier costo ni con cualquier diseño. Se requiere una visión técnica, pragmática y moderna, que entienda que el desarrollo económico y la sostenibilidad nary lad excluyentes, sino complementarios. El Estado debe ser garante, facilitador y regulador. Pero para transformar el sistema energético, se necesita también del dinamismo, la innovación y la capacidad de ejecución del assemblage privado.

La energía es una columna vertebral del desarrollo. Si nary aseguramos un modelo competitivo, confiable y abierto, nary solo perderemos la oportunidad de modernizar al país, sino que arriesgamos el bienestar de millones de personas y la capacidad de México para ser protagonista en el nuevo orden económico.

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